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El Mes del Orgullo terminó, pero no nuestra batalla para lograr que cuando llegues al mundo puedas tener el apellido de tus dos mamás. Aún no naces, pero ya te estás enfrentando a una sociedad que no reconoce todos tus derechos como hija de dos mujeres que se aman y que han buscado con todo su corazón traerte a la vida.

Cuando empieces a crecer, descubrirás lo maravilloso que es el Perú, pero también cuán profundamente arraigado está en prejuicios, miedos y discriminación, que nos alejan de ser una sociedad que respete y reconozca verdaderamente las libertades individuales, así como las distintas formas de amar y de conformar una familia.

En este país que tanto queremos, tu mamá y yo tenemos derechos civiles recortados. Llevamos casi una década juntas y compartimos un hogar, una vida y un proyecto en común, pero no podemos casarnos y, por lo tanto, tampoco formar una familia que sea amparada por la ley. No podemos tener hijos reconocidos por ambas. No podemos adoptar como pareja. No podemos muchas cosas, pero sí podemos luchar para cambiarlas.

Será difícil explicarte por qué tuvimos que viajar a Chile para casarnos antes de tu nacimiento, o por qué tu mamá tuvo que iniciar un proceso de nacionalización en ese país. Será difícil ayudarte a entender por qué, a diferencia de la mayoría de tus futuros compañeros, llevarás solo mis apellidos, como si fueras mi hermana. O por qué para algunas personas vivimos “en pecado” o no somos una “familia de verdad”. Y aunque el Estado no lo reconozca hoy, quiero decirte que tienes una hermosa familia conformada no solo por tus dos mamás, sino también por tus abuelos y tu bisabuela, por tus tíos y primos de sangre y corazón. Más allá de la ley, nos encargaremos de hacerte sentir que tienes una familia muy especial, que te quiere y te cuidará siempre.

Cuando llegues, quiero enseñarte que lo más valioso en esta vida es vivir con autenticidad. Que el amor, cuando es real, vale más que cualquier prejuicio o “qué dirán”. Ojalá pudiera evitarte preguntas incómodas, comentarios hirientes, la mirada ajena que juzga. No podré protegerte de todo, pero sí podré enseñarte a entender, reflexionar y defender tus ideas con valentía, respeto y firmeza, sin gritos ni violencia.

No sé si en el corto plazo el Perú reconocerá legalmente a las familias como la nuestra. Mi lado realista me dice que aún falta mucho para que exista matrimonio igualitario, adopción conjunta y el reconocimiento pleno de nuestras hijas e hijos. Pero mi yo esperanzado me recuerda que no estamos solas en este proceso. Cada paso que damos, lo damos por ti y por los que vienen detrás. Y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que, algún día en nuestro país, tu nombre refleje nuestra historia y tu identidad completa.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Verónica Sifuentes es Politóloga

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