Aníbal Torres, que anoche juró al cargo de presidente del Consejo de Ministros, se venía desempeñando como titular de Justicia del Gobierno desde agosto pasado. (Foto: El Comercio).
Aníbal Torres, que anoche juró al cargo de presidente del Consejo de Ministros, se venía desempeñando como titular de Justicia del Gobierno desde agosto pasado. (Foto: El Comercio).
Editorial El Comercio

La crítica situación en la que su Gobierno ingresó tras la caída del efímero , así como el hecho de que durante el fin de semana sostuvo un desfile de reuniones en Palacio de Gobierno con múltiples personalidades, llevaban a pensar que el presidente podría sorprender al país con un equipo ministerial fresco y con presencia multipartidaria. Más aún cuando, en la víspera, el propio Castillo había difundido en sus redes sociales en el que anunciaba que el Gabinete que se encontraba confeccionando sería “más participativo y de ancha base”. Al final, no ocurrió ni lo uno ni lo otro.

Por el lado cuantitativo, resalta el número de ministros que fueron heredados del equipo que encabezaba el ya defenestrado Valer: 13 de 19. Tal parece que la mentada ‘recomposición’ del Gabinete anunciada el viernes por el mandatario consistía en cambiar a un tercio de sus integrantes.

Por el lado cualitativo, las cosas son aún más elocuentes. En lugar de abrir espacios a otros partidos políticos, el presidente se decantó por un Gabinete más bien monocromo y que aumenta la influencia de en el Ejecutivo. En Desarrollo Agrario y Riego, por ejemplo, ingresó el legislador Óscar Zea, de la bancada oficialista. En Salud juró , mientras que en Energía y Minas hizo lo propio Carlos Palacios Pérez. Ambos ocuparon cargos importantes en el Gobierno Regional de Junín durante la gestión de Perú Libre. Finalmente, , que fue asesor de la campaña del hoy presidente durante la segunda vuelta, liderará la cartera de Ambiente.

La Presidencia del Consejo de Ministros, asimismo, ha recaído en , que se había mantenido incólume en la cartera de Justicia durante los tres gabinetes anteriores. Hay que decir, sin embargo, que su promoción a la cabeza del equipo ministerial no parece tener tanto que ver con sus méritos al conducir el mencionado sector, sino más bien con el hecho de haberse desempeñado como un fiel escudero del mandatario y de varios de sus funcionarios más cuestionados desde el primer día. Su fajín parece, a decir verdad, un premio a la lealtad.

Fue Torres, recordemos, el que avaló la destitución del procurador general del Estado, . Una operación que fue preparada a través de un informe de la Oficina de Control Institucional (OCI) del Ministerio de Justicia –que Torres presidía– para tratar de darle un barniz de ‘legalidad’ a lo que a todas luces hacia un funcionario que había denunciado poco antes al presidente por su presunta participación en la trama de corrupción conocida como Puente Tarata III.

Soria, por otro lado, no fue el primer funcionario sobre el que Torres puso la mira por hacer su trabajo. A fines del 2021, el hoy jefe del Gabinete cargó contra luego de que esta incluyera al presidente en la investigación del Caso Petro-Perú. Córdova, como se recuerda, superó un intento del abogado de Castillo –el mismo que le pidió a Torres de Daniel Soria como procurador general– para apartarla del caso .

Torres, además, fue uno de los ministros que, a contracorriente de otros como César Landa, Hernando Cevallos (cesado anoche) o Roberto Sánchez, no cuestionó la presencia de Héctor Valer, denunciado por agresión por su esposa e hija, en la PCM. Y sí, por el contrario, se pronunció en su momento para defender a Iber Maraví, entonces titular de Trabajo, calificando sus espeluznantes vínculos con Sendero Luminoso como .

Finalmente, no podemos dejar de mencionar la permanencia de y en Transportes y en Interior, respectivamente. El primero, como hemos sostenido anteriormente, ha hecho del apoyo a la informalidad una marca de su gestión ministerial, mientras que el segundo arrastra una sentencia por abuso de autoridad y otros procesos por delitos como tráfico de drogas y contra la administración pública.

El presidente, así, ha decidido cerrar filas con funcionarios leales, cercanos al partido del lápiz o integrantes del Gabinete Valer. Parece que no ha aprendido de sus errores o que se va quedando cada vez más solo. Ninguna explicación, en fin, parece promisoria para su Gobierno.