"Soy una convencida que a medida que tengamos mayor participación y representación de mujeres, las nuevas generaciones seguirán sus pasos y se animarán a participar en la vida pública para contribuir con estos objetivos compartidos".
"Soy una convencida que a medida que tengamos mayor participación y representación de mujeres, las nuevas generaciones seguirán sus pasos y se animarán a participar en la vida pública para contribuir con estos objetivos compartidos".
Marilú Martens

En el último año, la economía mundial ha atravesado grandes cambios y desafíos debido a los efectos que ha ocasionado el COVID-19. Sin embargo, la forma en que estos nos impactan tiene determinantes de género importantes que deben visibilizarse tanto en el análisis de las medidas adoptadas por la sociedad y el Estado; así como en las respuestas de reactivación económica. La mujer peruana enfrenta impactos específicos, que van desde un preocupante incremento en la violencia doméstica y en la carga relacionada a los cuidados, a un menor acceso a ingresos y empleo; retrocediendo a mayores brechas de género.

Entre mayo y julio 2020, el INEI reportó una caída del empleo de 36,1% como consecuencia de las medidas dictadas para frenar la pandemia; sin embargo, el impacto ha sido mayor en las . Este contexto, no hace más que agudizar barreras y brechas existentes. Mientras las mujeres tengamos una sobrecarga en el tiempo que asignamos a las tareas de cuidado y domésticas, determinadas por los roles sociales de género, tendremos menos tiempo para asignarles a las actividades generadoras de ingreso.

Otro factor significativo de la desigualdad en el ámbito laboral se hace notar desde la escasa participación femenina en los altos cargos de liderazgo, donde solo hay una profesional mujer por cada ocho hombres, hasta en la remuneración donde el grupo masculino gana un 21,2% más que sus pares femeninos. Hoy el Perú es el país con la mayor disparidad salarial en razón de género en puestos directivos empresariales en toda América Latina; y en el panorama general de mujeres empleadas, según la OIT, el país aún ocupa el cuarto lugar de desigualdad en la región.

Los tiempos han cambiado sin duda, pero todavía necesitamos pugnar por mayores y mejores espacios de representación y participación política para articular nuestros pendientes en la formulación de políticas públicas. Si bien somos el 50,4% de la población, hoy solo el 25,4% de congresistas son mujeres. Lamentablemente, todavía persisten que ratifican la imagen de las mujeres en política como si fuera una responsabilidad secundaria a las domésticas, o cuestionan nuestras competencias en cargo de toma de decisiones. El machismo y la cultura patriarcal es otro gran virus que nos acecha como sociedad y bloquea el horizonte de igualdad al que aspiramos y merecemos como sociedad.

Soy una convencida que a medida que tengamos mayor participación y representación de mujeres, las nuevas generaciones seguirán sus pasos y se animarán a participar en la vida pública para contribuir con estos objetivos compartidos. A puertas de celebrar el , quiero celebrar que a pesar de los desafíos, habemos cada vez mas personas del lado correcto de la historia.