Las últimas semanas han sido particularmente tensas para quienes viven en Ucrania. Desde que Rusia movilizó más tropas a la frontera y las palabras ‘invasión’ y ‘guerra’ empezaron a resonar, los residentes de la antigua república soviética miran sus televisores, celulares y periódicos solo para encontrar noticias que cada día avivan la incertidumbre y la expectación.
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“Pero esta situación no es novedad. Aquí estamos viviendo el octavo año de una guerra que empezó en el 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea. En este tiempo siempre ha habido enfrentamientos en la frontera, la presencia de los soldados rusos en la zona no es novedad”, dice a El Comercio Eduardo Díaz, peruano que llegó en 1983 a Ucrania, donde estudió Derecho Internacional gracias a una beca.
Desde Kiev, la capital, este arequipeño de 58 años que se dedica a los bienes raíces cuenta que los ucranianos y el resto de los residentes no creen que este nuevo episodio de tensiones escale a un conflicto bélico y que la mayoría no siente temor.
“Si en otro lugar dijeran que un país está por invadirlo, los supermercados ya estarían vacíos, pero aquí eso no pasa. No ocurrió ni en los peores momentos de la pandemia. Será por la idiosincrasia de esta gente que ha vivido tantas guerras y tendrán una especie de defensa contra la histeria”, señala.
Añade que Ucrania está preparada para contrarrestar una ofensiva rusa, según lo que informa el gobierno. Este viernes 28 el propio presidente ucraniano, Voldomir Zelenski, pidió a Occidente no sembrar el “pánico” en torno a la tensión con Rusia y minimizó los riesgos de un ataque.
“La imagen que crean los medios de comunicación es que tenemos tropas en las carreteras, tenemos movilización o que la gente se va. No es así”, dijo el mandatario.
Por eso Díaz dice sentirse tranquilo, no ve posible que una invasión con 120 mil soldados vaya a ocurrir alguna vez. “No creo que Vladimir Putin se atreva. Se ha creado una especie de pánico internacional por las acusaciones entre Estados Unidas y Rusia, pero el único que está sufriendo ahora mismo es el país. Los inversores cuando ven una situación así no quieren invertir, no compran fondos de inversión”, considera.
Al igual que Díaz, el iqueño Iván Figueroa también llegó a Ucrania antes de la caída de la Unión Soviética y mantiene una relación cercana con la pequeña comunidad peruana en ese país, que, afirma, tampoco tiene pánico por la situación. “Parece mentira, pero realmente no hay temor. Incluso los peruanos que vivimos acá y que ya nos consideramos ucranianos no lo sentimos tan fuerte”, comenta a este Diario.
“Yo me di cuenta de que esto es algo serio porque unos amigos peruanos que venían desde Polonia me iban a visitar, pero la embajada norteamericana –ellos viven en EE.UU.– recomendó que salieran de territorio ucraniano, y entonces se fueron antes de lo previsto y no nos pudimos ver. A nivel de algunas embajadas, consulados, organizaciones internacionales sí hay esos pedidos de salir del país”, cuenta el compatriota de 56 años que se dedica a las finanzas.
Según datos de cancillería facilitados a El Comercio, 63 connacionales estaban registrados en el padrón electoral en Ucrania para las elecciones del 2021.
La concentración de más de 100 mil soldados rusos en la frontera con Ucrania ha despertado temores en Occidente, que afirma que el Kremlin pretende intervenir en la otrora república soviética para limitar la presencia de fuerzas de la OTAN en el este de Europa. Las alarmas aumentaron cuando Washington dijo que el ataque ruso es inminente y hasta puso fecha, primero en enero y luego en febrero, para la ofensiva.
Tensa calma
Figueroa comenta que, en Kiev, la distancia con la zona de conflicto influye en que la vida siga con normalidad, aunque está latente la expectativa por saber en qué terminará la tensión. “Si bien tenemos muchos años con esto, ahora las noticias están bastante fuertes y la gente está preocupada, muchos se preguntan si Rusia va a seguir atacando al pueblo ucraniano y si en algún momento habrá un conflicto más sólido”.
El peruano Yazel Hipolito, piloto comercial de helicópteros que lleva un año en Ucrania, resalta que todas las actividades se realizan con normalidad, los trabajos no se han detenido, el transporte, los servicios públicos y el sistema educativo funcionan como siempre. “Lo único extraño que he notado es la presencia de banderas ucranianas en algunas casas y negocios en la ciudad de Kremenchuk, que se ubica entre Kiev y la frontera con Rusia”, apunta.
Hipolito, de 40 años, trabaja para una compañía de helicópteros que presta servicios a Naciones Unidas. Vive en Kiev, pero por motivos de entrenamiento viaja constantemente a Krenechuk.
“Converso bastante con mis compañeros ucranianos. Hace unos días hablé con uno que tiene 26 años. Yo percibo que principalmente los jóvenes no le dan mucha importancia a este tema. En realidad, acá en Ucrania las personas mayores de 40 años tienen cierta afinidad a la Unión Soviética y quieren mantener relaciones estrechas con Rusia y los jóvenes tienen ganas de pertenecer a la Unión Europea. Con estas tensiones estas diferencias se ponen a flor de piel”, comenta.
“Yo tenía incertidumbre y eso ha ido creciendo, no al extremo de preocuparme porque los mismos ucranianos desestiman las noticias, pero sí opté por informarme un poco más. No creo a rajatabla en todo lo que se dice, pero sí es un hecho que hay soldados rusos en la frontera, que hay un contingente ucraniano que constantemente está recibiendo soldados de España, de la OTAN, que ha llegado una aeronave trayendo armamento de Estados Unidos. Todos vemos las noticias, la incertidumbre ha crecido un poco, pero no al extremo de preocuparnos porque todo funciona con normalidad”, añade Hipolito.
Cuenta que otro motivo por el que el fantasma bélico no asusta es porque hay muchos rusos que viven en Ucrania, así como ucranianos que radican en Rusia. Las relaciones son muy estrechas entre los ciudadanos, por lo que los ciudadanos no creen posible que haya una guerra.
Aunque el miedo no domina, sí existe preocupación porque esta crisis afecte al país de una forma no bélica. Hipolito teme que el dólar suba por la inestabilidad, mientras que Díaz ha visto que se han frenado un poco las ventas en el sector inmobiliario. “Algunas personas están sacando efectivo por precaución. Los que están asustados y están enviando a su familia a otras partes de Europa son muy pocos. La ciudadanía en general no piensa movilizarse o salir del país”, añade.
Expectativa ante el futuro
Para los compatriotas es claro que los episodios de tensión entre Rusia y Ucrania van a continuar.
“Aquí el mayor inconveniente que tenemos es Putin. Esto no va a acabar hasta que Putin no salga del poder”, considera Díaz, para quien el presidente ruso está utilizando a Ucrania para chantajear a la OTAN, a Europa y a Estados Unidos.
Afirma, además, que a pesar del conflicto armado contra grupos separatistas, que según los expertos están financiados por Rusia, Ucrania sigue manteniendo una economía estable, aunque en este año la inflación haya aumentado en 10%, siguiendo una tendencia global.
“Por todo lo demás, la situación en el país es de tranquilidad, pero estamos atentos a cualquier acontecimiento”, apunta.
Por su parte, Figueroa agrega que la expectativa por ver qué pasará en adelante se enmarcan más en los daños colaterales de la tensión. “Nadie cree que Putin se va a atrever a cruzar la línea, pero estos conflictos sí influyen en la economía, en la relación con los parientes, etc.”, lamenta el peruano.
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