Es cierto que la Academia de Hollywood hizo esfuerzos anoche por verse más progresista e inclusiva en los Premios Oscar 2022. Sin embargo, como decían antaño, se le notaron las costuras. El altercado entre Will Smith y Chris Rock, y todo lo sucedido en torno a ello, es el máximo ejemplo de que la Academia, como institución, no ha reflexionado lo suficiente sobre las nuevas demandas sociales, y que hay actores —y actrices también, seguro— que no están listos para esta conversación.
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Chris Rock hizo una “broma” sobre el look de Jada Pinkett-Smith. Aunque inicialmente Will Smith se rio de ello, al ver la molestia de su esposa se paró y golpeó a Rock. Luego le gritó: “Saca el nombre de mi mujer de tu boca”. Tras el golpe —vergonzosa situación—, en las redes sociales, el termómetro de nuestro tiempo, se leían mensajes que calificaban la actitud de ambos como ejemplos de masculinidad tóxica. No faltó quien dijera que este análisis obedece más a un capricho feminista, pero hay pruebas fehacientes de que el error sería negar la realidad.
El Journal of School of Psychology define la masculinidad tóxica como “la constelación de rasgos (masculinos) socialmente regresivos que sirven para fomentar la dominación, la devaluación de la mujer, la homofobia y la violencia sin sentido”. No hay que hacer análisis muy sesudos para caer en cuenta de que, basándonos en esta definición, la masculinidad tóxica es aquello que hemos normalizado a lo largo de la historia. Y que, a propósito de esta normalización, es comprensible el desconcierto de algunas personas ante la invitación de estos tiempos para ver las cosas de otra manera. Lo que no es comprensible es la poca voluntad de hacerlo.
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Entonces, puedo resumir en cinco las razones que explican por qué lo sucedido entre Chris Rock y Will Smith es una muestra de masculinidad tóxica:
1. Chris Rock se burla de la apariencia de Jada Pinkett Smith desde una posición de ventaja
Él está parado en el escenario hablándole no solo a sus colegas, sino al mundo. Ella, que tiene una enfermedad que la afecta físicamente, no está en la misma posición que él, no puede responderle. Adicionalmente, en más de una ocasión, Jada Pinkett Smith ha hecho pública su incomodidad con el asunto y ha dicho sentirse muy afectada por ello. ¿Con qué derecho Chris Rock asume que su comentario sería bien recibido? No estamos hablando de censura, sino de establecer límites de respeto.
2. “Mi mujer”, el machísimo sentido de propiedad y la reivindicación de la virilidad
La enfatización del “mi mujer”, como la propiedad que defiendo. Y la defiendo con violencia porque esa defensa supone también la defensa de la propia hombría. Bruno Rivas, periodista y docente universitario, ha escrito en sus redes sociales una reflexión que resumo para traerla a este espacio: la pareja Pinkett Smith dio a conocer hace un tiempo que por años habían mantenido una relación abierta. Tras la revelación, a Will se le veía sumamente consternado. Tanto así, que llegó a crearse un meme con su rostro de tristeza. De pronto, se había hecho público que uno de los galanes más reconocidos de Hollywood no “satisfacía” a su esposa. Una idea que puede quebrar a una persona acostumbrada a dejar en claro que ejerce de forma “adecuada” su masculinidad. Entonces, ante la “broma” de Rock, Will Smith encontró el momento para exponer que es lo suficientemente masculino para defender a su esposa públicamente. Demostrar que sí es el macho capaz de cumplir con las funciones que el patriarcado le exige. Darle la vuelta a lo que se había expuesto.
3. ¿Y si hubiera reaccionado ella y no él?
En las mismas redes sociales en las que se habla de masculinidad tóxica, una buena cantidad de hombres han salido a defender la reacción de Will Smith, argumentando que ellos hubieran hecho lo mismo por defender a sus esposas, dejando en claro la necesidad de imponerse, con mayor violencia, sobre una masculinidad ya violenta. Pero, ¿Qué hubiera pasado si Jada Pinkett Smith se paraba y golpeaba a Chris Rock? ¿O si se ponía de pie y se retiraba del lugar? ¿O si desde su asiento levantaba la voz para desautorizar a Rock? No dudo ni por un segundo que los comentarios hubieran sido “está loca”, “es una histérica”, “qué le pasa, seguro está con la regla. O con la menopausia”. Y cosas así. Tampoco hubiera faltado quien pida la presencia del consorte para defender el honor de la dama en apuros (que es lo que sucedió, digamos). Lo que les molestaría, entonces, como ha sucedido en muchísimas otras oportunidades, es que una mujer alce la voz, porque “calladitas se ven más bonitas”.
4. El asumir la violencia como único camino posible para imponer respeto
Es increíble ver todo el espacio que se abre para la impunidad en defensa del honor. Inspirado en el código de Hammurabi, dice el manual del macho medieval —que también es el del macho decimonónico y del macho del Viejo Oeste— que “ojo por ojo, diente por diente”. Parece que en algún momento de la historia la mujer, al estar en pareja, se volvió el ojo o el diente del hombre. La romantización de la violencia como único instrumento para salvar el honor tiene que ver con la masculinización del honor que se dice defender. Y lo peligroso es que este no es un argumento muy distinto al que usan los agresores de mujeres.
5. Al estar normalizada, la masculinidad tóxica se transmite facilmente
Tras el vergonzoso incidente, Smith fue premiado con el Oscar a mejor actor. La Academia no tuvo protocolo alguno para sancionar la violencia, ni durante la ceremonia, ni en sus redes sociales. El ganador de la estatuilla por la película “King Richard”, dio un discurso sazonado con lágrimas en el que le pidió perdón a la Academia y a los otros nominados, argumentando que “el amor nos empuja a hacer cosas locas”. Desde los estudios de género podríamos corregir la frase: La versión más tóxica del amor, habrá querido decir. Jaden Smith, hijo de la pareja, tuiteó al final de la noche: “And that’s how we do it” (Y así es como lo hacemos). Se educa con el ejemplo.