
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha causado temblores también fuera de las fronteras de Estados Unidos. La Unión Europea (UE) no se ha salvado, con intempestivas decisiones como la salida de la mayor economía del mundo del Acuerdo de París y la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como sus amenazas de tomar Groenlandia, sirviendo como posible preludio a mayores remezones.
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En conversación con El Comercio, el especialista de estudios europeos Enrique Banús pronostica una relación difícil entre Washington y Bruselas, sede de la UE, por los próximos cuatro años.
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“Sin duda será complicada, sobre cuánto lo será es una cuestión que solo veremos con el paso del tiempo”, señala el catedrático de la Universidad de Piura.
Es una opinión que comparte Carlos Novoa, internacionalista y docente de la Universidad de Lima, quien señaló que para entender cómo será la relación entre ambas potencias tenemos que tomar en cuenta que la administración Trump llegó al poder bajo una agenda muy proestadounidense llamada “América First” (América Primero) que tiñe todas sus relaciones bilaterales. Bajo esta mentalidad, y cumpliendo con sus promesas de campaña, el mandatario ha lanzado una serie de órdenes ejecutivas en búsqueda de crear el mayor impacto mediático, aunque estas no necesariamente tendrán los efectos que se espera.
“Yo creo que a la Unión Europea, al igual que con los países de América Latina o China y Rusia, no le tomó por sorpresa lo que ha hecho Trump, ya lo conocen, y ahora están asumiendo el golpe fuerte que se esperaba. A partir de ahí, estas cartas van a variar y van a entrar a negociar”, señala el experto.
Esta actitud de espera se ha visto difundida en la élite política europea, reunida estos días en Davos (Suiza) no solo para el Foro Económico Mundial, sino también para discutir cómo el bloque deberá responder ante las exigencias y amenazas del gobernante estadounidense.
Pero a diferencia del 2017, cuando la victoria de Trump frente a Hillary Clinton tomó al mundo por sorpresa, los políticos de Bruselas parecen mostrar un mayor estoicismo a lo que pinta será una tumultuosa relación con uno de sus mayores aliados durante los próximos cuatro años.

“Se necesitan cabezas frías”, enfatizó el canciller alemán, Olaf Scholz, durante su discurso en Davos el martes 21. “Está perfectamente claro que el presidente Trump y su administración mantendrán al mundo en vilo en los próximos años, en política energética y climática, en política comercial, en política exterior y de seguridad y en muchos otros ámbitos”, situación que, en opinión del líder germano, Europa deberá afrontar “sin excitaciones ni indignaciones innecesarias, pero también sin falsas complacencias”.
Fue un mensaje similar al de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien considera que la UE debe tener una relación “pragmática” con el nuevo Gobierno Estadounidense.
En lo que ambos políticos sí hicieron énfasis es en defender los principios del bloque y el orden mundial, con Scholz remarcando “la inviolabilidad de las fronteras”, una clara referencia a dos de los mayores puntos de convergencia entre Bruselas y Washington: la invasión rusa a Ucrania y la defensa del Viejo Continente a través de la OTAN.
Primeros focos de tensión
A pesar de la aparente placidez con la que los líderes europeos están tomando las palabras de Trump, ya se han formado algunos puntos de tensión.
En cuestiones económicas, la Unión Europea ha visto con aprensión algunos comentarios de Trump sobre la posibilidad de imponer elevados aranceles a productos europeos en búsqueda de equilibrar lo que en su opinión es una balanza comercial desigual entre su país y el bloque europeo.
Tal es este temor que fue uno de los principales puntos que Ursula von der Leyen trató durante su discurso en Davos, resaltando los estrechos lazos comerciales entre ambos entes, con un volumen comercial mayor a los US$1,5 mil millones. Una temática que se repitió este miércoles 22, cuando el comisario de Comercio y Seguridad Económica de la UE, Maroš Šefčovič, extendió una rama de olivo a Washington y reiteró la disponibilidad del bloque de “discutir todas las preocupaciones de sus socios estadounidenses”.

El gasto en defensa será otro tema crucial. Trump ha sido persistente en exigir a los miembros de la OTAN que aumenten sus presupuestos militares más allá del 2% del PBI acordado para garantizar que Estados Unidos se mantenga en la alianza, un pedido que ha sido repetido por otras voces dentro de la misma Europa, pero su exigencia de subir el gasto al 5% ha sido considerada inviable, al menos a corto plaza.
La invasión rusa a Ucrania es otro punto de tensión entre Europa y Trump. Y si bien este último ha prometido terminar el conflicto, la forma en que tendrá esta solución causa algo de preocupación en Kiev, sobre todo si recordamos algunas palabras de admiración que le ha dedicado en el pasado el mandatario estadounidense a su par ruso, Vladimir Putin. Aunque en un hecho esperanzador para los ucranianos, Washington recientemente amenazó a Moscú con mayores sanciones económicas si no se sentaba en la mesa de negociación.
Enrique Banús resalta otro punto de tirantez fuerte con el tema de Groenlandia, territorio que pertenece a un país de la Unión Europea bajo un estatuto especial. “Si bien no existe una política exterior común en la UE, hay una solidaridad entre sus miembros y podemos asumir que saldrán a la defensa de Dinamarca”, considera.
A estos se le suma una miríada de problemas como el cambio climático, la migración y la situación en el Medio Oriente, que seguirán causando conflicto entre Washington y Bruselas.
¿Está la UE preparada para un gobierno de Trump?
Ante las tensiones con la administración de Trump, algunos líderes europeos se han alineado en la necesidad de una mayor unidad dentro del bloque. En una reunión el miércoles 22 con su par alemán, Olaf Scholz, el presidente francés, Emmanuel Macron, subrayó la importancia de que Europa se mantenga “firme, audaz e independiente”, especialmente frente a la competencia global y los desafíos de una política estadounidense cada vez más centrada en sus propios intereses. Macron y Scholz han sido claros en su mensaje: Europa debe consolidarse como un actor global fuerte y soberano.
Sin embargo, en opinión de Enrique Banús, la posición del bloque es más precaria de lo que parece, donde si bien la Comisión Europea se mantiene firme por el momento, los gobiernos de dos de sus principales motores, Francia y Alemania, se encuentran actualmente en la cuerda floja políticamente hablando y con una extrema derecha que adquiere más poder cada día.
Curiosamente, la popularidad de la derecha podría ser, en opinión de Carlos Novoa, un factor que ayude a lubricar las relación entre Europa y Estados Unidos, con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, pudiendo servir como puentes entre ambas entidades políticas al estar más en sintonía con el pensamiento de Trump.
“Yo creo que la relación con Europa va a ser matizada en virtud de los gobiernos que existan. Con países bajo administraciones de izquierda como la de Pedro Sánchez van a chocar y con los de derecha van a hablar el mismo idioma”, acota.
En lo que sí coinciden los especialistas es en que, a pesar de las tensiones y los retos, la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea probablemente perdurará en los próximos cuatro años. “Al final, tienen mucho en común”, afirma Banús. “Sobrevivirá con algunos daños, probablemente algunos impactos, pero también hay que tener en cuenta que una cosa es lo que dicen y otra lo que pasa y no dicen mediante los canales diplomáticos, donde le van quitando ‘hierro’ a la parte más retórica y contundente para crear las medidas políticas concretas”.
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