Aunque, por ahora, el escenario de los combates se mantiene en Ucrania, Rusia está afianzando sus advertencias de que la guerra puede extenderse a otras fronteras. Este jueves, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zaárova, ya expresó que el reciente suministro de armas pesadas occidentales a Ucrania “son acciones que amenazan la seguridad de Europa y provocan inestabilidad”. “No les aconsejo que pongan más a prueba nuestra paciencia”, emplazó.
El miércoles, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, había lanzado otra diatriba, con tono de amenaza: “Si alguien, insisto, se dispone a interferir en los acontecimientos en marcha y crea amenazas estratégicas inadmisibles para Rusia, deben saber que nuestros ataques de respuesta serán relámpagos, rápidos”.
Estas declaraciones no son coincidencia. El lunes, los ministros de Defensa de 40 países, la mayoría occidentales, se reunieran en Alemania para coordinar el apoyo militar a Ucrania.
Esta reunión sirvió para enmarcar lo que tanto el presidente Volodymyr Zelensky estaba reclamando: el envío de mayor armamento, sobre todo pesado, a Ucrania para poder neutralizar a las fuerzas rusas, que siguen avanzando en el este y sur del país.
Mientras que Estados Unidos comprometió más ayuda económica, además de artillería, vehículos blindados y drones, el cambio sustancial se dio con la postura de Alemania, antes reticente a enviar equipamiento militar a Ucrania.
Tras continuas presiones, el gobierno del canciller Olaf Scholz autorizó finalmente el envío de 50 tanques Gepard con cañones antiaéreos, además de aviones no tripulados, blindados de transporte y vehículos de combate de infantería. Así, la mayor economía de Europa -que además sigue consumiendo gas ruso- decidió apostar por ir al frente tras más de dos meses de guerra.
“Alemania ha dado un giro muy importante porque había sido sumamente cuidadosa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de no mostrar su capacidad ofensiva, y nunca había querido invertir mucho en su propia defensa. Entonces, que hayan tomado esta decisión significa que dejan de ser tan neutrales en este conflicto para pasar a ser un poco más proactivos”, señala a El Comercio la experta en crisis Silvana Amaya, analista senior de la consultora Control Risks.
Los tanques Gepard provendrían de los almacenes de la industria alemana de defensa y no de las reservas que tiene el ejército.
“Las imágenes de la guerra en Ucrania han llamado muchísimo la atención en Occidente, y los países están optando por tomar una posición mucho más fuerte que no se limite al tema de las sanciones económicas”, agrega. “Si bien los intentos diplomáticos de mejorar la situación siguen siendo importantes, en paralelo también es importante entender que el conflicto no se está solucionando por estos medios y que la acción militar es lo que marca la agenda de la invasión de Rusia a Ucrania”.
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Una compleja logística
Desde el inicio de la guerra, quedó claro que la diferencia de poderío militar entre Rusia y Ucrania era abismal. Con 900 mil militares en actividad frente a 196 mil, se pensaba que Moscú conseguiría rápidamente sus objetivos.
Pero no ha sido así. Ni los más de 15 mil vehículos blindados de combate rusos frente a los 3.300 de Ucrania han podido quebrar la mano de la resistencia ucraniana, que no ha dudado en utilizar su armamento heredado de la época soviética para poder hacer frente a la invasión. Sin embargo, también han estado utilizando armas occidentales, como tanques, misiles (los Javelin han sido los más vistos y se han convertido en símbolo para los ucranianos) y sistemas antiaéreos estadounidenses y británicos. No obstante, muchos son antiguos y ya son escasos.
Tras la decisión de enviar armas pesadas también se plantea un nuevo reto: el desafío logístico. Es decir, el tiempo que llevará a las fuerzas ucranianas entender el funcionamiento de maquinaria mucho más avanzada y para lo que se necesita entrenamiento.
Por ello, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido han preferido entregar armamento que no requiera de un importante apoyo logístico, como los tanques estadounidenses Abrams, dada la urgencia de la guerra.
“Para los ucranianos era fácil recuperar material de origen soviético o ruso porque están formados”, explica una fuente militar francesa a la agencia AFP. “Cuando recibo el material, aprendo a utilizarlo desde un punto de vista técnico, pero también táctico, porque con ciertos materiales uno cambia sus tácticas”, agrega.
Retórica de guerra
El envío de armas occidentales también motivó la reacción del ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, que se ha especializado en este conflicto en usar la retórica para esparcir el temor.
Así, el diplomático alertó otra vez de un peligro de “guerra nuclear” y el advenimiento de la “Tercera Guerra Mundial”, algo que tampoco se puede tomar a la ligera. Recordemos que Rusia insistió en repetidas ocasiones antes de la invasión que el despliegue de tropas rusas en la frontera ucraniana eran meros ejercicios militares.
La agenda EFE apuntó que recientemente, Rusia lanzó a modo de prueba el misil balístico intercontinental Sarmal que, según Putin, “es capaz de superar todos los medios modernos de defensa antimisiles” y “no tiene análogos en el mundo”.
“El canciller Lavrov ha sabido usar mucho el miedo, pero yo creo que se puede quedar en palabras, por lo menos en este momento. No estoy diciendo que esto no pueda cambiar, pero sí creo que hay una intención de jugar con las amenazas. No obstante, el tema geopolítico está muy tensionado, sobre todo en Europa del este. Los países que comparten frontera con Rusia, como Moldavia, Polonia y Finlandia tienen una preocupación aún mayor”, explica Amaya.
Y acota: “Yo no considero que el envío de las armas pesadas vaya a ser algo trascendental en el escalamiento del conflicto, sin embargo, sí creo que va a generar más tensiones, por lo menos a nivel diplomático”.