El avistamiento de ballenas en el país requiere una regulación para proteger a las ballenas jorobadas que visitan nuestras costas cada año para reproducirse, y además garantizar que esta actividad turística se realice de manera sostenible.
Sin un código regulado, los avistamientos pueden afectar negativamente a las madres y sus crías, especialmente durante la lactancia. Desde el 2008, la flota turística ha crecido a más de 25 embarcaciones, y muchas veces se supera el límite recomendado de tres botes por grupo de ballenas, lo que genera una reducción del tiempo de descanso los grupos madre-cría, los cuales son los más vulnerables.
En este contexto, del 23 al 27 de septiembre, Perú fue sede de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), donde representantes gubernamentales y expertos de 63 países discutieron medidas para la conservación de los cetáceos y regulación de la caza que algunos países aún practican.
La CBI impulsó el manual de avistamiento de ballenas o “Whale Watching Handbook”, cuyo propósito es proveer guía a sus países miembros sobre cómo regular esta actividad para reducir sus impactos negativos sobre el comportamiento de estas especies. Además, se dispuso el apoyo técnico a los países que lo soliciten para desarrollar las regulaciones pertinentes.
Al respecto, Aimée Leslie, directora de Conservación de WWF Perú, expresó su preocupación respecto a que “el Perú es el único país en Latinoamérica que aún no cuenta con un reglamento oficial de avistamiento de ballenas”.
“A la fecha, solo existe una resolución ministerial (RM 451-2019-PRODUCE) que establece distancias mínimas de acercamiento a los cetáceos. En el caso de las ballenas, se recomienda una distancia de 100 metros, y si es que están en actividades de socialización, una distancia mínima de 300 metros. No obstante, su aplicación es recomendatoria. Por lo que, contar con un reglamento de avistamiento podría ser una medida complementaria y efectiva de protección de las ballenas en nuestro país”, manifestó.
Explicó la necesidad de que se elabore un reglamento construido bajo un proceso de consulta participativa con los actores involucrados, y que fomente un turismo responsable y sostenible.
“Es importante que las instituciones articulen de manera efectiva y se pongan de acuerdo para elaborar una resolución que haga obligatoria de alguna manera el cumplimiento de las normativas o las recomendaciones para el turismo de observación de ballenas. Además, deben ser acompañadas de capacitaciones continuas, sino la actividad crece de manera descontrolada. Y esto tiene una afectación sobre el comportamiento de las especies”, aseveró.
Por su parte, el especialista en mamíferos marinos, Frank Garita Alpizar, delegado oficial de Costa Rica, destacó la importancia de la regulación en la observación de cetáceos en América Latina. “El turismo de observación ha crecido muchísimo. Y un turismo masivo puede afectar. Pero en las aguas tropicales, desde Perú hasta Costa Rica, en el caso de la ballena jorobada en el Pacífico, ellas llegan a reproducirse y tener sus crías. Son momentos muy íntimos y hay que respetar su espacio. Por eso es muy importante tener regulaciones y explicarles a los operadores del turismo qué espacio tienen que darles, cuánto tiempo pueden estar ahí, cuántos botes pueden permanecer”, afirmó.
Contenido sugerido
Contenido GEC