Para Noel Schajris, el amor cambió desde los inicios de su carrera. Ya no se trata de cartas románticas, llamadas telefónicas interminables o idealizaciones de la belleza. Su visión del amor ahora se centra en las imperfecciones, esas pequeñas particularidades que observa cada día junto a su esposa, Gwendolyn Stevenson, y que se convierten en los recuerdos más entrañables cuando está de gira por el mundo.
“Cuando envejeces, te das cuenta de que la analogía de cuidar esa plantita llamada amor se vuelve más real. Hay que tener un cuidado muy especial con ese sentimiento. Si hay algo que valoro en mi vida, por sobre todas las cosas, incluida mi carrera musical, es mi esposa e hija”, nos cuenta Noel Schajris en entrevista con El Comercio.
Desde antes de aprender a tocar un instrumento, Schajris siempre fue un apasionado de la balada y de cualquier canción que evocara el romance. Bee Gees, The Beatles, Abba y otras 172 bandas componen su repertorio personal de influencias musicales, todas ellas con el amor presente en sus letras. Sin embargo, con el paso del tiempo, esas canciones evolucionaron hacia una versión menos idealizada del amor, algo que a sus 50 años, Noel Schajris también refleja en sus composiciones.
“Es lo que pasa cuando los sueños sobre el amor aterrizan. Es cuando encuentras la gloria y la magia en las cosas cotidianas. Uno empieza a recordar cosas particulares, no las idílicas, sino las reales. El amor a los 50 son esas patadas que se dan al dormir, los ronquidos y las flatulencias inesperadas en la cama, cuando todo se vuelve más real”, nos cuenta Schajris.
Parte de esta nueva forma de apreciar el amor, que influirá en sus futuros temas, proviene de los 12 años que lleva de matrimonio y también de una escena que quedó grabada en su mente: la conversación entre Robin Williams y Matt Damon en Good Will Hunting (1997), donde el personaje de Williams recuerda lo que más extraña de su fallecida esposa.
En una nueva sintonía
Esta visión del amor también se refleja en su faceta como integrante del dúo Sin Bandera, donde junto a Leonel García buscan nuevas maneras de describir ese sentimiento al que han cantado durante 24 años. Un reto que se facilita gracias al vínculo de hermandad que comparten, nacido de sus gustos en común.
“Cuando nos conocimos [con Leonel] fue a través de las torres de CDs que cada uno tenía. Eran prácticamente los mismos discos, así que solo bastó con decirle: ‘¿Qué tienes que hacer mañana?’ para comenzar esta gran aventura. Hoy, con Leonel, compartimos ese concepto de amor que seguimos explorando”.
Aunque algunas cuestiones están resueltas, nuevas tendencias colocan al cantante en un dilema actual: la división entre su vida digital y lo que considera experiencias reales. Ambas demandan la atención del artista, quien prefiere reservar los momentos personales para sus canciones en lugar de publicarlos en sus cuentas oficiales.
“Las personas se esfuerzan demasiado en mostrar imágenes perfectas en las redes sociales, especialmente de lo que viven a diario. Pero si en la pantalla muestras algo que no ves en el espejo de tu vida real, la realidad te hará regresar de esa esquizofrenia”, enfatiza el cantante.
Coherente con esta perspectiva, Schajris prefiere no preocuparse por los números de reproducciones en línea o los rankings de medios internacionales, sino centrarse en sus conciertos en vivo, donde la cantidad de público, según él, determina su éxito y vigencia. Asimismo, su visión difiere de los modelos económicos actuales de la industria musical, que no garantizan una carrera sustentable a largo plazo.
“La realidad es que los fans que compraron mi cassette, CD o vinilo en mi plataforma personal generaron mucho más para mi familia que los millones que me siguen en plataformas convencionales, porque ese tiempo y cariño se lo quedan las productoras -enfatiza Schajris-. Hay cosas que cambiar en este juego, pero ni siquiera siguiendo lo que te dicte un algoritmo podrás conseguir algo sustancial para vivir dentro de este modelo de ganancias. Y es difícil cambiarlo porque, a diferencia de los actores, los músicos del mundo no estamos tan conectados por una causa común”.
Lo único que no cambia en la vida de Schajris es su pasión por el romance detrás de cada párrafo y estrofa que escribe, a la que dedica su tiempo, uno que está dividido entre Sin Bandera, su carrera como solista y su familia. Y en los momentos que aún le quedan, siempre reserva un espacio para el Perú, al que promete volver cada vez que tenga una nueva canción romántica por cantar.
El sábado 5 de octubre, a las 8:00 p.m., en el Anfiteatro del Parque de la Exposición. Asimismo, las entradas se pueden comprar en la plataforma de Joinnus.