Donald Trump ganó ampliamente las elecciones de este martes pese a quedar por detrás de su rival, Kamala Harris, en las principales áreas urbanas de Estados Unidos.
Desde Nueva York y Chicago hasta Dallas, San Francisco y Los Ángeles, todas las grandes metrópolis del país se inclinaron por el Partido Demócrata.
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Con una excepción: el condado de Miami-dade, el núcleo urbano que integra la principal ciudad de Florida.
Trump ganó este distrito electoral de 2,7 millones de habitantes por 11 puntos de ventaja: un 55% de los votos por un 44% de Harris.
Su arrolladora victoria fue toda una sorpresa, ya que en las elecciones anteriores en 2016 y 2020 el condado se había decantado ampliamente por los demócratas Hillary Clinton y Joe Biden.
Un cambio histórico en Miami
Miami era, de hecho, un feudo demócrata en las elecciones presidenciales hasta 2024.
La última vez que los republicanos ganaron en esta ciudad del sur de Florida fue hace 32 años con George H. W. Bush, que acabó perdiendo las elecciones de 1992 contra Bill Clinton.
En los siguientes 7 comicios tanto Bill Clinton como sus sucesores demócratas fueron los favoritos de los miamenses.
En las pasadas elecciones de 2020 Joe Biden se llevó el condado por más de 7 puntos, con el 53,4% de los votos frente al 46,1% de Trump.
Por eso sorprende que solo cuatro años después, en 2024, el principal núcleo urbano de Florida haya vuelto a votar a favor de un republicano, que lo haya hecho por el mismo candidato que había rechazado dos veces, y además con un amplio margen de 11 puntos.
De hecho, es uno de los escasos núcleos urbanos de más de 500.000 habitantes en EE.UU. que han votado rojo en estas elecciones. Otros son Tampa (también en Florida) y Fort Worth (Texas).
Entonces, ¿qué ha ocurrido en Miami?
La evolución del voto de los latinoamericanos, que componen más del 68% de la población del condado, ha influido de forma decisiva.
El historiador principal del Museo de Historia de Miami, Paul S. George, explica que la raíz de este cambio está en “el enorme crecimiento e influencia durante los últimos años y décadas de la población cubano-estadounidense, que tiende a ser bastante conservadora y muy fuertemente anticomunista”.
“Creo que en estas elecciones los republicanos han tenido mucho éxito en presentar los temas del socialismo y el marxismo como algo propio de los demócratas, lo cual no creo que sea correcto, pero ese ha sido su enfoque y mucha gente ha abrazado esa idea”, explica.
Puntualiza, además, que los seguidores de Trump en la ciudad se movilizaron de forma activa en la campaña, con banderas, pancartas y caravanas de vehículos recorriendo la ciudad, mientras los demócratas apenas se hicieron visibles.
“Hubo una muestra de apoyo a Trump por parte de la comunidad hispana más visible que nunca antes”, asegura.
Por otra parte, los mensajes antiinmigración y las amenazas de deportaciones masivas del candidato republicano no parecieron asustar a una comunidad donde muchas familias tienen miembros en situación irregular o esperan recibirlos.
Para el historiador de Miami, “era un tema muy delicado y la campaña de Trump lo abordó con habilidad: hablaron sobre todo de la frontera de Texas sin mencionar Florida, el Caribe, Cuba o Centroamérica porque entendían la importancia de la demografía cubana aquí y que los cubanos son grandes partidarios de los republicanos”.
"Fueron muy efectivos asustando a la gente diciendo que en la frontera entre Texas y México estaban cruzando millones, algunos de ellos asesinos, pero no mencionaron una palabra sobre esta área que también recibe una gran afluencia de migrantes”, opina.
Por su parte, el presentador de radio y comentarista político cubano-estadounidense Agustín Acosta, que desde hace 45 años analiza la actualidad de Miami y Florida, señala la economía como el principal motivo de que los electores de Miami hayan cambiado de color.
“En realidad, en Miami-Dade no hay suficientes republicanos como para darle a Donald Trump la victoria que obtuvo, pero la gente aquí se siente defraudada y muy molesta por el manejo del país en términos de economía, finanzas y gobierno interno, y quiere un cambio”, evalúa.
A la subida de los alimentos en los últimos tres años por la inflación post pandemia, indica, se suma que “la ola migratoria ha provocado un aumento dramático en los alquileres en Miami, donde antes se podía alquilar una vivienda de dos dormitorios por US$1.300 y ahora cuesta más de US$2.300”.
“Los demócratas no pudieron captar correctamente el sentir de la calle. Se enfocaron en temas como los derechos reproductivos, el cambio climático y la defensa de la democracia, que son temas importantes pero a muchos les suenan algo abstractos”, opina.
Florida, de “estado péndulo” a rojo
En Florida, Donald Trump obtuvo una cómoda victoria este martes con 6,10 millones de votos (56%) por 4,67 millones de Kamala Harris (43%), lo que le otorgó al republicano la totalidad de los 29 votos electorales del estado.
Con 22,6 millones de habitantes según la estimación del censo de 2023, Florida es el tercer estado más poblado de los Estados Unidos y el tercero con mayor peso en las elecciones solo detrás de California y Texas.
Históricamente era un “estado péndulo” que ha oscilado entre el Partido Demócrata y el Republicano en las elecciones presidenciales.
Sus votantes apostaron por el demócrata Bill Clinton en 1996, mientras en 2000 y 2004 se decantaron del lado del republicano George W. Bush; en las dos siguientes elecciones se volvió a teñir de azul en favor de Barack Obama y finalmente regresó al rojo en 2016 con la primera victoria electoral de Trump.
Desde entonces se lo considera un estado firmemente republicano y los demócratas apenas dedican esfuerzos en su campaña para revertirlo.
Para muchos, la tendencia al voto conservador también se vincula a la evolución del voto de los residentes de origen latinoamericano, que representan un 27,4% de la población.
El comentarista político Agustín Acosta explica a BBC Mundo que los latinos en Florida tienen la percepción de que “el partido demócrata está mucho más a la izquierda que hace 10 o 15 años”.
“Suelen ser conservadores que quieren la oportunidad de tener su propio negocio sin que el gobierno se involucre demasiado en su vida diaria. Cuando llega una elección como esta, se inclinan más hacia una postura conservadora que hacia la más radical que representan actualmente los demócratas”, opina.
A esto se suma que gran parte de los latinos en Florida que en los últimos años han adquirido derecho a voto son cubanos o venezolanos que huyeron de los regímenes socialistas imperantes en sus países.
“Muchos de los primeros exiliados políticos que salieron cuando Chávez llegó al poder y cuando Maduro asumió la presidencia ya tienen ciudadanía y, en gran medida, votan con la preocupación de que Estados Unidos se esté moviendo hacia la izquierda, hacia el socialismo”, afirma Acosta.
Esta evolución del voto latino complementa la tendencia tradicionalmente conservadora de la mayoritaria población de ascendencia europea de Florida, especialmente la de raza blanca y rural.
A esto se suma, además, la llegada a Florida en los últimos años de estadounidenses de alto poder adquisitivo desde Nueva York, Chicago y otras grandes ciudades en busca de buen clima e impuestos bajos.
Favorecido por las políticas económicas más liberales en los estados gobernados por republicanos, este colectivo también tiende a votar en rojo.
“Son personas que tal vez en sus estados eran conservadoras pero no se sentían tan numerosas. Al mudarse aquí, van sumando poco a poco”, sentencia el comentarista.