Como mencionamos ayer en este Diario, una de las características más representativas de la administración de Pedro Castillo es su persistencia en nombrar en cargos sensibles a personas que claramente no están a la altura de la responsabilidad encomendada. Un patrón que responde tanto a la incompetencia del propio jefe del Estado como a los favores políticos que insiste en pagar con puestos que terminan siendo solventados por los tributos de los ciudadanos quienes, al final del día, son los principales perjudicados por sus pésimas designaciones.
Sin embargo, el nombramiento de Hernán Condori en el Ministerio de Salud (Minsa) ha llevado esta costumbre presidencial a otro nivel de indolencia, toda vez que, en medio de una pandemia y para complacencia de Vladimir Cerrón y Perú Libre –partido del que Condori es miembro y fundador–, se ha designado en el cargo a un individuo cuyos antecedentes lo definen, para ser breves, como un medicastro.
Como ya se ha conocido, Condori ha promocionado en el pasado sustancias a las que se les atribuyen propiedades beneficiosas para la salud sin ningún respaldo científico de por medio, además de haber publicitado un procedimiento de detección de cáncer de manera irresponsable e inexacta. Al mismo tiempo, tiene una investigación en curso en la Fiscalía Anticorrupción de La Merced por los presuntos delitos de cobro indebido y negociación incompatible en agravio del Estado mientras era funcionario del Gobierno Regional de Junín (liderado en ese entonces por el hoy condenado por corrupción Cerrón, que se ha convertido, además, en el mayor entusiasta y defensor de la designación de Condori).
La situación ha motivado una hemorragia de renuncias en el Minsa. En pocos días, han dejado sus cargos el ahora ex viceministro de Salud Pública Gustavo Rosell, el pleno del Equipo Consultivo de Alto Nivel (ECAN) y el asesor de la cartera Antonio Quispe. Los miembros del ECAN sustentaron su decisión en el hecho de que no existen las “condiciones para un ejercicio autónomo y consecuente del encargo”. Quispe alegó hacerlo por “coherencia e integridad”.
Esta circunstancia, como es evidente, amenaza una de las principales batallas que viene librando el Minsa desde marzo del 2020: la lucha contra la pandemia. Si bien es cierto que las hospitalizaciones y las muertes por el virus han venido disminuyendo en las últimas semanas, todavía estamos lejos de poder bajar la guardia. Por el contrario, lo último que podríamos hacer es creer que el coronavirus ya pasó y, en consecuencia, desmantelar a los equipos y remover a los funcionarios que han venido trabajando para paliar sus efectos en el territorio nacional en estos meses. Y eso es precisamente lo que Condori está provocando.
Sin embargo, la responsabilidad por el descalabro del Minsa no atañe solo a Condori. Hay que señalar también a quienes han permitido que este atentado contra la salud de los peruanos tenga lugar y que, desde entonces, no han hecho más que lavarse las manos. Nos referimos, por supuesto, al presidente Pedro Castillo y al jefe del Gabinete, Aníbal Torres.
El primero, fiel a su estilo, ha optado por guardar silencio y no explicarle a la ciudadanía el porqué de una decisión a todas luces negligente. “Yo requiero poner a una persona en el Ministerio de Salud” fue lo que el predecesor de Condori, Hernando Cevallos, reveló que le dijo el jefe del Estado para justificar su relevo. Mientras que el presidente del Consejo de Ministros ha salido a afirmar que la permanencia de Condori está siendo evaluada, que este no ha sido sentenciado y que, así como levanta cuestionamientos, también hay quienes lo respaldan. Resulta curioso, por decir lo menos, que quien meses atrás consideraba dañina la influencia de Cerrón en el Gobierno, ahora haya permitido que este coloque a uno de sus hombres en su equipo ministerial sin mayores resistencias.
La salud de los peruanos, sin embargo, no está para esperar a las ‘evaluaciones’ del señor Torres. La permanencia de Condori ya está causando consecuencias en el Minsa y su remoción debe ser inmediata.
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