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La última agenda unicameral
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En los próximos días se intensificarán las reuniones entre los grupos legislativos en búsqueda de lograr los consensos que les permitan presentar sus fórmulas para la Mesa Directiva (presidencia y tres vicepresidencias). En la tradición parlamentaria, las bancadas siempre esperan hasta el último momento para inscribir formalmente a sus listas de candidatos, lo que deja nada de tiempo para transparentar, no solo los perfiles de los aspirantes, sino también las propuestas para la agenda que seguirán durante su gestión.
Ocultar los perfiles de los candidatos de la fórmula se ha vuelto algo cotidiano en la dinámica parlamentaria, y responde al hecho de las graves denuncias que arrastran la mayoría de los representantes. Lo vimos el año pasado, cuando Alianza para el Progreso (APP) esperó hasta el final para oficializar la candidatura del ahora presidente Eduardo Salhuana, acortando así la posibilidad de que se conozcan a profundidad sus nexos con la minería informal.
Los perfiles son importantes, pero el caso de Salhuana y otros han demostrado que poco efecto tienen las críticas en la elección interna que se realiza entre los propios congresistas. Es por ello que, en este último año de la era unicameral, el debate debería tener énfasis en una segunda arista: las propuestas de los candidatos para la agenda legislativa.
Entre los pendientes, existen iniciativas que merecen urgente atención, como los reglamentos para el funcionamiento de la Cámara de Diputados y Senadores que tendremos desde el 2026. En lo económico, también quedó pendiente definir la nueva ley de las asociaciones público-privadas, y la reconsideración para la segunda votación que permita derogar la ley de tope a las tasas de interés en el sistema financiero.
En lo social, este Congreso no ha tenido nada relevante en la agenda, y nunca pudieron encontrar consenso para definir la figura de terrorismo urbano, mientras las extorsiones han seguido creciendo.
Otro punto importante es zanjar los temas negativos que no deberían tener prioridad, y acá la lista es larga. Solo para mencionar algunos ejemplos, durante este último año, no debería tocarse el octavo retiro de las AFP, ni las iniciativas que buscan afectar la meritocracia, como la propuesta revelada por este Diario en la que se crea una figura de equivalencia para que los congresistas puedan acceder a altos cargos públicos.
Y quizá sea mucho pedir, pero otra consideración clave que deberían plantear los candidatos es garantizar la presencialidad en los debates en comisiones. En las comisiones resulta imposible pedir buenos perfiles para la presidencia, pero el reciente manejo de la Comisión de Energía y Minas obliga a que no se siga cediendo este grupo a bancadas de izquierda que solo promueven la agenda de los informales.
Los puntos antes mencionados deben ser el eje de esta última elección parlamentaria de la era unicameral. De lo contrario, el cierre del quinquenio será para el olvido, en medio de una campaña polarizada donde, por el momento, la única seguridad de los votantes es no repetir la calidad de representantes que ven ahora en el Congreso.

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