Rusia ha perdido unos 15 mil soldados en la invasión a Ucrania, su inicial estrategia de guerra relámpago no resultó efectiva y sigue empantanada en una operación militar de desgaste que está lejos de terminar. Aun así, pocos ponen en duda la capacidad bélica de Rusia, y el inmenso país euroasiático no pierde oportunidad para demostrarlo.
En este contexto, no es de sorprender los imponentes ejercicios militares que está realizando desde el jueves 1 en el extremo oriente de su territorio, como una forma de enseñarle los dientes al mundo, sobre todo a Occidente.
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Se trata de los ejercicios Vostok 2022, en los que participan más de 50 mil soldados de otros 13 países, que mantienen incólumes sus relaciones con el Kremlin. Uno de ellos es nada menos que China, el gigante asiático que se está militarizando y que, junto con Rusia, es el principal dolor de cabeza de Estados Unidos y sus aliados.
A mediados de agosto, China confirmó su participación en los ejercicios, pero afirmó que su presencia no estaba “en absoluto relacionada con la actual situación regional e internacional”, en directa referencia a la guerra en Ucrania, de la cual prefiere ser solo espectador, pero que le está sirviendo para recibir petróleo y gas ruso a menor precio, debido a la batería de sanciones occidentales contra Moscú.
Esta participación china en los ejercicios organizados por Rusia ocurre semanas después del enojo de Beijing ante la visita de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., a Taiwán, tras lo cual no dudó en amedrentar a la isla -considerada una provincia rebelde por el Gobierno Chino- realizando ejercicios militares para demostrar su poderío bélico.
Volviendo a Vostok 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, estuvo este martes presenciando ‘in situ’ las maniobras militares justo a un día de que se den por concluidas.
El Comercio conversó con Jesús Ágreda Rudenko, internacionalista y docente de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticos de la Universidad del Rosario (Bogotá), sobre las implicaciones de estos grandes juegos de guerra en el oriente ruso.
—¿Qué es lo que quiere demostrar Rusia con estos ejercicios militares, teniendo en cuenta que aún está inmerso en la guerra con Ucrania? ¿Era necesario realizar estos ejercicios ahora?
Sí. Primero hay un factor simbólico y es la idea de Rusia de demostrar que no está aislado y que todavía tiene apoyo, aunque el mundo occidental lo haya sometido a sanciones y, de alguna manera, lo ha tratado de excluir de algunos asuntos internacionales. Por eso es que en estos ejercicios no solo está China, sino también India y otros estados.
El otro factor es el de la preparación. Estos no son los primeros ejercicios Vostok que se hacen, se hicieron en el 2018 y fueron mucho más grandes en participación militar. Lo que quiere Rusia es demostrar su capacidad de acción en una zona que muy importante para el país, que es Asia central, y que también es muy problemática para Rusia. Se trata de una zona donde se ha mostrado un cierto grado de radicalización islámica, y que también es de preocupación para China, porque colinda con la región de Xinjiang, donde están los uigures.
—Es un beneficio concreto entonces para ambas potencias…
Rusia está preocupada por la estabilidad de esa zona, y se está preparando con China en operaciones para que, en caso de que hubiera una crisis real, puedan neutralizar efectivamente esa amenaza.
También hay otro factor muy problemático que es el narcotráfico, sobre todo de heroína, y que requiere de un trabajo colaborativo entre ambos países.
Entonces, Rusia organiza este tipo de ejercicios para mostrar que tiene apoyo internacional, sobre todo con la participación de China e India, pero también hay un factor muy concreto que es la necesidad de neutralizar amenazas reales que no han desaparecido de la región y que exigen un trabajo cooperativo.
—¿Y qué quiere demostrar China al participar en estos ejercicios? Beijing -que no ha apoyado abiertamente a Rusia en la guerra- ha quedado muy mortificada por lo ocurrido en Taiwán y el reciente informe de DD.HH. de la ONU.
Hemos visto el desarrollo de China más como una potencia económica que militar y política, pero a raíz de una mayor intervención en el Mar de China, donde efectivamente el país ha tratado de redefinir las fronteras existentes, hemos visto en China un actor mucho más político que solo económico. Sin embargo, para que el país sea tomado en cuenta tiene que ser respaldado por ciertas capacidades militares, y eso es lo que China está tratando de demostrar. Se ha estado posicionando como una potencia económica, y de manera creciente como una potencia política con pretensiones muy claras, pero respaldada por una capacidad militar.
—¿Es como un salto hacia adelante entonces para Beijing?
Hacer ello para China tiene ventajas y desventajas. La ventaja es que China está siendo tomado más en cuenta a nivel internacional, pero la gran desventaja es que ahora Estados Unidos sí lo percibe como un competidor importante al que hay que empezar a contener. De hecho, antes de la invasión de Rusia a Ucrania vimos como Estados Unidos cambió su enfoque e interés geoestratégico hacia el Pacifico, y vimos como este posicionamiento chino ya es visto con preocupación.
Pero China también necesita mostrar sus capacidades militares, algo que no ha podido hacer debido a que no ha participado en conflictos internacionales, por lo que estos ejercicios Vostok 2022 le caen como anillo al dedo.
—La participación de India también es interesante, sobre todo porque India y China tienen asuntos no resueltos, y el Gobierno Indio tampoco ha querido tomar partido en la guerra de Ucrania…
Efectivamente hay tensiones entre China e India. Hay competencia económica, pero también competencia por la influencia regional, pero ambos no han asumido una posición tan radical frente a Rusia como sí lo ha hecho el mundo occidental. Esto muestra que China, India y Rusia han estado desarrollando un discurso internacional en el que han tratado de posicionarse como actores independientes y de cierto liderazgo propio dentro del sistema internacional, se han tratado de posicionar como una visión alternativa de la hegemonía occidental que se materializó desde el fin de la Guerra Fría.
En el caso de estos ejercicios militares, tanto China como India están utilizando este espacio para mostrar sus capacidades y tratar de impresionar no solo al mundo occidental, sino impresionarse entre ellos mismos. Hay un espacio en el que están trabajando en conjunto, pero a su vez están mostrando las capacidades que tienen entre sí y de algún modo impresionarse mutuamente e intentar disuadir al otro si alguno actúa de manera agresiva.
—El canciller ruso, Serguéi Lavrov, ha dicho que estos ejercicios militares son una manera de mostrar que el mundo es multipolar, y que la manera en cómo Occidente trata de enfocar las cosas no es adecuada ni real…
Estamos en proceso de construcción de un mundo multipolar. Hemos vivido en un mundo de cierta hegemonía occidental por mucho tiempo, y aunque vimos ciertos efectos positivos, también ha habido consecuencias negativas.
Por ejemplo, las intervenciones en países como Libia han mostrado que tal vez Occidente se equivoca en intentar proyectar sus valores a todo el mundo. Cuando se interviene en Libia y cae Muamar Gadafi se intenta construir un mundo democrático, pero la idea fracasa y vemos cómo el país es mucho más inestable ahora, y de alguna forma lo mismo pasó con Afganistán.
Lo que China, Rusia e India han estado discutiendo es que tal vez la hegemonía del mundo occidental y el intento del mundo occidental de imponer su visión sobre todo el mundo puede generar efectos negativos, y es necesario crear un mundo mucho más heterogéneo, donde todos, con distintas posiciones e interpretaciones de sistemas políticos y económicos puedan participar y coexistir sin estar sometidos de alguna forma a esa imposición occidental.
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