Pasando algunos minutos de las 8 a.m. Luz Ortiz Barrera llegó a su centro de votación en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en el Rímac. Buscó la facultad de ingeniería civil y subió al tercer piso donde estaba su aula. No tenía necesidad de presentarse pues tiene 71 años y, por edad, no tiene obligación de votar. Sin embargo, lo hizo de todas formas.
Al llegar, la mesa no estaba instalada, faltaba una persona, así que se sentó a esperar por varios minutos. Los funcionarios de la ONPE creyeron que era personera de un partido político, hasta que se acercaron a ella y le explicaron por qué la mesa no abría. Fue ahí que Luz les dijo que ella había llegado para votar, que no era personera y que si lo que faltaba era una persona, ella podía ser voluntaria para ser miembro de mesa.
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“Ellos no me creían, no creían que yo a mi edad quisiera estar ahí. ‘¿Cuál es el problema?’, les digo”, y así, con 71 años, Luz tomó el asiento del tercer miembro de mesa.
Ya habían pasado más de cinco horas de jornada y Luz seguía emocionada por lo que había logrado en el día. “Yo encantada de la vida, me encanta participar, poder cumplir con mi país, estoy viva y fuerte. Qué impide que lo haga si mi deseo sale de mi corazón. Yo estoy muy tranquila”, dijo en conversación con El Comercio.
Un caso parecido le sucedió a Mario Arancibia Aguirre de 67 años que llegó a la UNI para ejercer su voto. Mario debía votar en el aula 111 del primer piso de la facultad de ingeniería civil pues esta aula estaba vinculada con el registro nacional del Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad (Conadis) pues el se moviliza con silla de ruedas.
Sin embargo, al llegar, lo que vio le pareció algo muy “injusto”. Mario comentó que habían tres muchachos a los que la policía les pedía DNI para ser miembros de mesa, pero ellos insistían que no podían porque tenían que trabajar, justamente por eso habían ido temprano.
“Yo dije que yo me quedaba porque si ellos trabajaban que se vayan. Mira todo lo que estaban perdiendo. Nosotros no podemos juzgar cuales son sus necesidades, para mi ellos estaban dando un buen argumento. Imagínate le ponen multa y además le descuentan su sueldo”, explicó. Fue así que Mario se quedó como miembro de mesa aunque confiesa que en nunca pensó que lo sería.
Además, él indicó que tuvo varios problemas para ingresar a la UNI porque, a pesar de ser una persona con discapacidad, no lo dejaban ingresar por la puerta más cercana a su aula.
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Funcionarios de la ONPE indicaron que en este centro de votación un número importante de miembros de mesa no llegaron. 12 mil personas debían acudir a votar a la UNI y eran tres facultades habilitadas para 106 mesas.
Pero este centro universitario no fue el único que tuvo problemas por falta de miembros de mesa. Con tan solo 18 años, Milton Manuel llegó a votar por primera vez. Llegó antes de las 8 a.m. al estadio Lolo Fernández en Breña. Sin embargo, vio que no había llegado ni el presidente de mesa ni los suplentes.
“Decidí presentarme porque si no, no se iba a poder abrir la mesa de sufragio”, indicó Milton a El Comercio.
En otro local de votación, en la institución educativa Cristo Salvador en Surco, compañeros de mesa agradecen y aplauden a Alicia Rojas Valdivia e Inocencio Ruso Ríos mientras comparten con este Diario cómo decidieron ser miembros de mesa voluntarios.
“Cuando llegué, mi mesa no se había abierto. Luego sentí que me abordaron”, dijo entre risas Alicia. “Y me preguntaron si quería ser voluntaria. Entonces pensé: ¿por qué no?”, agregó. Mientras contaba esto, fue interrumpida por un elector que llevaba gaseosas para invitarle a los miembros de mesa en manera de agradecimiento. Alicia aseguró que durante toda la jornada recibieron agradecimientos de los electores.
Por su parte, Inocencio, de 63 años, relató que cuando llegó a su mesa faltaba una persona y los demás miembros de mesa le rogaron si podía quedarse. Él aceptó. Sus compañeros, hasta el final de la jornada, le agradecían haber aceptado.