Felicia del Pozo es una estudiante de Comunicación en sus últimos ciclos y confiesa que le daba pavor regresar a la universidad presencialmente. Maneja desde los 18 años, pero pensar en el tráfico de la avenida Javier Prado solo le trae ahora malos recuerdos, como la vez que llegó tarde a una grabación importante o cuando perdió una de sus prácticas porque un camión se quedó atorado en el Óvalo Monitor y no dejó avanzar a ningún carro en horas.
Antes de la pandemia, según nos comenta, demoraba 1 hora para llegar a su facultad conduciendo su auto; sin embargo, hoy asegura que se ha vuelto un calvario perder entre 3 y 4 horas al día en el embotellamiento que se forma por algunas zonas de Lima. Así como Felicia, miles de conductores atraviesan aquello que durante años los aspirantes a burgomaestres nos han jurado -sin éxito- solucionar: el tráfico limeño.
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De hecho, según el último informe de TomTom, plataforma que analiza el índice de tráfico anual en 404 ciudades en 58 países de 6 continentes, Lima fue catalogada durante el año 2021 como la segunda ciudad con mayor tráfico de Sudamérica, ocupando así el puesto 19 en todo el mundo, superada tan solo por la capital de Colombia, Bogotá.
En esa línea, El Comercio decidió consultar a los conductores que avanzaban a un paso sumamente lento por el bypass del Óvalo Monitor, obra que tras 2 años aún no se termina, qué les gustaría estar haciendo justo en esos momentos que terminan siendo horas, en vez de estar “atorados” en el tráfico de la capital. Conductores de taxis, camiones y autos particulares conversaron con nosotros para decirnos qué sienten sobre una situación que parece no tener solución en una ciudad tan caótica como Lima.
El día en que los entrevistamos, el último 29 de abril, las plataformas Waze y Google Maps reportaban hasta 5 horas consecutivas de tráfico vehicular en avenidas principales como Javier Prado, Abancay y Aviación.
“Por lo menos 2 horas de tráfico entre la mañana y la tarde; son 4 horas de promedio que perdemos tiempo con toda esta situación lamentablemente”, asegura Juan Ancos, quien trabaja como transportista en su ruta hacia el sur, por lo que siempre pasa por la avenida Javier Prado. Nos mostró su preocupación con respecto al tráfico que sobre todo últimamente debe afrontar, pero sabe que si algo distinto quisiera hacer en todo ese tiempo que pierde al día, es leer, una de sus actividades favoritas. William Cervantes, nos comentó una situación similar, ya que sostiene que no hay día de la semana en que esté la avenida libre a esa hora.
Otra situación que también mencionan los conductores es el aumento de combustible a comparación de lo que gastaban hace un año. Recordemos que el 3 de abril el Gobierno peruano emitió una norma que exonera de manera temporal el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a la gasolina de 84 y 90 octanos y al diésel, con el fin de disminuir el impacto del alza de los precios de combustibles. No obstante, Juan Vilca dice no ver reflejada aún la norma. ”En peajes gasto 250 soles y en gasolina más de 600 soles; el año pasado gastaba la mitad de lo que gasto ahora”, asevera.
La misma situación es por la que pasa Fernando Araníbar, quien dice perder al día 3 horas en el tráfico de Lima. “Me gustaría estar en mi casa con mis hijos o produciendo más en el trabajo”, añade Fernando, quien ahora desembolsa hasta 800 soles mensuales en gasolina debido al alza, casi S/ 300 más que hace un año. José Antonio no se queda atrás, pues lamenta perder 5 horas al día en el tráfico de la capital. “Solo me gustaría avanzar, la verdad. Tanto aquí como en la vía Expresa”.
Otro de los casos más drásticos es el de Isabel, quien asegura perder hasta 6 horas al día en el tráfico limeño, tiempo en el que le gustaría estar descansando en casa. “Gasto 400 soles al mes a pesar de hacer rutas cortas, antes gastaba menos, entre 200 y 250 soles”. A ella se le suma Pierina Gomez, una joven que dice perder 3 horas en el tráfico de Javier Prado, horas que podría invertir en hacer deporte, ir al gimnasio o pasar más tiempo con su familia. “Me gustaría estar estudiando”, fue otro de los testimonios más impactantes que logramos recoger en nuestra caminata.