El puerto ni se ha inaugurado ni ha sufrido algún percance de cuidado, pero nuestra cancillería ya está haciendo el control de daños. En realidad, es un ‘control de sueños’. No, señoras y señores, Xi Jinping, de la mano de Dina Boluarte, no lanzará una botella de champán contra la popa del primer barco cargado de containers con minerales, jurel congelado y palta hass rumbo al lejano oriente. No se cantará ‘Chancay-Shangay son dos paraísos’ al ritmo de Mecano. La ceremonia será virtual, con Xi en Palacio de Gobierno. ‘¡Pero, cómo no va a estar, así no vale, no es lo mismo¡’, han gritado muchos. El ex canciller Miguel Rodríguez Mackay ha exigido la renuncia del canciller Elmer Schialer por la responsabilidad política de arruinarnos la película.
Hablé con la cancillería y me dieron -más serenos que culposos- las razones por las que ni Xi ni Dina se desplazarán 80km hasta Chancay. “Desde hace más de un año se ha coordinado con la contraparte china que la inauguración tenga un formato acotado pero con un fuerte mensaje económico” me dicen, minimizando la especulación de que esto sea un contratiempo de última hora y, mucho menos, pánico ante las protestas. “La decisión de hacer una inauguración en dos facetas [presidentes en Palacio, delegaciones de empresarios en el puerto] se fundamenta en varias razones estratégicas y logísticas que buscan garantizar la eficacia, la seguridad y la más amplia difusión de este importante evento”, dicen, mencionando a la seguridad y a la logística como razones de peso.
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De la primera, ni dudarlo; de la segunda, es muy cierto que desplazar las comitivas presidenciales por la Panamericana Norte demandaría un mayúsculo operativo, pero no logré que me respondieran si se evaluó en serio la alternativa del helicóptero. Lo que sí me dijo otra fuente, ligada al Puerto de Chancay, es que no hay helipuertos en la zona. La fuente agregó otro argumento, atajando la repregunta de por qué no podría aterrizarse en una superficie imprevista: los presidentes de potencias extranjeras evitan usar aeronaves ajenas y China no traerá las suyas. De hacerlo, hubiera necesitado permiso del Congreso con el consiguiente revuelo que traen esas solicitudes. Lo acabamos de ver con un pedido similar de EE.UU. Tanto las cancillerías china y peruana, como los gestores del puerto, quieren evitar especulaciones geopolíticas y, en lugar de eso, concentrarse en lo que llaman ‘el mensaje económico’.
La otra razón poderosa es el tiempo y no solo el de Xi sino el de Dina. “Un desplazamiento de ambos líderes desde el centro de Lima hasta el Puerto de Chancay habría comprometido y limitado sus agendas y compromiso en el corto tiempo que dura la cumbre”, dice el texto que me envió cancillería. Otra fuente agrega que, en efecto, Xi solo tiene un día para la visita de estado y al día siguiente su agenda la copará la cumbre; mientras que Dina, como anfitriona, estará igualmente copada. La mejor respuesta para el ‘control de sueños’ no me la dio cancillería sino una fuente de Cosco Shipping, la empresa que maneja el puerto: “Ya Xi Jinping ha hecho este tipo de inauguraciones a distancia, por ejemplo, de un tren en Indonesia”. En efecto, en octubre del 2023, en el Gran Palacio del Pueblo en Pekín, Jinping recibió a Joko Widodo, entonces presidente indonesio, para ‘tele inaugurar’ el tren rápido entre la capital Yakarta y la ciudad de Bandung, construido con cooperación china. Un detalle para la historia: En el discurso que acompañó el evento, Jinping evocó que diez años atrás, o sea el 2013, fue en Indonesia cuando lanzó por primera vez la propuesta de la Ruta Marítima de la Seda del s.XXI, esa ruta que ahora nos envuelve.
