La vida de Fabricio ha sido una constante batalla. Desde su nacimiento, hace 13 años, ha pasado gran parte de su vida entre consultorios y urgencias hospitalarias. Ha sido sometido a múltiples exámenes debido a un mal poco común que lo aqueja.
Su lucha comenzó antes del 2017, cuando El Comercio dio a conocer su caso, un niño de seis años que nació con dextrocardia (el corazón en el lado derecho), un solo ventrículo y estenosis pulmonar, una condición que reduce el flujo de sangre hacia los pulmones. Estos problemas afectan su oxigenación al punto que cualquier esfuerzo físico podría ser fatal.
En octubre del año anterior, los médicos alertaron a Antonia Mejía, su madre, de la urgencia de operarlo antes de seis meses. Fabricio ya había sido intervenido a los 18 meses con una derivación cavopulmonar, que le permitió oxigenar mejor su sangre, pero el tiempo para una cirugía definitiva, la Fontan Kreutzer, llegó en 2015. Esta operación era vital para reducir la carga de su ventrículo y mejorar su oxigenación, pero la intervención era aplazada.
En 2015, el Seguro Integral de Salud (SIS) informó que, al ser el padre de Fabricio policía, el niño debía recibir atención a través de Saludpol. Así inició una serie de trámites y exámenes en clínicas y hospitales sin que la operación se concretara.
Una fuente de Saludpol indicaba entonces que se esperaba la aprobación de presupuesto en la clínica El Golf. Sin embargo, según otra fuente, las deudas de Saludpol con clínicas privadas había limitado las opciones de atención para casos críticos como el de Fabricio.
Ahora Fabricio, que aún presenta una malformación en el corazón, con un ventrículo único y dextrocardia, pues su corazón está en el lado derecho del pecho, no puede desarrollar su vida como la de cualquier joven. Él ha sido sometido a tres intervenciones a corazón abierto a sus cortos 13 años. Antonia Mejía contó a El Comercio que su hijo recién fue operado del corazón a los 9 años, cuando debió ser cuando tenía 5 años. Precisamente, este diario informó, en julio del 2017, de su caso y la larga espera para intervenido quirúrgicamente.
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En ese trayecto, en el 2019, a Carlos Fabricio le dio una hemiplejia, lo que le ha causado dificultad para caminar, pero él, con todas las ganas del mundo, ha tratado de desarrollar sus actividades con normalidad, como ir al colegio.
Aparecieron hinchazones en diversas partes del cuerpo
En 2022, los síntomas de su afección regresaron, provocando hinchazón en varias partes de su cuerpo, como la cara, las piernas y los tobillos. Como tantas veces antes, su madre lo llevó al Hospital Central de la Policía, ya que su padre es miembro de la PNP.
Debido a que en dicho centro hospitalario no cuentan con especialistas en cardiología infantil, el menor fue derivado al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de San Borja para que reciba atención especializada.
A partir de ese momento, según relató la madre, comenzó un constante ir y venir entre ambos hospitales, ya que no se ponían de acuerdo sobre cuál debía ser el lugar adecuado para su atención o internamiento. Mientras tanto, la salud de Carlos Fabricio empeoraba. El primer diagnóstico que recibió fue que la hinchazón era consecuencia de la retención de líquidos, por lo que le recetaron medicamentos.
Sin embargo, el cuerpo del menor seguía presentando hinchazón cada vez que se despertaba después de dormir y que eso disminuía con el trajín del día. Incluso, fue atendido en el INSN de San Borja y se le realizó múltiples exámenes, pero la especialista solo recomendó aumentar la dosis de los medicamentos que venía tomando.
Antonia Mejía indicó que la situación de Fabricio comenzó a empeorar en julio del 2024, ya que comenzó a presentar hinchazones en mayor volumen y en otras partes del cuerpo.
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Los médicos optaron por cambiarle de medicamento y permaneció internado varios meses en el Hospital Central de la Policía. Un hecho que no se entiende es que los hospitales mencionados no aceptaban el traslado del paciente entre sus áreas de emergencia.
Es decir, el menor tenía que ser dado de alta del área de emergencia del Hospital Central de la Policía y pasar por consultorio del INSN de San Borja para recién ser revisado y sometido a exámenes.
Ingreso al INSN de San Borja
El menor recién pudo ingresar al INS de San Borja a inicios de octubre. Se le realizó una biopsia en el hígado para conocer si tenía dañado dicho órgano. Antonia Mejía señaló que los resultados indicaron que su hijo no tenía cirrosis.
Unos días después, Carlos Fabricio fue sometido a un cateterismo, pero el procedimiento no pudo completarse debido a que, según le informó el médico a la madre del paciente, ya se le había calcificado el stent que se le había colocado y, que por ese motivo, se le estaba programando un segundo procedimiento.
Sin embargo, Antonia Mejía indicó que no se concretó debido a que, supuestamente, iba a venir un médico de Chile para operar a Carlos Fabricio y que eso se realizaría a inicios de noviembre, pero finalmente eso no ocurrió.
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La progenitora del menor afirmó que en el INSN de San Borja se ha derivado a su hijo a la unidad de cuidados paliativos, pero ella pide que su hijo sea operado.
Recordó que en el Perú solo se realizan ese tipo de operaciones en la clínica Delgado, el Instituto Nacional Cardiovascular (Incor) de EsSalud y el INSN de San Borja. Remarcó que otra opción es que su hijo reciba un trasplante de corazón y espera que sea colocado con urgencia en la lista.