Según el etimólogo Joan Coromines, este término zoológico es “diminutivo del antiguo cangro, íd. y este del lat. cancer, cancri, íd.”; cangrejo se documenta en castellano desde el siglo XIII. En la lengua familiar del Perú y Bolivia, tiene también el sentido peyorativo de ‘inmoral, incorrecto, tramposo’. Ciro Alegría aplica este sustantivo a un despiadado militar en su novela Los perros hambrientos (Madrid 1996, p. 204): “El cangrejo no se condolía…”.
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