Enrique Planas

Asume el cargo de directora en plena restauración del perímetro del , y eso ya tiene un valor simbólico. Para Sharon Lerner, resulta un privilegio trabajar en un edificio que este año cumple 150 años, y que se revela como nuevo tras las obras emprendidas gracias a la Unión Europea, el World Monuments Fund y la Municipalidad de Lima. Un trabajo silencioso iniciado a fines de agosto del 2020, que demandó medio millón de euros de inversión.

A la renovación del continente, a Lerner le corresponde ahora hacer lo propio en el contenido. Habiendo trabajado durante una década en la institución como curadora de Arte Contemporáneo, para ella no ha sido necesario hacer previamente diagnósticos o analizar cifras, pues la hoy flamante directora del MALI ha conocido muy bien el caballo antes de montarlo. “Estoy asumiendo formalmente la dirección tras un trabajo de diagnóstico muy fuerte al interior del equipo”, señala la investigadora, refiriéndose al proceso de introspección de los trabajadores del museo a lo largo de la pandemia, con la dirección vacante por poco más de un año. “Fue un trabajo transversal, en el que todos participaron. La institución pudo verse hacia dentro y reconocer sus fortalezas y debilidades para poder adaptarse a la nueva realidad”, explica. “No se ha terminado aún de capear el temporal, pero la institución se encuentra en una situación mucho más sólida y estable que hace un año y medio”, afirma.

Público frente al icónico cuadro "Los funerales de Atahualpa" del pintor Luis Montero.
Público frente al icónico cuadro "Los funerales de Atahualpa" del pintor Luis Montero.

¿A partir de ese autodiagnóstico, cuál es el punto más fuerte del museo y en cuales la institución debe trabajar?

El plan anual prevé un trabajo muy fuerte en públicos y audiencias para mejorar la experiencia. El MALI siempre se ha caracterizado por tener contenidos excelentes, grandes curadurías, un trabajo muy atractivo de investigación y un sólido manejo de sus colecciones, pero quizá el aspecto en que menos se ha enfatizado es en la experiencia del público. ¿Cómo se siente con la información? ¿Cómo comunicar? ¿Cómo se mueve en el espacio? ¿Cuál es la relación del museo con el parque? Mejorar la experiencia debe ser prioritario en los próximos años.

Pienso que hay que volver a lo básico. No podemos hacer la cantidad de cosas que hacíamos antes, cuando hacíamos 15 exposiciones al año. Ahora las muestras durarán un poquito más de tiempo, para que las vea más gente. Asimismo, había un montón de programas públicos y activaciones que quizás no valorábamos en toda su dimensión: las noches MALI, los viernes de conciertos, DomingueArte. La idea es reflotarlos como un polo de atención del museo. Y recuperar cosas muy básicas, también: reactivar la cafetería y replantear todo el ingreso para hacerlo más acogedor.

Vista de la instalación de Joanie Lemercier, exhibición que presentará en el MALI en junio gracias a la alianza con Fundación Telefónica Movistar. (FOTO: Fundación Telefónica Movistar).
Vista de la instalación de Joanie Lemercier, exhibición que presentará en el MALI en junio gracias a la alianza con Fundación Telefónica Movistar. (FOTO: Fundación Telefónica Movistar).

Cuando entrevisté a Bartomeu Marí, el anterior director del MALI, me dijo que el museo era una institución “frágil”, en la medida que las aportaciones del patronato no superaban entonces el 18% del total de ingresos de la institución. ¿Qué se ha hecho para fortalecerla?

Decir que es “frágil” es relativo. Lo sería si se piensa que todos los ingresos del museo tendrían que venir de su patronato. El modelo del MALI en los últimos años ha sido muy exitoso al no depender de una sola fuente de ingresos: tiene un patronato bastante fiel, así como amigos del museo y mecenas bastante dedicados. Pero eso no puede cubrirlo todo. El MALI también tiene un sistema auto gestionado que durante mucho tiempo ha sido modélico para otras instituciones. Sus fuentes de ingresos provienen de su parte educativa, la gestión de sus espacios, además de la taquilla y la búsqueda de auspicios para proyectos. Haber tenido muchas estrategias ha hecho del museo una institución con una proyección muy grande. Sin embargo, la crisis de los últimos años ha sido fuerte, y probablemente lo que toca es decrecer un poquito hasta estabilizarnos, contener un poco las ambiciones hasta llegar a un punto de equilibrio. Sin dejar de arriesgar en proyectos, naturalmente, pero un paso a la vez.

¿Cómo se superó el golpe que supuso la pandemia?

Con estrategias en cada rama. Tenemos una gerencia muy buena que hace un trabajo de hormiga, atento al detalle de la economía de la institución. El equipo ha hecho sacrificios muy fuertes, se han recortado proyectos y los miembros del patronato apoyaron de modo decidido para sostener la institución, hay que reconocerlo. Y se invirtió mucho en transformar nuestras fuentes de ingreso. Acabamos te cerrar una subasta que superó nuestras expectativas, y ahora estamos empezando la campaña de VeraneArte. Proyectamos los gastos con una perspectiva juiciosa, ajustando cada paso y decisión que se toma.

“Línea de vida”, es un proyecto del desaparecido artista transgénero Giuseppe Campuzano que resume su proyecto de Museo Travesti.
“Línea de vida”, es un proyecto del desaparecido artista transgénero Giuseppe Campuzano que resume su proyecto de Museo Travesti.

Tu perfil está claramente vinculado al arte contemporáneo. ¿Cómo sintonizar ese perfil con un museo cuyo público aún considera ligado especialmente a su patrimonio prehispánico y colonial?

