La “suerte” de Vizcarra

La ‘suerte’ procesal de Martín Vizcarra debe ser la envidia de muchos políticos peruanos. Mientras otros han purgado prisiones preventivas con evidencias igual o menos abundantes en su contra, el expresidente ha vuelto a librarse de la cárcel. El Poder Judicial no acogió el pedido de la fiscalía para enviarlo seis meses a Barbadillo, pero le dictó impedimento de salida del país y otras restricciones.

Fiel a su estilo, el expresidente se defendió con las armas que mejor utiliza y que tan buenos resultados le han dado en su vida política en los últimos años: el cinismo, la victimización y su TikTok. Mientras esperaba en la sala de audiencias la decisión del juez Víctor Alcocer, el tres veces inhabilitado transmitía en vivo para sus seguidores de la red social. Un poco más y lo dejaban preparar un cebiche y comerse un cuy en plena sede judicial.

Con la palidez moral que lo caracteriza, intentó demostrar arraigo laboral presentando un contrato de locación de servicios de una empresa cuya gerente general es su esposa y que fue legalizada apenas dos días antes de la audiencia. El juez determinó que dicho arraigo no estaba suficientemente acreditado. Sin embargo, ello no bastó para determinar la prisión preventiva.

Vizcarra también utilizó el manoseado recurso de la persecución política para victimizarse. Quiso convertir la audiencia en una transmisión de “Martín en vivo” para anunciar que recurrirá a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que revierta sus inhabilitaciones políticas , proceso que no tiene nada que ver con las coimas por las que es juzgado.

Si bien muchos consideran que Vizcarra debería estar en la Dinoes y no suelto en las calles haciendo una campaña electoral engañosa, el fallo más importante es el que está pendiente en el Poder Judicial: el del juicio por los sobornos que habría recibido cuando era gobernador de Moquegua. Esa es la decisión que no debe dilatarse más.