
Nadie esperaba buenas noticias en el Día de la Liberación, pero ni el más pesimista podría haberse preparado para el tsunami comercial que la Casa Blanca planeaba el 2 de abril.
El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que, desde el 5 de abril, impondrá aranceles ‘recíprocos’ de entre 10% y 50% a casi todos los países del mundo, incluyendo a aquellos con los que Estados Unidos ha firmado TLC, como el Perú y Chile. Para justificarse, la Casa Blanca publicó un recuadro que detallaba los aranceles que cada una de las 185 economías supuestamente cobra a los productos de EE.UU., incluyendo las barreras al comercio y la manipulación cambiaria y, al lado, el nuevo arancel ‘recíproco’.
Se entendía que la administración republicana había analizado las políticas comerciales de todas esas economías para calibrar su respuesta, pero una simple revisión muestra que estas medidas no tienen nada de ‘recíprocas’. En el caso del Perú, la Casa Blanca nos ha fijado un impuesto a las importaciones de 10% debido a que nuestras barreras al comercio supuestamente equivalen a aranceles de 10%. Estos mismos datos se repetían en el caso de Chile y de las islas Heard y McDonald, territorios solo habitados por pingüinos.
Haciendo ingeniería inversa, el periodista James Surowiecki encontró que la Casa Blanca no calculó los aranceles ni el costo de las barreras, sino que simplemente dividió el déficit comercial que mantiene EE.UU. con cada país entre el valor de los productos que estos importan. A más déficit y menores importaciones, más arancel. En los casos en que no existe déficit, porque el Perú y Chile compramos más de lo que le vendemos a EE. UU. y los pingüinos no exportan ni importan, se estableció un valor arbitrario de 10%.
Esta fórmula ha hecho que países a los que muchas empresas han trasladado sus fábricas y cuya población tiene bajo poder adquisitivo como Vietnam o Camboya tengan que ahora prepararse para sobrevivir con tarifas de 46% y 49%, respectivamente, y que Lesotho, un país pobre que exporta diamantes, enfrente aranceles de 50%.
El pánico en la Bolsa de Valores de Nueva York ha generado pérdidas por US$2,5 billones, pero lo más trágico es que a nadie en la Casa Blanca parece importarle el daño que esto causa a países como el Perú que confiaron en que el libre comercio iba a seguir generando empleo y prosperidad y que ahora ven cómo esta política condena a parte de su población a la pobreza y, encima, los culpa de su ‘castigo’. Todo, mientras Trump festeja en una escena que parece sacada de “Los juegos del hambre”.

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