Mi perfil no tiene que definir lo que va a hacer el museo en el futuro. Hay proyectos contemporáneos cada vez más presentes, un trabajo transversal que se realiza de forma natural. El museo cuenta con un equipo curatorial único en el contexto nacional, pues no hay muchas instituciones que cuenten con un pool de curadores, con perfiles variados, ligados a las colecciones y a la visión del museo. Todas las discusiones y decisiones en torno al programa las hacemos de modo colectivo. Y lo que hemos conversado en el último año es que el enfoque debe ser más transversal. Que haya un énfasis en lo patrimonial no quita que haya una mirada contemporánea, y que haya obra contemporánea no quita que haya una visión histórica. Puede verse en nuestras muestras precolombinas, que siempre incorporan obra contemporánea, avances científicos, tecnología. Eso es algo que no va a cambiar.

Según Sharon Lerner, el Museo de Arte de Lima ha iniciado una nueva relación con sus públicos, enfocada en hacer de la visita una experiencia más completa.  (Foto: Nancy Chappell)
Según Sharon Lerner, el Museo de Arte de Lima ha iniciado una nueva relación con sus públicos, enfocada en hacer de la visita una experiencia más completa. (Foto: Nancy Chappell)

¿Y qué si se debe cambiar en el MALI?

La experiencia del museo, que pasa por la percepción que tiene la gente de la institución. Hay algo muy extraño: quizás lo monumental del edificio del museo genera una barrera frente al público. Y ello no permite que la gente que visita el parque sienta ganas de entrar. Tenemos que trabajar en abrir esa caja.

¿Cómo evitar que un museo resulte intimidante?

El museo no tiene que ser solo el espacio de las colecciones o las exhibiciones temporales. Entrar tiene que ser una experiencia en sí misma: sentarse en el patio a leer un libro, visitar la cafetería, que tus hijos jueguen con alguna pieza en la entrada. Por más cliché que suene, el museo debe convertirse en un punto de encuentro, un lugar donde la gente quiera estar. Que el patio sea una extensión del parque. Que el portón no sea una frontera. Estas no son ideas nuevas, por supuesto, pero la gran pregunta es cómo lograrlo. El museo lo ha conseguido en varios momentos, pero es un trabajo continuo y sostenido. El gran reto es lograrlo tras la pandemia.

En el plan del museo de este año está contemplada una muestra del desaparecido artista transgénero Giuseppe Campuzano, ¿Cómo el MALI hará visibles artistas muchas veces eclipsados?

El museo viene trabajando en ello hace una década. Ha sido su bandera la investigación y redescubrimiento de figuras. Lo demuestran todas las exposiciones de artistas modernos y contemporáneos que se han hecho. La pieza de Giuseppe, “Línea de vida”, que presentaremos en el museo, se incorporó a la colección del museo hace cuatro años, pero nunca hubo el espacio para mostrarla. Se trata de un resumen del proyecto de su Museo Travesti. Para mí, que la gente vea todo lo que se ha estado haciendo en el MALI puertas adentro, y lograr que ello conviva naturalmente con las colecciones de siempre, es como abrir el cofre del tesoro.

El MALI es uno de los museos que está presente en Google Arts & Culture. (Imagen: Google)
El MALI es uno de los museos que está presente en Google Arts & Culture. (Imagen: Google)

¿El MALI retomará su línea editorial?

Sí, por supuesto. Los proyectos editoriales van a continuar porque están asociados a los proyectos expositivos. Si bien tuvimos un momento de gran actividad editorial, esta nunca se ha suspendido. Acabamos de sacar “Museo”, el libro de Juan Enrique Bedoya, y recién salió de imprenta el catálogo de Sandra Gamarra, con el texto de Luis Eduardo Wuffarden. Para el próximo año tenemos la muestra “Los Incas: más allá del imperio”, que viene con dos grandes publicaciones. Los proyectos editoriales son muy costosos y cada vez es más difícil financiarlos, pero no vamos a parar. Solo que el “coffe table” va a tener que espaciarse.

¿Y el auditorio?

Se va a reactivar. Pero estamos viendo con qué tenor. Hay que armar los programas de cine y teatro, reconstruyendo nuevamente esas relaciones. Tenemos que encontrar un punto que pueda apoyar el programa de exposiciones y los temas más transversales.

El Mali siempre ha tenido una proyección mundial. ¿Cómo nos ves la expectativa que sobre la cultura peruana tienen los museos internacionales? Pienso en la exposición prehispánica que se expone en el British Museum, por ejemplo.

Hay muy buena impresión por la escena local desde fuera, y es algo sostenido. Hablamos de las grandes muestras, pero también del interés específico de agentes internacionales por artistas y productores locales. Hay curadurías específicas en otros países dedicadas a pensar cuestiones referidas al medio ambiente o la identidad indígena, y todo eso mira hacia nuestra región. Dicho esto, si bien una meta del MALI es continuar con los proyectos internacionales, queremos empezar a pensar en el interior del país. Siempre ha sido un sueño, pero aún no hemos logrado intercambios regionales. Es algo que nos hemos puesto como meta este año.

Sharon Lerner, nueva directora del MALI. Foto: César Bueno para El Comercio.
Sharon Lerner, nueva directora del MALI. Foto: César Bueno para El Comercio.
/ NUCLEO-FOTOGRAFIA > CESAR BUENO

VEA EL VIDEO

Conoce los museos virtuales que puedes recorrer sin salir de casa 07/06/2020
Desde la comodidad de tu hogar puedes acceder a numerosos museos del mundo, gracias a la digitalización del patrimonio cultural.

LE PUEDE INTERESAR