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El fantasma de la “ideología” contamina el debate
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Hace unos días se publicó la columna “Medio ambiente y desarrollo económico”, del señor Fernando Cáceres, y me llamó la atención que su análisis se sostuviera en una idea tan anacrónica como que a las ONG que defendemos el medio ambiente solo nos importa este y no el desarrollo económico del país. Para ilustrar su argumento, cita como ejemplo la controversia judicial que Oceana, organización que tengo el orgullo de liderar en el Perú, mantiene con el Ministerio del Ambiente respecto a la legalidad de la pesca industrial dentro de la Reserva Nacional Dorsal de Nasca.
Nuestra principal motivación para promover el cuidado de los océanos es precisamente que los recursos marinos bien manejados constituyen una fuente sostenible de empleo, ingresos y alimento para millones de personas alrededor del mundo. Para que sigan siéndolo, las actividades económicas que dependen de ellos deben realizarse respetando los límites biológicos, protegiendo ecosistemas claves y dentro el marco de la ley.
Afirmar que la pesca industrial está prohibida en todas las áreas protegidas del país, cualquiera sea su categoría, sean de uso directo o indirecto, no es ideología, sino respeto al marco legal. El reglamento de la Ley de ANP lo señala expresamente en su artículo 112, como ha señalado el Poder Judicial en la sentencia que desestima en primera instancia la demanda de la SNP que busca anular está prohibición.
Tampoco es cuestión de ideología sostener que permitir la pesca industrial, justamente por su gran escala y los grandes volúmenes de pescado que captura, afectaría el equilibrio de la cadena alimenticia de los ecosistemas que las áreas marinas protegidas buscan proteger. Así lo han afirmado más de 50 científicos especialistas en el tema.
No es ideología señalar que la Reserva Nacional Dorsal de Nasca no busca proteger solo los montes submarinos, sino también: 1) conservar el ecosistema pelágico oceánico, y 2) reducir la mortalidad por actividad humana de cetáceos, tortugas, aves marinas, tiburones y rayas amenazadas. Lo señala su propio plan maestro.
La discusión no es si la pesca industrial es buena o mala, todos queremos una industria pesquera exitosa. La discusión es si para tenerla necesitamos poner en riesgo los ecosistemas marinos protegidos que no llegan ni al 8% de todo el mar peruano.
Tampoco está en debate si la biomasa de la anchoveta está saludable o no. Los niveles de biomasa pueden variar por diversos factores, por ejemplo, para la última temporada de pesca de este año se ha autorizado una cuota de pesca significativamente menor de la usual, justamente por una disminución importante de la biomasa. La discusión va de la necesidad de mantener estos refugios, en las que las especies marinas no necesitan competir por alimento contra la flota industrial.
Lo que está en debate es si en la Dorsal de Nasca, nuestra primera área marina protegida netamente marina, un ecosistema reconocido mundialmente por su biodiversidad y muy poco explorado, debe hacerse valer la prohibición de pesca industrial vigente desde el 2001. No es una cuestión de ideologías sino de Derecho, por lo que la decisión hoy está en manos del Poder Judicial. Sería prudente que los que defendemos una posición o la otra, lo hagamos en términos técnicos para ayudar al Poder Judicial a decidir, en lugar de distraer la atención con fantasmas ideológicos.

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