Partió de Cabo Cañaveral el 5 de setiembre de 1977 y, un día como hoy, pero en 1980, el Voyager 1 se topó con Saturno. Recién en el 2012, se convirtió en “la primera nave en alcanzar el espacio interestelar” y, hoy por hoy, mantiene el título de ser la que más lejos llegó en el espacio.
¿Cuál es la importancia del Voyager 1?
Cuenta RPP que su misión es “localizar y estudiar los límites del Sistema Solar, incluyendo el cinturón de Kuiper y más allá, así como explorar el espacio interestelar inmediato”.
Gracias a ella, existen fotos de buena calidad de los satélites de Júpiter y Saturno.
Se trató de un logro tremendo, si se tiene en cuenta que inicialmente se pensó que tendría una vida útil de cinco años. “Nadie pensó que abandonaría el Sistema Solar”, dijo la astrónoma Merav Opher.
Claro que hay partes del Voyager 1 que ya no funcionan, no por estar malogrados, sino para ahorrar energía. “Normalmente, los datos que reciben [las grandes antenas de la Tierra] son sobre densidad de plasma, campos magnéticos y rayos cósmicos”, escribe “El País”.
Una vida fecunda
Después de 45 años, es lógico que el Voyager 1 empiece a registrar algunos datos extraños.
En mayo de este año, los científicos encargados dijeron que la nave respondía a los comandos desde la Tierra, pero que “las lecturas del sistema de control y articulación de la actitud (AACS) de la sonda, que mantiene la nave y su antena en la orientación adecuada, no reflejan lo que realmente ocurre a bordo”.
La Deutsche Welle dice que si la NASA no logra dar con “el origen del problema”, podría “introducir cambios en el software o utilizar uno de los sistemas de reserva de la nave, algo que ya se hizo en 2017″.
“El País” escribe: “La Voyager 1 aún no ha recorrido ni la mitad de la distancia a la que llega Sedna, uno de los pequeños planetas enanos, y le faltan dos o tres siglos para llegar a rozar la nube de Oort, el teórico enjambre esférico donde se acumulan millones de cometas que algún día quizás caerán hacia el Sol”.
Sin embargo, es muy probable que no lo consigan. La NASA ya considera que es tiempo de dejarla ir y lo hará gradualmente. RPP recoge que los científicos estiman que el plutonio -que les da energía- “podría agotarse en 2025 o tal vez en la década de 2030 como máximo”.
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