José Carlos Requena

Un reciente sondeo de (”Perú 21″, 29/6/2024) le pone cifras a una percepción generalizada: dominan el los aliados del Gobierno. Se da, en consecuencia, un gobierno de coalición. En efecto, según la encuesta, la mayoría considera que los líderes de y son aliados del Gobierno (49%, 48% y 42%, respectivamente).

¿Qué implicancia tiene esto? Para empezar, y como señala Alfredo Torres en la nota que acompaña al sondeo, dichas agrupaciones experimentarán el desgaste que sufre el impopular gobierno de . Podrá decirse que el sacrificio bien vale la gobernabilidad o la obtención de alguna cuota. Pero parece un precio muy alto.

Además, con parte importante del liderazgo parlamentario percibido como aliado, se deja espacio para que otros actores capitalicen ese alto rechazo que despierta Boluarte (91%, según para ). La desaprobación a la presidenta es, pues, una bandera por levantar.

En cuanto al equilibrio de poderes, la percepción de un cogobierno (que es lo que se entiende cuando se dice aliados) priva al país de un control más allá de lo formal. Ciertamente, el Congreso tuvo en ascuas al en cuanto a la delegación de facultades, pero no pasó de un asunto anecdótico.

Mirando la escena electoral, los aliados podrían correr la misma suerte que los oficialismos salientes en el 2006, el 2011 y el 2016, que fueron incapaces de presentar candidaturas presidenciales y obtuvieron resultados magros en el frente parlamentario. El 2021 fue otro cantar, pero, si sirve como indicativo, el partido que llevó a la presidencia a apenas obtuvo 1% en las elecciones congresales de enero del 2020.

Además, esta percepción de aliados que encabezan una gestión impopular bien puede animar a potenciales y entusiastas candidatos a hacer de la denuncia de este liderazgo el adversario a derrotar. En , tuvo éxito al etiquetar al ‘establishment’ como “la casta”; en décadas pasadas,combatió lo que bautizó como “la partidocracia”.

Una situación similar podrían enfrentar los componentes de este gobierno de coalición, con particular incidencia en los espacios geográficos que gobiernan (la capital y la región , en los casos de y , respectivamente).

Con tal panorama, la existencia o percepción de un gobierno de coalición tiene muchas consecuencias que deben sopesarse cuando el país se encamina a la renovación del liderazgo político en el 2026. Al final de cuentas, y parafraseando a Karl Marx (“la violencia es la partera de la historia”), bien podría decirse que la coyuntura es la partera de los comicios. No hace falta una bola de cristal.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

José Carlos Requena es Analista político y socio de la consultora Público