La semana que viene, la representación nacional elegirá a los integrantes de la próxima Mesa Directiva. A diferencia de las anteriores, la elección de este año se anticipa como una bastante reñida y también –si tomamos en cuenta que el país se ha quedado sin vicepresidentes luego de que Dina Boluarte reemplazara a Pedro Castillo tras el golpe del 7 de diciembre– como una de las más importantes de los últimos tiempos.
Hasta hoy, tres son las bancadas que han anunciado a sus cartas para integrar –ya sea en calidad de presidentes o vicepresidentes– la próxima Mesa Directiva. Perú Libre fue la primera en hacerlo al nominar a Waldemar Cerrón, mientras que Acción Popular y Cambio Democrático-Juntos por el Perú han propuesto en los últimos días a Luis Aragón y Edgard Reymundo, respectivamente. Dada la correlación de fuerzas en el hemiciclo, la candidatura de Aragón es la que, hasta el momento, genera menos resistencias. Esto, sin embargo, no quiere decir que sea una buena opción para ocupar un cargo directivo en el Parlamento. Y por muy buenas razones.
La primera de ellas es que Aragón se halla comprendido en las pesquisas que el Ministerio Público viene dirigiendo en el conocido caso de ‘Los Niños’. En este, como recordamos, se investiga a casi una veintena de congresistas en funciones por supuestamente haber acordado con el expresidente Castillo que le proporcionarían protección en el Parlamento a cambio de que les dejara colocar a sus allegados en el Estado, entre otros beneficios. Aragón de hecho integró dos comitivas parlamentarias que se reunieron con el exmandatario en Palacio de Gobierno: una el 25 de agosto del 2021, a poco de que se debatiera en el Parlamento el voto de confianza al Gabinete Bellido (al que le dio su respaldo), y otra el 7 de setiembre del mismo año.
Hablando de sus votos, estos son bastante elocuentes. El postulante de Acción Popular votó en contra de las dos primeras mociones de vacancia contra Pedro Castillo, en diciembre del 2021 y marzo del 2022, respectivamente. También fue uno de los dos únicos acciopopulistas que votaron en contra de que la representación nacional interpelara al entonces ministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas, el 11 de noviembre del 2021, cuando ya había razones de sobra para removerlo del cargo. Aragón, además, tuvo una actuación lamentable el 30 de marzo último, cuando votó en contra de que el Congreso acogiera las recomendaciones de la Comisión de Ética para suspender por 120 días a sus colegas Elvis Vergara, Jorge Flores Ancachi y Enrique Wong y, más bien, apoyó la cuestión previa para devolver el expediente que pesaba sobre Luis Cordero Jon Tay al mencionado grupo de trabajo, lo que lo salvó de recibir una sanción en el pleno.
El 17 de mayo, asimismo, Aragón fue uno de los 88 parlamentarios que hicieron posible la designación de Josué Gutiérrez en la Defensoría del Pueblo y, un día después, votó en contra de que cuatro compañeros de su bancada (los ya mencionados Vergara y Flores Ancachi, junto con Raúl Doroteo y Darwin Espinoza) fueran acusados constitucionalmente por el Caso ‘Los Niños’. Es decir, ha refrendado los blindajes más escandalosos en este Congreso.
Finalmente, la semana pasada este Diario reveló que viajó en febrero pasado a España invitado por la empresa china Huawei en su calidad de titular de la Comisión de Transportes y Comunicaciones del Congreso para una feria tecnológica. Y tan solo unos meses después firmó varios proyectos de ley para exonerar de impuestos la importación de autos eléctricos y brindarles a otros negocios relacionados con estos artefactos determinados “incentivos tributarios”. Como dijimos, el conflicto de intereses detrás de su travesía salta a la vista.
El legislador Aragón puede tener razones válidas para aspirar a integrar la Mesa Directiva, pero los cuestionamientos que carga deberían ser suficientes para disuadir a sus colegas de apoyarlo. En momentos en los que el Congreso solo registra un dígito de aprobación ciudadana –precisamente por legisladores investigados y partícipes de blindajes como él–, la próxima Mesa no debería tener espacio para ‘niños’.