El puerto existe
“Esa asfixiante seda, ese pesado espacio/ poblado de agua y pálidas corolas./En esta costa soy el que despierta/ entre el follaje de alas pardas,/el que ocupa esa rama vacía,/el que no quiere ver la noche./ Aquí en la costa tengo raíces,/ manos imperfectas,/un lecho ardiente/en donde lloro a solas”. (poema ‘Puerto Supe’ en “Ese puerto existe”, Blanca Varela, 1959).
Salvo la analogía del océano con la seda y la sutil resignación de que no es allá en el horizonte sino en las costas y puertos donde se echan raíces, además del hecho de que la gran Blanca Varela tenía una casa de veraneo en Supe Puerto en el Norte Chico no demasiado lejos de Chancay; la melancolía insomne del poema no tiene nada que ver con lo que ha despertado nuestro inminente puerto en el imaginario nacional. Estamos loquitos por Chancay. Ningún puerto, ni interocéanica, ni carretera, ni tren caló tan hondo. Chancay tiene 17.8m de calado, es decir, la profundidad del mar en la zona más baja donde acoderan los barcos es envidiable por la mayoría de puertos en el mundo; pero ese es un asunto técnico. Me refiero a que, en un periodo de depresión de la esperanza nacional (ya anunciada antes de la pandemia pero agravada con ella y tras ella), se quiere ver en Chancay un trampolín de despegue económico con la palanca de un socio más gigante que los Estados Unidos, la China.
El entusiasmo es desbordante y se desfasa de la realidad. Hay muchos planes -un polo industrial en Ancón, mayor conectividad terrestre con la propia Lima y, sobretodo, con las regiones productoras- pero tomarán para ejecutarse mucho más tiempo que el que tarda despertarse del sueño. Conversé con un vocero de Cosco Shipping y me contó que la inauguración no será del todo simbólica sino real pues empezará ese día 14 de noviembre un periodo llamado de ‘comisionamiento en pruebas’, que son ensayos con carga verdadera. Ello durará algunos meses y hacia fines del verano del 2025 empezaría el funcionamiento regular con volúmenes en principio modestos. Las proyecciones que se debaten en foros y talleres -hasta la Gran logia de Masones del Perú ha abandonado su clandestinidad habitual para organizar el evento “Chancay: oportunidades y desafíos en APEC 2024″- barajan sueños plausibles y obras que no están decididas ni licitadas.
Por ejemplo hay dos proyectos enfrentados para un nuevo trazo de 9km de la Panamericana Norte alrededor del puerto: uno del MTC en base a la propuesta de la actual concesionaria Norvial, otro de una comisión que formó el ministerio de Vivienda. El MTC plantea un tramo más realista (con menos interferencias por liberar) y cercano a la costa; Vivienda plantea hacerlo por la zona de Huaral, de creciente urbanización a diferencia de Chancay. La carretera no encaja en la ciudad ecosostenible de primer mundo que la comisión de Vivienda ha imaginado para Chancay; pero sí para el más prosaico y pragmático MTC. Es probable que la indecisión paralice al gobierno y nos quedemos con el actual trazo mejorado con algún paso a desnivel. Imperioso sí, resulta el proyecto de ‘par vial’ para facilitar el tránsito de carga pesada entre Ancón y Chancay. Hoy, los camiones van por la carretera de dos carriles bordeando el abismo de Pasamayo. Se proyecta que esa vía sea exclusiva en sentido Sur y que en sentido Norte los camiones vayan por un carril nuevo y exclusivo que se construiría en la variante neblinosa.
Lo más tangible y próximo es la inauguración en dos facetas, la virtual en Palacio de Gobierno y la local en el puerto. Las autoridades de alto nivel, Xi, Dina, ministros y algunos ejecutivos estarán en Palacio; mientras un grupo no muy grande de directivos e invitados estará en Chancay. Mi fuente no quiere darme muchos detalles, para no spoilear el evento, pero sabemos que habrá dos escenificaciones, una de raigambre peruana y otra china. Los chancaínos harán celebración aparte en su plaza de armas. La administración del puerto está haciendo el trámite para asociarse a la marca Perú. El cuchimilco, el ceramio antromorfo de la cultura Chancay, con sus brazos cilíndricos abiertos, también reclama protagonismo simbólico.