Se apuntó por si acaso, porque quién sabe, tal vez se caían los otros candidatos y mira tú, quedaba él. Perú Libre no creía en sus posibilidades, ni tenía otra carta, así que los congresistas del grupo no hicieron cuestión de estado cuando el vocero Flavio Cruz les dijo que Josué Gutiérrez, ex asesor de la bancada y luego de la Comisión de Justicia (presidida por el perulibrista Américo Gonza), pedía ser candidato a defensor.
¿De dónde le nació la idea? Se lo pregunté en su despacho de la Defensoría. Estábamos conversando sobre eso cuando la sirena de un sismo nos hizo bajar a la plazoleta San Pedro. Ya con la confianza de haber pasado juntos el simulacro nacional multipeligro, me dijo, “fue mi chamba”. O sea, habló con todos los que pudo para ser elegido. Alcanzó 88 votos pero más de 100 le habían dicho que votarían por él. Se sorprenderán de que ha hecho buena cosecha de votos en la derecha, pero les cuento que muchos de ese bloque tenían a Gutiérrez como un facilitador de decisiones de PL para sumarse a sus consensos, por ejemplo, cuando se eligió a magistrados para el TC.
En verdad, el rechazo ‘anti caviar’ a la Defensoría y a su cabeza interina Eliana Revollar, ha pesado más que cualquier voto a favor de Gutiérrez. De eso tengo que hablarle. “Los órganos de línea cumplen un trabajo especializado, ¿quién soy para trastocar eso?. A la defensora adjunta, Alicia Abanto, la he ratificado”, pone el parche para serenar al personal de la Defensoría que teme que haya entrado para poner la institución de cabeza y alinearla con el conservadurismo congresal.
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“Todos se van a mantener, salvo dos o tres que ya me han dicho que van a renunciar porque tienen otras propuestas laborales”, agrega. Y, claro, cambiará puestos de confianza como la jefatura del gabinete de asesores, la secretaría general y la jefatura de recursos humanos. Me asegura que quienes lo acompañaron recientemente en la transferencia de la gestión de Revollar a la suya, no serán contratados. A uno de ellos, Juan Andrade Auris, se le encontraron antecedentes de haber sido investigado por el Ministerio Público por delito de colusión. La línea de la Defensoría, que en esencia se va a mantener si se cumple lo que me repite el nuevo defensor, lleva inevitablemente a chocar con el Congreso. Algunos congresistas dirán ‘ya ven, para qué votamos por el rojo de Gutiérrez’, ¿lo sabe, no?, le digo. Lo sabe.
Óvulos y octógonos
Es fácil predecir que el sexo y la ideología van a provocar dilemas en la Defensoría, pero, por ahora, sus primeros choques son en otros campos. “Fui a Piura, vi médicos infectados de dengue echados en camillas, junto a otros pacientes; y más tarde, oigo al subdirector regional de salud diciendo que todo estaba bien”, me cuenta como ejemplo de un primer choque suave con una autoridad subnacional. Hay otro, mayor: Su gestión ha decidido pelear contra la ley que ordena retirar los octógonos de advertencia en las fórmulas nutritivas para niños. Para suerte defensorial, el gobierno ya observó la ley.
"Es fácil predecir que el sexo y la ideología van a provocar dilemas en la Defensoría, pero, por ahora, sus primeros choques son en otros campos"
Los derechos sexuales y reproductivos son mucho más complicados. No tendrían que serlo pero sucede que el Defensor me dice, en tono de objeción de conciencia: “aspiro a ser un buen católico”. Acto seguido, me dice esto: “Hay poblaciones, minorías, que son discriminadas, como las poblaciones LGBT; aquí lucharemos porque no sean discriminadas y proteger sus derechos”. O, sea, ¿me está diciendo que más allá de que no esté de acuerdo con las reivindicaciones al matrimonio igualitario, la institución seguirá defendiendo el derecho de esas poblaciones a no ser discriminadas?. No lo ha dicho él, sino yo, pero asiente.
Insisto, ya no en el matrimonio igualitario, sino en la unión civil. No me responde categóricamente pero me dice que ve un escollo en el artículo 5 de la Constitución que define al concubinato como unión de hecho entre “un varón y una mujer”. Ello, según piensa, demandaría una reforma constitucional. Esperar esa reforma sería mandar la unión civil a las calendas griegas, le digo. Convenimos en que ella se puede evitar con un texto que no colisione explícitamente con ese artículo. Por lo visto, se vienen debates internos en la Defensoría.
¿En qué pensaba cuando dijo que había que corregir la ‘deformidad’ a una pregunta homofóbica en la comisión congresal que lo evaluó?. “No en la homosexualidad, sino que en la pregunta hicieron un juicio de valor sobre lo que consideraban distorsiones, entonces yo dije hay que corregir esa deformidad”. O sea, para contentar a los jueces, forzó una respuesta polémica. Un defensor con reactivos mecanismos de defensa.
