En los últimos 30 años emigraron del país alrededor de 50 mil científicos y profesionales en carreras afines a la ciencia. Esto significa que aproximadamente 1.600 peruanos altamente capacitados para desarrollar investigación científica y tecnológica dejaron el país por año. En esos 30 años crecimos económicamente, sí, pero nunca sabremos cuanto más hubiésemos avanzado con esas mentes pensando y respondiendo a los grandes desafíos del Perú.
Este éxodo, sin duda, ha ido menguando nuestras capacidades para la investigación científica, por lo que a la fecha el Perú cuenta con aproximadamente 125 investigadores por millón de habitantes, cifra que nos ubica debajo del promedio de los países de la Alianza del Pacífico (460) y más aun de los de la OCDE (4.200).
Para reducir esta brecha se requiere, además de investigadores, una adecuada estructura del sistema de ciencia, tecnología e innovación. Así, el Concytec y otras instituciones públicas están proveyendo los recursos necesarios para financiar proyectos; subvencionar infraestructura y equipamiento para generar conocimiento; formar nuevos investigadores a través del otorgamiento de becas para maestría y doctorado; y financiar el retorno de investigadores peruanos, tanto de los que ya desarrollaron una carrera científica fuera, como de los que han ido a estudiar y podrían no regresar si no se les ofrecen las facilidades del caso.
En esta línea, el Concytec, a través de fondos concursables que corresponden a un crédito compartido con el Banco Mundial, está facilitando el retorno de estos talentos otorgando a diversas entidades los recursos necesarios para el desarrollo de proyectos científicos o tecnológicos, cuyo equipo de investigadores locales incorpore a un investigador repatriado con liderazgo en sus áreas de especialización, a fin de que supla la brecha de científicos existente en el país. El fondo también cubre los honorarios de los profesionales tanto locales, como de los venidos del exterior.
El esfuerzo ya está en marcha. Ahora esperamos la respuesta de las universidades, institutos de investigación y empresas que no solo deben aplicar a estos fondos, sino crear el ambiente institucional propicio para la repatriación y reinserción de este recurso humano, así como asegurar la continuidad de esta iniciativa.
Es fundamental también la puesta en marcha de la Ley de Promoción del Investigador que el Congreso de la República acaba de aprobar. Esta define los requisitos para que un profesional sea considerado investigador científico y establece el marco para que el Concytec lo califique y registre con base a su producción científica, experiencia y trayectoria.
Con este respaldo, se podrá contratar a investigadores en condiciones laborales más idóneas, y ellos no tendrán que compartir su trabajo con la docencia o las labores administrativas, tareas que deben atender prioritariamente como viene ocurriendo ahora. Un investigador debe considerarse y valorarse como tal para que pueda consolidar su labor de generar, divulgar y transmitir conocimiento, así como proteger la propiedad intelectual de sus descubrimientos.
Confiamos en el propósito de esta norma que el Concytec reglamentará próximamente, así como en la incorporación de investigadores. Hemos tomado las lecciones aprendidas (y también los errores) de proyectos similares en países vecinos, como Argentina, con su programa Raíces; Colombia, con Es Tiempo de Volver; o Ecuador, con Prometeo. Los resultados son distintos en cada caso, pero el saldo ha sido claramente positivo. A los investigadores que vengan y a los que siempre creyeron en el Perú debemos reconocerlos adecuadamente. Esta ley es un buen comienzo.