“Debo haber hecho algo demasiado bueno en la otra vida para que en esta me hayan dado a Pataclaun. Soy una privilegiada por haber creado, a los 19 años, una marca que es más grande que yo, que prevalece y que la gente respeta y quiere. Es del Perú y de los peruanos. Es como una Inca Kola, un chaufa o un cebiche”. July Naters (Lima, 1967), creadora y directora de la Asociación cultural Pataclaun, reflexiona sobre este fenómeno de la comedia nacional. También nos habla de su alejamiento de la TV, de las repeticiones de la serie en Latina, de sus planes de hacer una película animada y publicar un libro, y de la renovada temporada de “¿Qué pasa?”, un espectáculo protagonizado por una nueva generación de narices rojas.
“El leitmotiv de esta entrega pasa por cuestionamientos, como: ¿Qué pasa con el Perú, con esta polarización, con los hombres y las mujeres, con el proceso tecnológico. La política oscureció todo, el racismo y el machismo se acentuaron, al igual que la violencia. A través del humor se reflexiona sobre las relaciones tóxicas y cuán enfermos estamos como sociedad”, comenta la cultivadora del estilo clown y del humor improvisado.
En esta puesta en escena que combina música y baile, actúan: Marisol Benavides, Cathy Sáenz, Rodolfo Reaño, Dusan Fung, Gretha Bazan y Yeider Baca. Se estrena el próximo 9 de junio. Va todos los viernes, sábados y domingos de junio; y el 1 y 2 de julio, a las 8:00 p.m., en el Teatro Julieta.
─¿En algún momento de tu vida fuiste payasa?
Al inicio. Tuve que serlo en Argentina. Me formé con El Clú del claun, una de las compañías argentinas de mayor repercusión y trascendencia en el mundo del payaso. Guillermo Angelelli fue mi gran maestro. Estuve pocos meses porque me di cuenta que lo mío es sacarle el clown a la gente. Y para ser un buen docente o director hay que dejar de lado la actuación. Son egos diferentes, me volvería loca si pretendiese dirigir y a la vez ser clown.
─¿Qué opinas de las repeticiones de Pataclaun en Latina y de que no se les pague regalías a los actores?
Están en su derecho de repetir la serie, pero no de usar la vía de Internet porque esos derechos los tengo compartidos con el canal. Lo que no está bien es que no se les pague a los actores. Un representante de Latina me dijo que cumplirán con los pagos, pero esa respuesta me la vienen dando desde hace tres o cuatro años, así que no sé si creerles.
─¿Extrañas la televisión? ¿Te gustaría volver?
La tele me interesa siempre que tenga que ver con Pataclaun, y puedo extrañarla porque fue una etapa bonita. La tele en vivo la puedo ver, pero no la disfruto porque no le entro mucho a los realities, no es mi lenguaje. Amo mucho más hacer cine, y en ese camino estoy, enfocada en una película.
─¿La película que mencionas tiene que ver con “Pataclaun”?
Alguna vez quise crear una historia con el elenco de la serie, pero no fluyó porque cada uno está tras sus propios sueños. Tienen intereses individuales. También tuve la ilusión de hacer algo entrañable con las monjas, pero tampoco se pudo. Lo que estoy haciendo desde hace algún tiempo, es crear un proyecto de animación. Es la historia de un payaso que no sabe que es payaso. Aunque a pasito lento, sé que lo voy a lograr.
─¿Te cuesta superar la valla que dejó Pataclaun?
Más que costarme, creo que durante mucho tiempo el efecto comparativo fue doloroso, sobre todo entre la primera y segunda generación. Fue duro porque al ponerle Pataclaun a todo lo que hago, se creyó que todos los proyectos que no tenían que ver con la serie eran impostores. No entendían que se trataba de una marca.
─¿Te hubiese gustado que la serie continúe?
Yo no lo hubiera frenado en ese momento, pero sucedió. Decidieron tomar cada uno sus propios caminos profesionales, volar por su lado. Probablemente querían ser más libres. Y qué bueno que haya sido así porque cada uno fue encontrando su nicho, ahora todos son muy prósperos. Pasó lo que tenía que pasar. No existiría un “Asu Mare” sino hubiésemos terminado, tampoco una Wendy con todos los proyectos de Bola Roja, ni un Gonzalete importante en televisión, ni una chata con el tipo de trabajo que optó, ni Monchi con una vida hermosa en Cuzco.
─Más de 2 décadas después del fin de la serie ¿le cambiarías algo de su capítulo final?
Era un capítulo que tenía mucho que ver con lo que nos pasaba en ese momento, de dejar de hacer lo que estábamos haciendo. ¿Si pudo ser mejor? ¿Si le cambiaría algo? No existe un final absolutamente feliz, todo siempre tiene crisis. Lo que hicimos estuvo bien.
─¿Es verdad que siempre que tienes acercamiento con algún canal, te piden que hagas algo como “Pataclaun”?
Es cierto. No entienden que para hacer una serie tendría que tener un elenco muy maduro y este todavía necesita un poco más de tiempo. Siempre fue así. El elenco de la televisión demoró siete años. No fue de la noche a la mañana.
─A los 19 años, ¿cómo manejaste el tema del ego y el que la gente te repitiera constantemente que eras un genio por crear Pataclaun?
Nunca lo creí. Sinceramente, me daba mucha vergüenza y hasta un poco de cólera que me llamaran de esa manera porque te puedes plantar si te levantan tanto el ego a esa edad. Siempre me sentí una absoluta obrera y hasta ahora tengo los temores de la primera vez.
─Pataclaun había alcanzado un éxito enorme, cuando decidiste dejarlo todo durante casi seis años. ¿Qué te llevó a dar ese paso?
Fue sucediendo. Había algo que me movía a frenarlo todo y pude hacerlo porque en ese tiempo recibí una pequeña herencia. Me dediqué a disfrutar de mi hijo y a la defensa de personas: a lo defendible e indefendible. Estuve como en otro ciclo de vida, en un momento enriquecedor. A veces es bueno alejarse un rato, para después volver con más valor, madurez y cariño.
─¿Cuando mencionas que te dedicaste a la defensa de personas, te refieres a Eva Bracamonte?
No solamente a ella, también a Liliana (Castro) y a otras tres o cuatro personas más a las que defendí y logré que salgan libres. Cuando empecé a hacer trabajos de teatro en los penales, conocí varios casos y mundos. Había un caso de homonimia y como esta persona no tenía ni un sol, no iba a salir nunca. Ayudarles le daba sentido a mi vida. Muchas veces en lugares tristes encuentras libertad y felicidad.
─¿Qué reflexión te dejó esta experiencia, este alejamiento de los escenarios?
Que jamás voy a jubilarme. Conocí lo que era una especie de jubilación adelantada y no quiero volver a pasar por ese proceso. Me voy a morir en el escenario, ancianita, con Alzheimer o con lo que me toque.
Actualmente July Naters recorre el Perú con “Claun para la vida”, una master class en la que enseña a trabajar temas personales con humor y amor.