Cuestión de Estado
Todos intuimos que hay un curso de colisión entre cualquier gestión defensorial y la actitud que el Ejecutivo y la mayoría congresal que lo apoya, tienen sobre los muertos en las protestas. La Defensoría, por principio, está del lado de cualquier víctima de abusos del Estado. El propio Josué, antes de que tocáramos este tema, me lo explicó con claridad didáctica. “Aquí está el ius imperium, el derecho del Estado a ejercer la fuerza y sancionar”, me dice alzando un puño. “Y aquí está el derecho del pueblo a no ser avasallado”, me dice con la otra mano abierta. Queda tácito que esa mano es la que tiene que mandar en la Defensoría.
De esto último no puede haber dudas. Le repito mi proyección de los que se lamentarán de tener un ‘rojo’ en la Defensoría. “Hay que defender al pueblo y eso nos va a llevar a denunciar posibles excesos del Estado, no solo del gobierno de la señora Dina sino de gobiernos subnacionales”, me dice y agrega una suerte de aclaración sobre su posición ideológica. No rechaza que se le considere de izquierda, pero le seduce, más bien, la idea de que tiene algo de socialcristiano. Ese espacio lo ocupa el PPC que está lejos del humalismo y de Perú Libre, le digo. Me dice que es una persona “muy abierta” y que cuando se instaló en Lima, luego de licenciarse como abogado en la Universidad de Huánuco y de ser presidente de su federación estudiantil; conoció a gente de derecha como Manuel Moreyra, Javier Silva Ruete y otros que lo incitaron a participar en el Sode. Luego, se acercó a la UPP, el partido que se fundó para candidatear a Javier Pérez de Cuéllar.
Volvamos al 2023. La polémica que siguió a la designación de Gutiérrez, sobretodo cuando se vio que la bancada íntegra de Fuerza Popular había votado por un ex asesor de Perú Libre, puso a andar a los motores de búsqueda. La fiscalía absolvió consultas señalando que Gutiérrez tenía carpetas fiscales. En este punto, el defensor se defiende esgrimiendo un documento de la fiscal Elma Vergara, coordinadora de las fiscalías especializadas en corrupción de funcionarios, donde le dicen “lamentamos los inconvenientes que se pudieran haber generado ante la confusión de la información proporcionada”. Sucede que se consignaron carpetas en las que este era denunciante como si fuera investigado.
También apareció su teléfono en el registro de llamadas de algunos miembros del Caso Gabinete en la Sombra. Se defiende diciendo que no es extraño que, como asesor de la bancada de PL, conversara con empleados del despacho presidencial. Al ex asesor presidencial Biberto Castillo, lo conoció cuando él era presidente de la Comisión de Presupuesto y Biberto era coordinador parlamentario del MEF. Son amigos de un pasado que Gutiérrez acaba de enterrar. Al conversar con él, se siente que ha cerrado su capítulo congresal perulibrista, y ahora empieza otro donde sus referentes, influencias y aspiraciones, serán otros. Menciona a Vladimir Cerrón, su amigo y cliente (fue su patrocinado), con sumo respeto pero descarta que vaya a tener injerencia alguna en su nueva chamba. En realidad fue su relación personal con Cerrón lo que lo acercó a PL, no fue un impromptu ideológico de izquierdista duro, que no lo es.
La Defensoría aún sigue en estado de alerta. Luego de que el sindicato logró frenar la elección congresal del defensor, por un buen tiempo; la llegada de Gutiérrez no los deja tranquilos a pesar de todas las señales que ha dado de que mantendrá las líneas esenciales. Sus declaraciones conservadoras hacen ruido en un ente liberal por tradición. La gestión interina de Revollar, a pesar de estar en el medio las protestas y recibir injurias polarizadas, no protagonizó escándalos ni tuvo frases desafortunadas. Más bien, según me cuenta Gutiérrez, el presupuesto que manejará en el año será mayor de los S/. 83 millones que se esperaban, pues se ha reforzado la línea de conflictos sociales.
Conversé con fuentes de la Defensoría y, si bien, me confirmaron que Gutiérrez se reunió con todas las cabezas y les dijo que siguieran las líneas ya trazadas; temen que el Congreso, más allá de la voluntad del defensor, quiera meter sus narices. Es una situación nueva para un ente que realiza su trabajo con mucha independencia de los otros poderes, a quienes por rutina tiene que vigilar y, con frecuencia, denunciar. Por cierto, el congresista por La Libertad, Carlos Alva, ex acciopopulista hoy no agrupado, acompañó a Gutiérrez en una inspección a la cárcel de Trujillo. Esos acompañamientos son frecuentes entre ministros y congresistas, pero no con el defensor. Los congresistas son muy pedigüeños y ello preocupa a las áreas regionales del ente. Al Congreso poco le importó la Defensoría y quién reemplazaba a Revollar; a Gutiérrez poco le tendría que importar honrar los prejuicios, convicciones y pedidos de quienes lo votaron.