“Cuantos menos funcionarios estadounidenses vengan, menos virus traerán”. Así de categórico -y sarcástico- fue el Gobierno Chino a través de su diario oficial, el “Global Times”, en respuesta a la decisión de Estados Unidos de establecer un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022. “Estados Unidos pagará un precio por su mal hacer”, dijo por su parte Zhao Lijian, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Con esta decisión, nuevamente el deporte sirvió de excusa para objetivos geopolíticos e intereses económicos.
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La amenaza de boicot a los Juegos -que se realizarán en la capital china en febrero próximo- se venía gestando desde junio pasado, cuando legisladores demócratas y republicanos señalaron que no podía permitirse el “espíritu olímpico” a un país que, según ellos, abusa sistemáticamente de los derechos humanos.
Los ejemplos de Xinjiang, Hong Kong, el Tíbet y el reciente caso de la tenista Peng Shuai -que denunció que fue abusada sexualmente por un exprimer ministro y luego desapareció del radar público- son los argumentos de la administración de Joe Biden para castigar a China, pese a que el presidente de Estados Unidos y su homólogo Xi Jinping tuvieron hace pocas semanas un diálogo cordial a través de una cumbre virtual.
Pese a ello, la tensión entre las grandes potencias parece no haber menguado y este boicot agrega una raya más a las deterioradas relaciones.
“La relación entre ambos se tensará más, pero no creo que más de lo que tienen previsto. China se está sintiendo ofendida, pero es un juego de cara al público. El problema está en la competencia económica entre ambos. Si China fuese económicamente la de hace 15 años no estaríamos hablando de este boicot”, comenta a El Comercio el historiador del deporte Jorge Illa, y docente de la UPC.
Deportistas sí, diplomáticos no
Según lo señalado el lunes por la Casa Blanca, el gobierno estadounidense no enviará ninguna representación diplomática ni oficial a los Juegos Olímpicos del próximo año por “el genocidio y los crímenes contra la humanidad que persisten en (la región noroccidental china de) Xinjiang, así como otros abusos de derechos humanos” en China.
“Tanto en el discurso formal como en las respuestas en redes sociales, los chinos han preferido no darle tanta importancia por ahora y han dejado claro que es una manera de sabotaje mal intencionado, pero que no tiene por qué empañar lo central del evento, que debe centrarse en los deportistas”, señala a este Diario el economista peruano y experto en China, Marco Carrasco.
“Lo que busca EE.UU. es que se afecte la imagen de China ante la opinión pública mundial y que quede claro que se trata de una dictadura donde no se contemplan los derechos humanos. Sin embargo, EE.UU. no pensó igual durante los Juegos Olímpicos de Beijing del 2008, cuando China no era la amenaza que es ahora para ellos. Lo que pasa es que EE.UU. está en una competencia económica brutal con China, que está amenazando su supremacía mundial económica y geopolítica. Si no fuese así, no harían este boicot”, agrega Illa.
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“Si China hace unos juegos atractivos ante el mundo, va a quedar bien, y eso no le interesa a Estados Unidos. Entonces deciden que hay que poner el foco en los derechos humanos, que es un aspecto en la que China puede quedar mal ante la opinión pública”.
“Para China, este evento es significativo porque Beijing se va a convertir en la primera ciudad en alojar unos juegos de verano (los del 2008) y estos juegos de invierno, y ellos han venido tomando muchas precauciones para que todo esté garantizado”, agrega Carrasco, que también es miembro del Comité Editorial del “Taihe Institute Observer”, publicación académica del think tank Taihe Institute, de Beijing.
Sin efectos reales
El boicot diplomático se trata básicamente de una decisión política que no afectará las competencias, pues los deportistas estadounidenses sí asistirán a Beijing.
Los que no acudirán serán representantes diplomáticos y autoridades, quienes no estarán en los palcos del Estadio Nacional de Beijing durante la inauguración y la clausura.
“Los deportistas del equipo de Estados Unidos tienen nuestro apoyo completo, y los estaremos apoyando desde casa, pero no contribuiremos a la fanfarria de los Juegos”, apuntó la portavoz Jen Psaki.
Adicionalmente, como recuerda la agencia EFE, las restricciones por la pandemia limitarán significativamente la presencia de autoridades del resto de países, como ya ocurrió en los recientes Juegos de verano de Tokio 2020.
“Un boicot deportivo sería inexcusable. No estamos a finales de los años 70 ni viviendo en la Guerra Fría”, explica Illa, recordando los boicots de 1980 y 1984 cuando Estados Unidos y la Unión Soviética no asistieron a las justas olímpicas organizadas por sus rivales.
“Sería impensable que la delegación de Estados Unidos se retire por completo de la competencia deportiva. Es algo simbólico del lado de Estados Unidos, y hay que esperar qué tanto crece la ola, pero del lado de China lo están viendo más como una pataleta de Washington”, reflexiona Carrasco.
Para el historiador, una vez que empiecen las competencias, todo el foco estará en los deportistas. “Más que este boicot diplomático, podría haber más repercusión si algún atleta hace algún gesto en defensa de las minorías étnicas chinas o a favor del Tíbet, o alguna otra cosa sensible para los chinos, pues eso sí queda para el recuerdo”, agrega.
Historia de los boicots olímpicos
Berlín 1936
España no participó. Irlanda no asistió debido a que el Comité Olímpico Internacional (COI) insistió que sus deportistas debían unirse al del Estado Libre de Irlanda.
Melbourne 1956
Países Bajos, España y Suiza se negaron a asistir por la represión soviética durante la revolución húngara de 1956.
Camboya, Egipto, Irak y Líbano no lo hicieron por la Guerra del Sinaí; y China porque se le permitió competir a Taiwán.
Montreal 1976
24 países africanos, además de Guyana e Irak protestaron por la política del apartheid en Sudáfrica. Taiwán tampoco asistió por presiones de China al COI.
Moscú 1980
Se trató de uno de los boicots más significativos. Estados Unidos no asistió a los Juegos organizados por la Unión Soviética. La decisión fue apoyada por otros 65 países argumentando la invasión soviética a Afganistán.
Los Ángeles 1984
La Unión Soviética y 14 de sus aliados de la Cortina de Hierro boicotearon los juegos estadounidenses, en respuesta a lo ocurrido en 1980.
Seúl 1988
Corea del Norte no asistió argumentando que debían realizarse juegos de manera conjunta en la península coreana.
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