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La nueva brecha: saber leer en la era digital
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Las brechas de la era digital no son inevitables: dependen de la decisión colectiva de convertir el progreso en un derecho compartido y no en un privilegio para unos pocos.
La pregunta sobre quién accede al conocimiento y quién queda fuera no es nueva. En 1969, el mundo celebró como propio un hito alcanzado por muy pocos: la llegada del hombre a la Luna. Fue un salto histórico, pero también una hazaña reservada a una élite (astronautas, científicos y países con recursos extraordinarios), mientras el resto de la humanidad apenas podía observar el acontecimiento por televisión.
Más de medio siglo después, vivimos otro momento decisivo: la irrupción de la inteligencia artificial. Pero antes de revisar cómo esta tecnología está transformando nuestras vidas, deberíamos detenernos en una realidad más básica y dolorosa: en el Perú, todavía hay más de un millón de jóvenes y adultos que no saben leer ni escribir, la mayoría mujeres, rurales e indígenas. ¿Cómo hablar de IA y revolución digital si aún no hemos resuelto el problema más básico de la educación?
La Unesco lo recuerda cada 8 de setiembre, Día Internacional de la Alfabetización: sin este derecho fundamental no hay ciudadanía plena, y mucho menos participación en la era digital. No se trata solo de una habilidad técnica, sino de la llave que abre la puerta a todos los demás derechos. Sin alfabetización, la persona queda fuera de la vida pública, de la economía, de la democracia y también del universo digital que, ahora, forma parte de nuestra cotidianidad.
El Perú refleja con crudeza esta desigualdad. Tres de cada cuatro hogares urbanos ya tienen acceso a Internet, pero en las zonas rurales apenas uno de cada cuatro logra conectarse. El estudio presentado en el Mobile World Congress (MWC) 2025 revela que el 55% de la población está conectada a Internet, sin embargo, el 40% sufre una “brecha de uso” por no saber utilizar las herramientas digitales. Donde falta educación hay una barrera de acceso a la tecnología, y con ello se perpetúa la exclusión.
Frente a este panorama, las iniciativas que buscan la inclusión son esenciales. Internet para Todos ha logrado conectar a millones en localidades alejadas. Desde la Fundación Dispurse nos sumamos a esa misión incorporando herramientas digitales en los procesos de alfabetización de jóvenes y adultos, con un enfoque territorial y comunitario. Porque aprender a leer en el siglo XXI no significa únicamente descifrar palabras impresas, sino también aprender a navegar en un mundo donde la información, los servicios y las oportunidades se encuentran en línea. Esa visión nos ha valido la nominación de la Comiunesco en el Perú a los Premios Internacionales de Alfabetización de la Unesco 2025, un reconocimiento que nos honra y nos compromete aún más.
Pero más allá de cualquier reconocimiento, lo esencial es no perder de vista la advertencia: si no actuamos hoy, la revolución tecnológica puede convertirse en un muro infranqueable para quienes ya viven al margen. La inteligencia artificial, como en su momento la Luna, puede ser un símbolo de progreso. La diferencia es que esta vez la historia nos ofrece una oportunidad única: asegurarnos de que nadie se quede mirando desde lejos, que todos tengamos la misma base para avanzar hacia el futuro.

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