La agrupación musical de rock llega a Perú el 12 de mayo para ofrecer un concierto homenaje a King Crimson. (Foto: Difusión)
La agrupación musical de rock llega a Perú el 12 de mayo para ofrecer un concierto homenaje a King Crimson. (Foto: Difusión)

Hablar de King Crimson es enfrentarse a uno de los pilares más influyentes y desafiantes del rock progresivo. Desde su fundación en 1969 por Robert Fripp, la banda británica no solo definió un sonido, sino una forma de entender la música como campo de exploración constante. Cada década trajo una reconfiguración de su propuesta, y los años 80 no fueron la excepción.

Lejos del sinfonismo de sus inicios, King Crimson viró hacia un estilo más afilado, angular, lleno de polirritmias, guitarras sintetizadas y letras enigmáticas, como las que dominaron en discos como Discipline (1981), Beat (1982) y Three of a Perfect Pair (1984).

Tony Levin además del bajo eléctrico, toca el contrabajo, el Chapman Stick y el sintetizador. Integró King Crimson entre 1981 y 2021 y desde 1977 trabajó con Peter Gabriel. (Foto: Difusión)
Tony Levin además del bajo eléctrico, toca el contrabajo, el Chapman Stick y el sintetizador. Integró King Crimson entre 1981 y 2021 y desde 1977 trabajó con Peter Gabriel. (Foto: Difusión)

Fue una reinvención radical. Con un nuevo cuarteto que incluía a Adrian Belew, Tony Levin, Bill Bruford y el propio Fripp, Crimson logró una alquimia compleja pero accesible. El resultado: canciones como “Frame by Frame” o “Elephant Talk”, que aún hoy suenan frescas, desafiantes y, por momentos, inclasificables. Ese sonido tan particular se convirtió en una marca de culto para una generación que entendía el rock como una forma de inteligencia musical. No es casual que músicos de géneros tan distintos —desde el math rock hasta el metal progresivo— citen a King Crimson como una influencia directa.

Hoy, cuatro décadas después, parte de ese repertorio regresa a los escenarios con BEAT, una superbanda que reúne a Tony Levin y Adrian Belew, dos de los protagonistas de esa etapa gloriosa, acompañados por Pat Mastelotto y Markus Reuter. No se trata de una banda tributo: es una exploración viva y enérgica del material. “Es importante dejar nuestra propia huella en la música, por muy buena que haya sido en su forma original”, dice Tony Levin, bajista de leyenda, sobre el enfoque del grupo. Y lo logran: no se trata de copiar, sino de dialogar con su propia historia.

Interpretar clásicos

Revivir el repertorio ochentero de King Crimson no es tarea simple. La complejidad técnica es solo una parte del desafío. Lo más difícil, quizás, es capturar el espíritu de innovación y riesgo que definió aquellos años. BEAT lo entiende así, y por eso apuesta por un enfoque que, si bien respeta las composiciones, introduce matices propios. “Tocar las canciones exactamente igual no sería tan divertido... incluso en los 80 ya cambiábamos cosas en vivo”, recuerda Levin.

La respuesta del público ha sido entusiasta y diversa. Tras más de 60 conciertos alrededor del mundo, BEAT ha comprobado que estas canciones siguen vigentes. “Sí, cada lugar tiene sus propias características. Pero estoy emocionado de volver a Lima. Cuando toqué allí en 2009 y 2018, el público fue excelente”, comenta Levin, quien llegará al país como parte de la gira sudamericana de la banda. Tanto los fans veteranos como las nuevas audiencias encuentran algo en este repertorio: una experiencia musical intensa, sin concesiones ni fórmulas prefabricadas.

El hecho de que Robert Fripp haya dado su visto bueno al proyecto también es significativo. “Es importante que Robert no desapruebe la gira; si fuera así, probablemente no la estaríamos haciendo”, admite Levin. El nombre BEAT fue incluso sugerido por Fripp, una señal de aprobación tácita a esta nueva encarnación de la leyenda. Porque más que un homenaje, lo que hace esta banda es mantener viva la llama de una época que aún resuena en la imaginación sonora del presente.

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