Le dicen el ‘Monstruo’ de la Quinta Vergara y ruge con regularidad. Pero más frecuentemente pifia y silba, mostrando su disgusto ante todo aquel que no sea de su agrado. En sus momentos más feroces, se ‘devora’ a sus oponentes, dejando solo los huesos (de su carrera). No nos referimos, por supuesto, a una quimérica criatura, sino a la audiencia del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, el reconocido evento musical que se celebrará en Chile entre el 23 y 28 de febrero y que este año tendrá entre sus filas a figuras Ricky Martin, Mon Laferte y a Maroon 5, entre otros, pero también contiene un componente de competencia en el que participará la peruana Luz Merly Santa Cruz en el género folclórico.
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UN MONSTRUO MUY REAL... Y HAMBRIENTO
Una infame leyenda respecto al ‘monstruo’ de la Quinta Vergara es que siempre abuchea a los peruanos. La creencia no carece de bases, pese a ser países vecinos y hermanos, nuestros nacionales y chilenos no siempre han tenido la mejor de las relaciones. Tampoco carecen de casos: Eva Ayllón, Damaris, Jean Paul Strauss y Eduardo del Perú son algunos artistas de este país que han sido pifiados en Viña del Mar, aunque ellos pudieron ‘domar’ al ‘monstruo’ con sus presentaciones.
Pero en los últimos años la tendencia parece haber disminuido. La cobertura de la presentación de Nicole Pillman y Susan Ochoa en el 2019 apenas menciona reacciones negativas a las presentaciones de las peruanas; aunque Ochoa sí recibió algunas pifias, estas fueron causadas por un desperfecto técnico durante su primera presentación y fueron breves. En un reciente diálogo con El Comercio, la artista no destaca el incidente y con buena razón: los aplausos y muestras de apoyo pronto callaron a cualquier muestra de desaprobación y la cantante nacional alzó dos Gaviotas de Plata - mejor intérprete y mejor canción internacional- al final de la competencia.
Lo cierto es que las pifias del ‘monstruo’ no tienen como única víctima los peruanos, sino que cruzan fronteras como manifestación del humor subyacente de la sociedad chilena.
“Históricamente los que han sido más abucheados en Viña del Mar han sido los argentinos”, indicó a este diario Claudio Vergara, editor de Espectáculos de La Tercera que ha cubierto este festival musical por años. “Entre los años 70 y 80, había una rivalidad bastante fuerte entre las naciones.”
“A los peruanos, si se los pifiaba, era con menos frecuencia, con menor fuerza y no era tan evidente”, agrega, señalando la mayor cercanía entre ambas naciones con la inmigración de nuestros compatriotas al país sureño. “Uno se relaciona con los peruanos todos los días”, acotó.
Para Vergara, las reacciones del público también varían mucho de día a día de este evento que casi llega a una semana de duración: “hay días en el que el público va a generar caos y desorden y hay días donde este es más respetuoso. Es súper relativo”.
Lo que también influye mucho en los casos de pifiadas es el contexto político entre Chile y el país de origen del artista abucheado. En 2014, la cantante peruana Killary se presentó en la competencia folclórica de la Quinta Vergara, pero fue recibida con groseros silbidos, una recepción lamentablemente predecible tomando en cuenta que ocurría en el contexto del diferendo marítimo entre Perú y Chile.
“Yo te aseguro que este año va a haber muchas más pifias al gobierno chileno que a cualquier otro país con lo que está sucediendo actualmente”, opinó Claudio Vergara.
Otros factores también influyen, como fue el caso de las pifias que recibió Eva Ayllón en el 2001. La reconocida cantante nacional fue parte de la cartelera de artistas de renombre que se presentaban en el evento aquel año y tuvo la mala suerte de salir luego de Miguel Bosé y Ana Torroja, dueto que dominaba el mundo musical en aquel entonces y que el público de Viña del Mar quería de vuelta en el escenario.
En aquella ocasión los silbidos continuaron a medida que la ganadora del Grammy Latino empezó a cantar su repertorio, que incluía clásicos como “La flor de la canela”, “Ódiame”, “Cariño malo” y “Cariño bonito”, pero al final de su presentación, la peruana se mantuvo profesional e imperturbable: había domado al ‘monstruo’.
