No hay plomero más famoso en el mundo que Mario, aquel rechoncho italiano de Brooklyn protagonista de decenas de videojuegos que extrañamente se ha vuelto en uno de los mayores representantes de la cultura japonesa en el mundo. ¿De qué otra manera explicar que en las Olimpiadas Río 2016 el entonces primer ministro nipón, Shinzo Abe, apareciera vestido con el distintivo sombrero rojo para anunciar que la siguiente sede de los juegos olímpicos sería en Tokio?
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Pero a pesar de su casi dominación cultural en el campo de los videojuegos, su expansión en otros medios ha sido mucho más lenta. Fuera de algunos dibujos animados a inicios de los 90 y la adaptación ‘live-action’ en 1993, el hijo predilecto de Nintendo se ha mantenido alejado de las cámaras.
Esta renuncia parece haber llegado a su fin solo recientemente, y en el último Nintendo Direct la compañía japonesa finalmente anunció la fecha de estreno para su siguiente aventura animada, el 21 de diciembre del 2022, así como su elenco lleno de estrellas como Chris Pratt, Anya Taylor-Joy y Seth Rogen, entre muchos otros.
La razón de este intervalo ya es bien conocida. Y es que la primera incursión a la pantalla grande del plomero fue tal desastre que mantuvo a Nintendo alejado de Hollywood por casi tres décadas, cuando finalmente prestó a otro de sus personajes emblemáticos para la cinta “Detective Pikachu” en 2019. Pero remontémonos a la década de los 90, tiempo en que Super Mario era aún más un ícono cultural y Nintendo cometió uno de los mayores errores de su historia.
UNA PELÍCULA NADA SUPER
La saga de “Super Mario Bros” comenzó en 1991 cuando el director y productor Roland Joffé (“The Killing Fields”, “The Mission”) obtuvo una audiencia con el entonces presidente de Nintendo, Hiroshi Yamauchi, para proponerle una adaptación de su franquicia más importante.
En ese entonces los derechos de Super Mario eran uno de los santos griales en Hollywood, y varios estudios habían ofrecido millonarias sumas para poder adaptar los populares videojuegos. Sin embargo, algo en la visión de Joffé de una versión más oscura de la franquicia pareció intrigar al ejecutivo, quien finalmente le otorgó los derechos por solo US$2 millones.
“Creo que ellos veían a la película como una extraña criatura que estaban intrigados sobre si podía caminar o no”, reflexionó Joffé en diálogo con Wired.
Pero fuera de este golpe de fortuna, pronto comenzaron los problemas para la producción de la película, entre ellos la elección del director. Aunque inicialmente Greg Beeman (“License to Drive”) había sido elegido para liderar el proyecto, el fracaso de su reciente película “Mom and Dad Save the World” llevó a que los productores lo despidieran.
Finalmente Joffé contrató a Rocky Morton y Annabel Jankel, una pareja de esposos pioneros en el uso de la animación de computadora quienes habían creado la popular serie de televisión “Max Headroom”, cuya estética era similar a la idea que Joffé tenía para la película.
La historia de la película fue otro gran problema para los productores. Joffé ya había adelantado a Nintendo que no quería hacer solamente una película para niños, y en eso tanto Morton y Jankel estaban de acuerdo. El resultado fue que tras varias revisiones de guiones, idearon un universo que tenía que ver poco la colorida versión de los videojuegos.
Si bien mantenía la idea de que Mario y Luigi eran plomeros de Brooklyn, Nueva York, en esta historia sus aventuras ocurren en un universo paralelo donde los dinosaurios han evolucionado para convertirse en la especie dominante de la Tierra. Los escenarios estaban lejos de los pacíficos prados o desiertos de los videojuegos, y en cambio se ubicaban en una futurista y hacinada versión de la ‘Gran Manzana’ que no estarían fuera de lugar en una película como “Blade Runner”, donde el material de preferencia parece ser el cuero y el látex.
“Esto no es ‘Blanca Nieves y los siete enanos’. El mundo de los dinosaurios es sombrío y no vamos a ocultarlo”, afirmó Joffé.
Fue esta versión la que consiguió a algunos de los más importantes actores del momento, con Bob Hoskins (“Who Framed Roger Rabbit”, “Hook”) finalmente aceptando su destino de interpretar a Mario. Otros miembros del elenco fueron Dennis Hopper como el presidente Koopa - el equivalente a Bowser en la cinta -, John Leguizamo como Luigi y Samantha Mathis como la princesa Daisy.
Sin embargo, la adquisición de los derechos de distribución de la película por la Walt Disney Company poco antes del comienzo de la filmación, llevó a que se realizaran frenéticos cambios al guion para hacerlo más apropiado para niños, acorde a las expectativas del estudio. Estas continuas modificaciones de la historia, así como la falta de experiencia de los directores en la realización de largometrajes, llevaron a que el proyecto pronto se descarrilara y hubiera caos continuo en el set, al punto que el propio Hoskin, calificara su trabajo en la cinta como el peor de su carrera.
Hopper no tuvo una mejor experiencia, y un artículo de The Guardian relata cómo el actor se pasó horas gritándole a Morton y Jankel por el cambio de algunas de sus líneas.
Al final las visiones en conflicto, así como un artículo crítico en el LA Times sobre las condiciones en el set, terminaron por asegurar el fracaso de la película a su salida en mayo de 1993. De los US$48 millones que requirió filmar la película, el proyecto solo recuperó US$21 millones, según Box Office Mojo. Y aunque en los últimos años la cinta ha ganado una reputación de película de culto, esta todavía mantiene un 28% de ‘frescura’ en el portal Rotten Tomatoes.
Muestra de la cicatriz que dejó “Super Mario Bros.” en Nintendo y Hollywood es la dificultad que uno experimenta al intentar conseguirla. Actualmente no está en ninguna de las principales plataformas de streaming en Latinoamérica y verla requiere comprar costosas versiones en Blu-ray o DVD.
Y aunque representantes de Nintendo como Shigeru Miyamoto nunca han presentado su opinión de la cinta, es imposible no pensar que parte del trauma llevó a que se demorarán tanto para volver a llevar a Mario a la pantalla grande, esta vez bajo la estricta supervisión de la compañía japonesa y con un reconocido estudio de animación como Illumination a cargo del proyecto. Todo para asegurarse que cuando el plomero favorito de Japón regrese a la pantalla grande, lo haga como un éxito indudable.
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