Los talibanes celebraron este miércoles el primer aniversario de la “liberación” de Afganistán tras la retirada apresurada hace un año de las tropas estadounidenses, fecha que los islamistas aprovecharon para hacer una demostración de fuerza en un desfile en el que emplearon numerosa artillería de los “invasores”.
El desfile en la antigua base estadounidense de Bagram, icónica fortaleza de las tropas extranjeras durante la guerra, sirvió al gobierno talibán para presumir también de sus reformadas Fuerzas Armadas, que tuvieron que levantar casi desde los cimientos tras el fin de la guerra y la desintegración del antiguo ejército.
Este nuevo “Ejército islámico” cuenta según datos del Ministerio de Defensa con 150.000 miembros entre oficial militar y policial, entre ellos ocho cuerpos del ejército responsables de la defensa en ocho divisiones regionales, cada una con al menos 3.000 soldados.
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La formación de estas fuerzas así como la reactivación del equipo militar que dejaron atrás los estadounidenses y las tropas del antiguo Gobierno son ahora uno de los grandes orgullos del Gobierno talibán, reconocieron a Efe desde el Ministerio de Defensa.
Pero para abrir el desfile los líderes islamistas eligieron otro orgullo más propio de sus tácticas militares: la unidad Istishhad, como se conoce la brigada suicida que se originó durante la guerra, y que ahora forma una parte integral de su músculo de defensa.
Además, ante la atenta mirada en el palco de gran parte de la cúpula del Gobierno islamista, el desfile mostró la compleja artillería, con el desfile de cientos de soldados talibanes vestidos con uniformes de combate, o flotas de motocicletas, armas, o vehículos acorazados, incluidos tanques.
El júbilo
En la memoria de todos está aquella noche del 30 de agosto del año pasado, cuando un minuto antes de la medianoche el último contingente estadounidense abandonaba en avión Afganistán, poniendo fin a dos décadas de guerra tras la invasión de EE.UU. en 2001.
Dos semanas antes, el 15 de agosto, los talibanes habían regresado al poder con la toma de Kabul tras una demoledora ofensiva que pilló a todos desprevenidos, desencadenando una caótica y desesperada evacuación de las tropas extranjeras y sus trabajadores.
“Nunca pensamos que ese día llegaría, incluso unos días antes del derrumbe del régimen anterior no se creía que capturaríamos ni una sola provincia, pero todo cambió de manera espectacular. Gracias a la ayuda de Dios y los sacrificios de nuestros compañeros que tenemos un gobierno islámico”, dijo a Efe el talibán Momen Khan Niazi.
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Las celebraciones comenzaron anoche con fuegos artificiales iluminando de colores el cielo afgano, que congregaron en las calles a cientos de islamistas y curiosos, que bailaban armados entre vítores mientras ondeaban su bandera blanca inscrita con el Shahada, usado como símbolo del autodenominado Emirato Islámico de los fundamentalistas, ya omnipresente en Afganistán.
Durante la jornada, declarada como festivo nacional en Afganistán, los talibanes insistieron en una petición que llevan repitiendo desde que llegaron al poder: la liberación de los 9.000 millones de dólares de fondos afganos congelados en el extranjero.
A lo largo de un año, sin acceso a sus reservas y la banca internacional, los talibanes no han podido echar mano del dinero de Afganistán y su precario Gobierno opera casi sin insumos para atender la necesidad de un país lastrado por décadas de conflicto, la hambruna, y la inclemencia de los desastres naturales.
“Han saqueado todo y luego dicen que los afganos están en la pobreza”, dijo el primer ministro del Gobierno interino, el mulá Hassan Akhund, en su discurso desde Bagram.
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El recuerdo de la retirada
El avance de la retirada de las tropas internacionales conllevó el acelerado desplome de la seguridad del entonces Gobierno de Afganistán, que dependía en gran medida de los estadounidenses, la caída a continuación una tras otra de las capitales provinciales a manos de los talibanes y la evacuación final a la desesperada.
Aquellas imágenes del caos en el aeropuerto de Kabul con miles de colaboradores afganos de las tropas aliadas tratando de huir del país ante el miedo a las represalias de los talibanes permanecen en la retina de muchos, aunque para los islamistas la escena importante fue aquel último avión estadounidense despegando del aeropuerto.
“Este día era nuestro sueño, alcanzamos nuestro sueño de que el invasor fuera expulsado del país”, afirmó Akhund, con un país que ahora es “libre, donde todo el mundo puede ir a donde quiera”.
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Sin embargo, igual que ocurrió durante su primer régimen entre 1996 y 2001 antes de la invasión estadounidense, los talibanes han ido limitando de manera sucesiva los derechos de las mujeres en base según dicen a la sharía o ley islámica, como la prohibición de que viajen a no ser que vayan acompañadas por un hombre de la familia.
Un atentado con un vehículo cargado con explosivos en la capital también recordó hoy a los afganos que la paz no ha regresado del todo a Afganistán, con ataques sobre todo reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), la principal amenaza al régimen.
En esta explosión murieron dos civiles y otros tres resultaron heridos, según dijo a Efe el portavoz policial Mohammad Yaseen. El ataque iba dirigido a un convoy de las fuerzas de seguridad de los islamistas, reveló, pero “afortunadamente no logró su objetivo”.
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