Enrique Planas

Intentaba ese domingo, 28 de julio, ingresar con su esposa al Centro Histórico para conocer la catedral, cuando un agente policial le explica que el ingreso peatonal estaría cerrado lo que durara el discurso de la presidenta. En mutua ingenuidad de turistas, decidieron comer algo cerca y luego retomar el ansiado paseo. A las 4:30 de la tarde, encontraron en la misma calle cerrada al mismo policía, quien les dice que aún la mandataria no había acabado su mensaje a la nación. Frustrados, regresaron a su hotel al otro lado de la ciudad, mientras el escritor español Santiago Posteguillo recordaba la estrategia política de Catón: en la sesión del Senado romano del 1 de enero del año 59 antes de Cristo, ante la propuesta de ley de reforma agraria planteada por Julio César, al saber que no tiene los votos suficientes para bloquearla, decide pronunciar un discurso tan largo que detenga la votación. Catón, tribuno de la plebe, tenía el derecho de entrar al debate sin ser interrumpido. Tardó horas y podría haber pasado días de no haber sido por la furia de César, quien exigió su arresto.

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