Acababa de estrenarse en el cargo de crítico literario de “The Washington Post” –diario en el que laboraba desde el 2005 como editor– cuando llegó la marea Trump. Entonces, Carlos Lozada (Lima, 1971) decidió sumergirse en aquel 2016 en tremendo personaje. Y cuatro años más tarde continúa inmerso en esas profundidades.
Ganó el prestigioso Pulitzer el año pasado por su trabajo como crítico y hace menos de un mes ha visto la luz su obra “En qué estábamos pensando: una breve historia intelectual de la era Trump”, para la cual leyó unos 150 libros.
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— Ha dicho que los libros que más le sirvieron no han sido los que hablan directamente de Trump...
Ojo que leí todos esos, sobre los escándalos en la Casa Blanca, las intrigas, con quién habló, a quién botó, pero yo no quería hacer un libro más sobre el mismo Trump, sino sobre las ideas y debates que han animado este período.
— ¿Algo así como poner esta experiencia de la era Trump en el marco amplio de la historia de EE.UU.?
Esa ha sido la idea. Por eso me ha servido tanto “America for Americans”, de la historiadora Erika Lee, que muestra que la tradición migratoria de este país ha coexistido con una tradición xenofóbica muy fuerte desde siempre. O “One Person, No Vote”, de Carol Anderson, que cuenta la historia trágica de los intentos de suprimir el voto a las minorías aquí.
— ¿El período de Trump no es entonces una rareza, sino la definición misma de EE.UU.? ¿Qué responsabilidad le cabe a él en este momento de crispación?
Trump ha combinado todos los debates y diferencias entre los ciudadanos de este país en su persona, los debates que han sucedido en distintos períodos los tenemos ahora todos a la vez porque él es un líder muy conflictivo.
— ¿Y el modelo de democracia en este período?
Nos hemos dado cuenta de que las prácticas democráticas no solo se basan en leyes y constituciones, sino en normas y costumbres de conducta –permanecieron en mucha gente porque decidieron respetarlas– que un presidente puede deshacer con sus ataques a la prensa y a la administración imparcial de justicia.
— Entonces, la irrupción de Trump en el ámbito político en el 2016...
Si no hubiera sido Trump ese año, hubiera sido algún otro líder en el futuro, que iba a reconocer que había un público para esas actitudes, para hacer política de esa manera.
— ¿Qué revela eso sobre la nación estadounidense?
Muchas cosas. El mismo verbo ‘revelar’ es importante. No es solamente que Trump sea la causa de todas estas pugnas, en muchas maneras él es síntoma de lo que ya estaba pasando. Él ha revelado que hay un segmento considerable de la población que se siente totalmente alejado y sin representación en el sistema político tradicional. Es gente a la que le pareció buena idea votar por alguien que prometía quemarlo todo.
— ¿Y qué revela sobre el Partido Republicano?
También revela cambios ahí. Un partido que por mucho tiempo recalcaba principios conservadores en política fiscal y moral personal ahora se siente cómodo con un presidente que no siente mayor inquietud en atizar la división racial y cultural. Todo para Trump es la guerra cultural. Es un hombre que nunca pensó en ser el presidente de todos los estadounidenses, sino solo el de su base política. Incluso durante esta pandemia ha dividido a la gente entre quienes viven en estados demócratas y quienes no. Eso de que el presidente electo es de todos ha desaparecido bajo Trump.
— ¿Le sorprenderían cuatro años más de Trump?
Me sorprendería en el sentido de que todas las encuestas le dan ventaja a Joe Biden. Pero en el fondo no sé si me sorprendería. Si Trump vence otra vez, eso ya no es una aberración. Me sorprendió enormemente su elección en el 2016, ahora ya no. En todo caso, este ya nunca va a dejar de ser un país que eligió a Trump, esa marca va a quedar incluso en política exterior. Cuando líderes de otros países quieran hacer tratados con EE.UU., siempre van a preguntarse: ‘¿Y si otra vez eligen a un líder que quiere romper todos los acuerdos?’. Va a quedar una cierta incertidumbre acerca de EE.UU. que antes no existía.
— ¿Qué significaría una eventual victoria de Biden en un país tan polarizado, una pausa o no amainará la combustión?
Hay quienes piensan, y la campaña de Biden lo cree así, en hacer borrón y cuenta nueva: hacer un país mejor que el actual y que vuelva a una época menos conflictiva. Pero creo que esto va a ser realmente difícil.
— ¿Por qué?
Incluso si ganara Biden con un mandato fuerte, la manera en que Trump ha simplificado las divisiones del país, estás con él o eres anti-Trump, va a ser un punto de referencia para toda la discusión política. La gente en este país se va a acordar de todas las maneras en que no se aguantan.
— Y eso nos lleva también al Partido Demócrata...
Biden no es el futuro de ese partido, y no lo digo solo por su edad. Él fue escogido candidato porque en esa agrupación lo tenían como la mejor opción para ganar a Trump, pero en realidad hay figuras más influyentes y más inclinadas a la izquierda allí. Esa lucha va a surgir de inmediato si él gana. Biden va a tener una luna de miel muy corta. No solo va a tener que lidiar con Trump, sino con las divisiones de su propio partido, hoy aparcadas por el objetivo de sacar a Trump.
— ¿Tendrá que lidiar con Trump incluso si este es derrotado de forma clara?
