“No viviría en ningún otro lugar”, le dijo Harold Green a la BBC hace unos años.
Pero Tristán de Acuña no es para miedosos.
Decir que es una isla alejada es quedarse corto.
Está a casi 3.000 km de distancia de tierra firme y no cuenta con un aeropuerto.
Si quieres visitar la isla habitada más remota del mundo por ti mismo, esta es la forma de hacerlo:
- Vuela a Ciudad del Cabo en Sudáfrica.
- Encuentra un velero que te lleve.
- Navega durante 18 días en uno de los mares más agitados del planeta, espera a que la niebla dé un poco de tregua y echa un vistazo a la impresionante masa de la isla principal.
- Comienza a rezar para que los vientos se apacigüen y tengas tiempo suficiente para atracar y bajarte del bote.
- Saca la embarcación fuera del agua antes de que las olas la rompan contra las rocas o prepárate para decirle adiós.
- Bienvenido a Edimburgo de los Siete Mares, la capital de Tristán de Acuña (y única población).
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Por supuesto, siempre puedes optar por el barco “rápido”: un viaje de tan solo seis días a bordo del SA Agulhas.
El único inconveniente es que cubre la ruta de 2.810 km solo una vez al año, y el espacio a bordo es bastante limitado.
También puedes mirar si alguno de los pocos barcos de pesca que van y vienen tiene hueco para llevarte.
Así de difícil es llegar a Tristán de Acuña.
Y es igual de complicado salir de ella.
Amigos de por vida
Los 245 habitantes de Tristán de Acuña (133 mujeres y 112 hombres en el último recuento) viven apiñados en Edimburgo de los Siete Mares.
La población cuenta con una cafetería, un salón para eventos sociales, una oficina de correos y un pub: The Albatross.
También hay un pequeño y moderno hospital y una escuela aún más pequeña.
“A menos que abandones la isla, pronto te darás cuenta de que las personas con las que vas a la escuela serán las mismas con las que vivirás por el resto de tu vida”, le dice a BBC Alasdair Wyllie, quien hasta hace poco vivía y trabajaba allí como asesor para proyectos de agricultura.
La isla es probablemente también dónde conocerás a tu futura pareja, mucho antes incluso de que estés pensando en casarte.
Quizás, como era de esperar, si eres local, lo más probable es que seas el orgulloso portador de uno de los seis apellidos principales de la isla: Lavarello, Repetto, Rogers, Swain, Green o Glass.
Solo hay dos habitantes que no nacieron en la isla: un hombre y una mujer que hace años se casaron con isleños y decidieron quedarse con sus nuevas familias.
También hay un médico y un profesor que vienen con contratos temporales desde Reino Unido, ya que el lugar es un territorio británico de ultramar.
Entretenimiento
“Es tan silencioso que se puede oír crecer la hierba”, dice Harold, que ama la paz y la tranquilidad de su tierra natal.
Y es tan seguro que “no hay cerraduras”, agrega.
Pero la conexión a internet “es mala o muy mala”.
En el lado positivo, todas las llamadas al extranjero, cuando el teléfono funciona, son gratuitas.
También hay una carretera que te lleva unos 3 km a lo largo de la costa hasta “los parches”, una serie de pequeños campos protegidos de los fuertes vientos por muros de piedra.
Allí se pueden cultivar algunas verduras.
“En realidad, principalmente se pueden sembrar papas”, dice un antiguo residente, “y en el verano podemos ir allí y pasar unas pequeñas vacaciones fuera de la ciudad”.
El pasatiempo favorito de los locales es realizar una barbacoa o un braai, una influencia de la “cercana” Sudáfrica, y es una buena oportunidad para aprovechar al máximo el ganado local.
Tocar instrumentos musicales y cantar solía ser una parte importante de la vida en la isla, pero “en estos días la mayoría de la gente prefiere pasar su tiempo libre frente a las pantallas”, dice Alasdair.
También existe la opción de caminar alrededor de la isla, que en ninguno de sus puntos tiene más de 10 km de ancho, y contemplar los profundos valles y las crestas escarpadas que ascienden hasta los 2.062m sobre el nivel del mar.