Cantantes de renombre que fueron pifiados como el español Enrique Iglesias -quien causó heridas menores a dos mujeres al lanzar sus Gaviotas de Plata al público-, la brasileña Xuxa -quien lloró en pleno escenario- e incluso Alejandro Sanz - a quien el nerviosismo y problemas técnicos lo hicieron blanco de críticas- muestran que el ‘hambre’ del monstruo cruza fronteras.
LA COMEDIA MÁS TRISTE
Pero sin lugar a dudas el ‘alimento’ favorito del ‘monstruo’ son los comediantes, siendo estos los que más pifias reciben en la historia del espectáculo. Esto lo conoció en carne viva Jani Dueñas en el 2019, luego que fuera recibida fríamente por el público de la Quinta Vergara y salir, luego de hacer una rutina de 35 minutos, en medio de los abucheos de los presentes.
“Fue muy fuerte. A mí me quedaron costillas rotas muchos meses. Probablemente todavía un par”, dijo Dueñas un año después en el programa “Voy Contigo” de la radio chilena. “A pesar de que mucha gente me dice ‘oye qué fuerte, qué estoica’, uno queda en shock. Nadie esperaba que eso pasara, nadie de mi entorno, nadie de la producción del Festival. Era completamente inesperado y tuvo consecuencias súper fuertes en mi seguridad, en mi confianza, en mi trabajo”.
Pero quizás quien recibió un más duro golpe fue el comediante chileno Ricardo Meruane, quien fue pifiado en dos ocasiones distintas -2011 y 2016- por la audiencia de la Quinta Vergara, sin poder terminar su rutina. Hasta la fecha su carrera no se recupera.
“Lo más cerca que uno puede estar del infierno es esta situación de 20 mil personas pifiando a un pobre humorista que está en un escenario gigantesco como el de Viña del Mar”, recordó Vergara, quien cubrió ambas ocasiones como periodista.
EL ORIGEN NO TAN SECRETO DEL MONSTRUO
Posiblemente, no hay otro lugar en el mundo con un público igual al de Quinta Vergara, con tal poder sobre los artistas que se presentan frente al escenario. Y es que el nacimiento del ‘monstruo’ está evidentemente ligado al certamen que le dio vida.
El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar tuvo su primera edición un 21 de febrero de 1960 como una competición en la que los participantes debían presentar una canción original cuyo motivo principal era la ciudad donde ocurría. Pero de estos humildes orígenes, el evento tenía grandes aspiraciones que fue cumpliendo a lo largo de su primera década.
El año 1969 fue crucial para la leyenda de Viña del Mar. En aquella edición un poco conocido artista, ganador del festival Benidorm de España en 1968, participó del evento, disparándose al estrellato. El cantante era conocido como Julio Iglesias.
“Ahí se genera el mito que Viña que catapulta a las grandes estrellas y donde vienen las grandes estrellas”, señaló Vergara.
Según el periodista, los siguientes años fueron cruciales para el nacimiento del ‘monstruo’. Entre 1970 y 1973 tuvo control de Chile el gobierno de izquierda de Salvador Allende. Fue en este contexto que “la gente iba al festival de Viña para expresarse contra algunos grupos de música que estaban adscritos a la izquierda o contra grupos de música de tiro a la derecha.”
Pero no fue hasta el derrocamiento de Allende y el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet que Viña del Mar cobró verdadera importancia para la sociedad chilena.
“Ahí la gente prácticamente no tenía ninguna posibilidad de expresarse en las calles porque la dictadura te perseguía, te censuraba, te mataban”, señaló Vergara. “El Festival de Viña del Mar pasó a ser la única instancia en Chile donde la gente podía sentirse libre: ir a gritar algo. Por último, si no podías gritarle a un dictador como Pinochet porque te mataban, podías gritarle a un humorista porque te cuenta chistes malos”.
“El monstruo nació como una vía de escape y expresión a periodos muy agitados políticamente.”, agrega. "Con la llegada de lo democracia a Chile en los 90, yo diría que este monstruo ha perdido cada vez más fuerza y las imágenes de ‘pifiaderas’ gigantes ocurren cada vez menos. En los últimos tiempos la gente va a disfrutar más el Festival de Viña y ya tiene otras instancias donde expresarse, otros festivales, la calle misma... por ende ahora Viña es un espectáculo donde más si pagas una entrada lo vas a pasarla bien, no para ir a torturarse con una pifia.”
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