Es que incluso si perdiera, Trump no va a desaparecer. Va a seguir siendo una influencia importante en la política del país y en la política de su partido. Obviamente, él no quiere perder esta elección, pero creo que estaría mucho más cómodo –y a lo mejor sería más efectivo– como una figura de oposición. Incluso siendo el Poder Ejecutivo, Trump ha gobernado como si estuviera en la oposición permanente, ha criticado al propio gobierno que maneja porque eso es liderazgo para él. La presidencia es casi una obra de teatro: sus discursos, la firma de documentos, estar en medio de esas luchas, eso significa gobernar para él.
— La política migratoria ha sido uno de los tantos puntos polémicos en la administración Trump. Usted mismo es un migrante...
Yo he vivido a mi manera esa experiencia de migrante, ya llevo 30 años afincado aquí y cuento con la ciudadanía, pero cada experiencia es distinta. Nunca quisiera decir que hablo por la comunidad inmigrante, hablo por mí y punto. De hecho, leer todos estos libros para esta obra me ha dado una perspectiva diferente sobre la migración.
— ¿Y cómo define la forma en que ha manejado el actual gobierno este tema?
Lo que más resalto es que para Trump, inmigración significa la frontera, construir un muro, quién viene y quién va. Es como que no se hubiera dado cuenta de que este país ya ha cambiado, un país tan marcado y definido por los inmigrantes.
— Repartidos, además, por todo el territorio.
Exactamente. No están solo en California, Texas o Florida, están en todo el país, cambiándolo y siendo ellos mismos cambiados por este país. Pero Trump persiste en armar todo el debate en torno a la frontera, cuando la gran historia migratoria está sucediendo lejos de ella, en las grandes ciudades, donde comunidades inmigrantes están rehaciendo la economía, la cultura y la política de Estados Unidos.
— ¿Cómo avizora lo que pueda pasar a partir del 4 de noviembre, sea que gane uno u otro candidato?
Para ser sincero, no tengo la menor idea. Creo que puede pasar cualquier cosa, estamos en un nivel de suma incertidumbre en Washington y en todo el país. Quién sabe si Biden gane de manera convincente, y por ahí Trump decida que como no lo quieren, pues se larga a Mar-a-Lago (la mansión del presidente en Florida) por el resto de su mandato y nos quedamos con el vicepresidente Mike Pence en Washington.
— Trump ha dicho que cuestionará los resultados si no gana. ¿Llegará a ese punto o se puede tomar como una bravata más?
Lo ha dicho clara y repetidamente. Hay que ver si involucra en esto a las cortes, hay que tener en cuenta el nivel de violencia política que se vive en algunos estados. Creo que la gran tradición estadounidense del traslado pacífico del poder de un líder a otro, que hemos tenido por tantos años y damos por descontado, ahora está en juego. Todos estamos con la mano en el cuello pensando qué va a pasar. Cualquier escenario es posible.
— También el de la reelección de Trump.
En ese caso, quizá su segundo mandato se convierta en un esfuerzo de venganza hacia sus enemigos políticos. Si Trump no gana y cuestiona la elección, hay que esperar que las instituciones gubernamentales, el Partido Republicano y las cortes den la cara para que la voluntad del electorado, sea cual fuera, sea respetada.
De puño y letra del presidente
— ¿Los libros de autoría de Trump ya anunciaban lo que sería su mandato?
Totalmente. Lo que hemos visto en estos cuatro años, su vanidad, su obsesión con la prensa, su habilidad para decir cosas que no son ciertas, todo ya se veía en “The Art of the Deal” y en otros más. Él ha gobernado de la misma manera en que plasmó esas ideas en sus libros. Muchos pensaban que el puesto presidencial lo iba a calmar. Al contrario, la presidencia lo liberó, él se sintió reivindicado y afirmado en sus posturas.
— ¿Le interesaría leer las memorias de Trump de su paso por la Casa Blanca?
[Risas] En 15 días aparecen las memorias presidenciales de Obama, me interesa porque no estoy muy seguro de qué va a decir. Cuando pienso en las de Trump, siento que sé exactamente lo que dirá. Lo ha estado diciendo por cuatro años vía Twitter o en sus discursos.
Los libros ya escritos y los que están por venir
— ¿Hasta cuándo durará el ‘boom’ editorial en torno al mandatario de EE.UU.?
Tal vez los mejores libros de la época de Trump aún no han sido escritos. Si Trump pierde, no va a ser el final de esta bibliografía, hay libros sobre Trump para rato. Mi esperanza es que los próximos libros sean mejores pero que vendan peor. Significará que estamos investigando más, sin la desesperación y obsesión en torno al mandatario.
— ¿De los libros puntuales sobre Trump cuáles le parecieron los mejores?
La obra escrita por Mary Trump me pareció una perspectiva fascinante, no solo por ser su sobrina sino también porque ella es doctora en Psicología. Es una combinación irresistible. De una cercanía similar es el libro de su exabogado Michael Cohen, que trabajó día a día muchos años con el presidente.
— ¿Qué memorias de gente del entorno presidencial le gustaría leer?
Las de Anthony Fauci, tan involucrado con Trump en esta época de pandemia. O las de la exsecretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen, metida en la política migratoria y la separación de familias. Y, cómo no, las de Robert Mueller, quien investigó a Trump durante dos años.
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