De hecho, casi no hay áreas planas, y las paredes de roca escarpada que se precipitan directamente hacia el mar forman más de dos tercios del perímetro de la isla.
Islas cercanas
Tristán de Acuña, o simplemente Tristán, es la isla principal de un archipiélago volcánico que lleva el mismo nombre y del que forman parte otras islas.
Los locales a vecen vas de vacaciones a las vecinas islas Nightingale, donde las aguas son menos traicioneras, si dejamos de lado las fuertes corrientes y los tiburones.
Y luego está Isla Inaccesible (que se explica por sí misma) y la escarpada Isla Gough, donde Sudáfrica tiene una estación meteorológica y algunos meteorólogos en rotación anual.
“Existe una tendencia a romantizar la vida en la isla”, dice Alasdair.
“Ciertamente es un lugar hermoso, pero no es un paraíso”, añade.
Islas silenciosas
Aparte del silbido del viento y el mugido de alguna vaca en la isla principal, no hay muchos más ruidos.
Una de las cosas sorprendentes de este archipiélago es que puedes estar rodeado de miles de aves dondequiera que vayas y no escucharlas nunca cantar.
“Es irónico que haya tantos pájaros pero ningún canto”, dice Alasdair, quien llamó a su blog penguins-and-potatoes.co.uk en honor a los innumerables pingüinos de penacho amarillo con los que él y su esposa compartían la isla.
La falta de depredadores también significa que algunas de las aves pueden permitirse el lujo de no volar, como la codorniz de Isla Inaccesible, una de las muchas especies endémicas únicas del archipiélago.
Sin frutas ni verduras, pero con mucha langosta
Vivir en la isla más remota del mundo significa que no hace falta aislarse, la geografía lo hace por ti.
Pero “el hecho de que no hayamos tenido covid-19 en la isla no significa que no nos haya afectado la pandemia”, dice la residente Fiona Kilpatrick.
El bloqueo en Sudáfrica significó que los barcos que normalmente transportan mercancías a la isla no pudieran salir de los muelles en Ciudad del Cabo.
“La cadena de suministro, que es frágil en el mejor de los casos, se vio gravemente afectada”, dice Alasdair, que todavía está en contacto regular con sus antiguos vecinos.
“Se quedaron sin frutas y verduras hace mucho tiempo”, agrega.
“No es raro que esto suceda, pero quién sabe cuándo volverán a llegar los alimentos frescos con la situación actual”.
Lo que no falta es Tristan Lobster, la especie local de langosta de agua fría que los isleños capturan y congelan y que, cuando se puede exportar, proporciona el 70% de los ingresos de la isla.
La mejor noticia en años
Pero de manera más radical, un efecto secundario inesperado de cómo la covid ha afectado a Tristán de Acuña, es que en este tiempo nació un bebé en la isla por primera vez en años.
“Para evitar complicaciones, las mujeres suelen viajar a Sudáfrica antes de dar a luz. Pero con el confinamiento allí y las comunicaciones cortadas, el bebé tenía que nacer en Tristán”, dice Alasdair.
Tanto la madre como el niño están bien, y los lugareños recibieron encantados al nuevo isleño.
Los primeros colonos de Tristán llegaron a principios del siglo XIX y, aunque la población ha variado desde entonces, en las últimas décadas ha ido disminuyendo.
“Mientras viví allí, murieron 15 ancianos, pero solo nacieron dos”, dice Alasdair.
“Dado el envejecimiento y la disminución de la población, esta fue una muy buena noticia”.
¿Quieres mudarte?
Y hay aún más buenas noticias para el futuro: “De las tres niñas que fueron enviadas a Reino Unido para terminar la escuela secundaria, una irá a la universidad”, dice Alasdair.
Esto la convertirá en la primera mujer joven de la isla en ir a la universidad (aunque una local antes que ella se graduó a distancia).
Si adoras la tranquilidad, puedes sentirte tentado de emigrar allí, pero hay que tener en cuenta que es muy poco probable que lo consigas.
“El Consejo de la Isla tiene que aprobar a cualquiera que quiera mudarse allí de forma permanente”, dice Alasdair, “y la mayoría de los solicitantes generalmente son rechazados”.
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