Durante más de seis meses, Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, ha ofrecido al mundo una visión sin precedentes de su vida privada. La primera serie de fotos mostraba a una chica con cola y zapatos rojos paseando de la mano de Kim alrededor de un misil balístico intercontinental Hwasong-17. Más tarde, lo miraba a los ojos en una celebración para científicos armamentísticos y le acariciaba el hombro en un desfile militar. El 16 de mayo, la pareja llevaba batas de laboratorio a juego mientras inspeccionaba un supuesto satélite espía.
Los medios de comunicación estatales han difundido las imágenes de padre e hija en más de una docena de ocasiones desde noviembre, definitivamente coreografiadas, desde los rizos hasta los guantes. Los analistas las consideran la confirmación de una descendencia, aunque ninguna de las fotos puede verificarse independientemente. Corea del Norte ha estado en aislamiento casi total desde que comenzó la pandemia. Pero la maquinaria propagandística del régimen se ha mantenido ocupada produciendo ‘sajin jeongchi’ (fotografía política), lo que ha dado lugar a rumores, preguntas y prensa.
Ahora que las pruebas rutinarias de misiles del país no están generando los titulares que él ansía, Kim parece estar aprovechando el poder de estrella mundial de su hija. Las nuevas fotos con ella distraen la atención del fracaso de Kim Jong-un a la hora de proporcionar alimentos y energía adecuados a su pueblo y, según Soo Kim, del Lowy Institute, evita que la comunidad internacional se centre en una solución a largo plazo para las capacidades nucleares del Estado Norcoreano.
¿Qué sabemos de esta chica? Según los servicios de inteligencia surcoreanos, se llama Ju-ae, tiene unos 10 años, es probablemente la segunda hija del líder y, cuando era bebe, estuvo en brazos de la estrella de baloncesto estadounidense Dennis Rodman. Todo lo demás son especulaciones, especialmente aquella favorita entre los observadores de Corea del Norte: ¿Es la heredera?
Algunos indicios apuntan a que sí. El régimen lleva mucho tiempo obsesionado con los retratos como parte del culto a la personalidad en torno de cada líder de Corea del Norte. Las fotos de Ju-ae con Kim podrían considerarse un respaldo oficial. Un sucesor también debe ser la encarnación de su predecesor, con maestría en la ideología militarista del régimen, algo que las fotos parecen ilustrar.
La pretensión hereditaria de Ju-ae también se ve reforzada por décadas de “historias embellecidas sobre la honorable sangre revolucionaria que fluye por las venas de la familia”, como decía un informe de 1988 sobre la legitimidad de su abuelo, Kim Jong-il. Además, Radio Free Asia informó recientemente que las norcoreanas llamadas Ju-ae han sido emplazadas a cambiar sus nombres; la misma exigencia se hizo a las personas que compartían los nombres de los líderes anteriores.
Otros señalan que Ju-ae no tiene ninguna posibilidad de sucesión. En un país de agendas ocultas, los acontecimientos históricos y actuales presagian su propósito y su destino. En última instancia, según esta línea de pensamiento, las arraigadas tradiciones patriarcales y la desigualdad de género del país y de la dinastía resultarán inamovibles.
Desde el fundador del país, Kim Il-sung, hasta Kim Jong-il y ahora Kim Jong-un, el poder en Corea del Norte se ha transmitido deliberadamente de padres a hijos. A lo largo de tres generaciones, cada hombre ha sido declarado líder supremo y gobernado por una fórmula exclusivamente norcoreana centrada en él. La ideología del estado mezcla socialismo y confucianismo, un sistema jerárquico que sitúa a los hombres por encima de las mujeres y limita las actividades de estas.
Las probabilidades no están a favor de Ju-ae cuando, según el Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur, se cree que Kim Jong-un tiene al menos un hijo, su hermano mayor, y un tercer hijo cuyo sexo no se conoce públicamente.
Con Ju-ae, Kim quiere que los norcoreanos sepan que las futuras generaciones del linaje Paektu están dispuestas a defender la dinastía. Y quiere ser visto como un “padre amoroso para todos sus ciudadanos”, dice el especialista Choi Byung-seop. Kim ha lanzado a Ju-ae como un globo sonda para “comprobar las reacciones dentro y fuera del régimen”, afirma Kim Young-soo. Calibrar la lealtad de la élite social es una forma de medir la consolidación de su poder; presumir de su hija podría significar que se siente razonablemente seguro.
–Glosado, editado y traducido–
© The New York Times