En 128 días como jefe del Estado, Pedro Castillo ha acumulado 15 horas y 52 minutos hablando en público. De este tiempo, un total de 48 minutos han sido ocupados en atender a reporteros de manera breve. Si consideramos los dos últimos meses, las raudas interacciones con periodistas solo sumaron 18 minutos. Esto, pese a los múltiples escándalos que estallaron en el entorno de Palacio, incluido el de las reuniones entre el presidente, funcionarios y empresarios en el ya conocido inmueble del distrito de Breña.
LEE TAMBIÉN | Doce periodistas de diferentes medios comparten preguntas que le harían al presidente Castillo | VIDEO
“A nosotros no nos van a dar muestra de transparencia, de honestidad y de honradez. La hemos hecho desde nuestra cuna”, exclamó el último viernes el presidente de la República ante ciudadanos en Pacasmayo, tras visitar la localidad trujillana para inaugurar una planta de oxígeno. Al caso que ha empañado su gestión más recientemente —el de los encuentros en el pasaje Sarratea, a los que se ha limitado a llamar “personales”—, se suman otros seis de dura repercusión política en los últimos dos meses.
Sin embargo, desde pronunciamientos confusos que necesitaron de aclaración, hasta el caso de Bruno Pacheco y la intención de un sector del Congreso por vacarlo, Castillo ha recurrido a discursos y tuits como plataformas de exposición en donde nadie le pueda hacer una pregunta.
Sin rendir cuentas
La conducta del presidente frente a los medios siempre ha sido evasiva y hasta conflictiva. El 23 de noviembre, ante la comunidad de Chopcca, en Huancavelica, dijo que algunos medios de comunicación en Lima solo “tergiversan la realidad” y expresó “gratitud” hacia el periodismo regional y local, porque “ellos saben dónde están los grandes problemas del país”. Aun con ello, el mandatario no ha dado conferencias ni una sola entrevista a ningún medio peruano ni extranjero.
Para el especialista en comunicación política Jeffrey Radzinsky, la renuencia a encarar cuestionamientos y rendir cuentas a través de la prensa “es una mala fórmula para cualquier gobierno que ejerce poder en democracia”.
“Incluso en la recta hacia la segunda vuelta el ahora presidente Castillo no dio entrevistas, y eso pudo tomarse como parte de una estrategia que electoralmente le funcionaba bien. Pero la lógica comunicacional es distinta cuando ya eres gobernante. La gente ya no quiere ver la construcción de un personaje, sino ver resultados y tener las cosas claras frente a demandas o dudas específicas”, explicó. El especialista añade que, en una posición de poder político y de autoridad, dar explicaciones y atender preguntas no es optativo, sino un deber.
También en diálogo con El Comercio, la experta en comunicación política Iris Jave indicó que la ciudadanía es la más perjudicada cuando el acceso a la información, la transparencia y el espacio para la prensa son limitados.
“Gobernar implica no solamente comunicar, sino además generar un acceso permanente a la información en favor de la ciudadanía. Eso creo que no se está tomando en cuenta en este gobierno. Hay un perjuicio, por supuesto, para la propia imagen política del presidente, pero un sector seriamente afectado es la población”, señaló.
Rober Villalba, otro especialista en comunicación política, consideró además que las disonancias en el interior del propio gobierno –con ministros que en ocasiones han tenido que traducir al mandatario– y los silencios del propio Castillo debilitan severamente la confianza sobre la capacidad de ejecutar y mantener un plan de gobernabilidad.
“El primer portavoz de una gestión presidencial siempre es el presidente, y si ese portavoz falla en el mensaje o se niega a aclarar situaciones, lo que vemos es a un presidente solo, aislado y débil, que se mueve errático sobre el eje de su propio gobierno. Yo diría que no sorprende que su núcleo duro de aprobación haya ido demostrando una caída”, señaló.
Vulnerable ante la oposición
Los especialistas consultados por este Diario coinciden en que los silencios y las torpezas comunicacionales del presidente le abren flancos gratuitos para que la oposición en el Congreso busque justificantes a mecanismos extremos, como la vacancia.
Jeffrey Radzinsky indicó que, “si bien hay premisas reales en parte de los discursos de Castillo con respecto a que un sector del Parlamento nunca aceptó los resultados electorales o que un sector político pretende su destitución desde el primer día, eso no hace razonable una distancia para rendir cuentas o responder ante la ciudadanía”.
Iris Jave comentó que las demoras en remover a funcionarios cuestionados también fueron un autoperjuicio para Pedro Castillo, pues los escándalos se alargaron y ensombrecieron su capacidad de decisión. “Creo que el mandatario no ha mostrado esfuerzos por revertir las crisis en su entorno y que, más bien, sus reacciones tardías y los constantes nombramientos de personas inadecuadas abonan a la narrativa de la oposición, que lo señala como ineficiente. También diría que, en este tramo de meses, no ha habido señales de mejora o asesoramiento para el control de daños”, expresó.
Rober Villalba sostuvo que la estrategia retórica de Castillo de culpar a otros por sus errores resulta frágil y puede irse desgastando en las regiones. En cuanto a los tiempos que Castillo se ha tomado para decidir sobre el retiro de algunos funcionarios, dijo que “esa falta de reflejos políticos inmediatos solo ha logrado restarle confianza y credibilidad al gobierno”.
OPINIÓN: “Una relación que nació conflictuada”, por Rodrigo Salazar Zimmermann, director ejecutivo del Consejo de la Prensa Peruana
“Pedro Castillo no se ha puesto el sombrero de presidente. Sus conductas y actitudes hacia periodistas y medios de comunicación así lo reflejan. En parte podría deberse al trato injusto que recibió de un sector de la prensa durante la campaña electoral, que lo tildó de comunista, que no fue equitativa ni imparcial en su cobertura y que buscó vender la mentira de que había ganado con fraude.
Pero no dar entrevistas ni rendir cuentas, amenazar con retirar publicidad del Estado de los medios como si el presupuesto público viniera de su bolsillo y algunas declaraciones agresivas se deben también a preconcepciones más profundas que, estimo, son muy difíciles de extirpar. Una de ellas es que el presidente tiene en mente un estereotipo de periodistas mezquinos y con intereses desestabilizadores; no comprende el rol ácido y fiscalizador del periodismo; y, más dañina y polarizadora aún, su dicotomía Lima-regiones, en la que la prensa regional es ‘buena’, y la limeña, ‘mala’.
La reapertura de la sala de prensa de Palacio de Gobierno es un buen paso. Otro compromiso sería que el presidente firme la Declaración de Chapultepec, un decálogo de principios básicos de libertad de expresión. La invitación que le hiciéramos desde el Consejo de la Prensa Peruana en setiembre se mantiene en pie”.
VIDEO RECOMENDADO:
TE PUEDE INTERESAR:
- Expertos advierten que es inviable su anuncio de dar una oficina a los ronderos en Palacio
- ¿Qué es la Unidad de Integridad que desactivó su propio gobierno y ahora planea impulsar?
- Bruno Pacheco: mensajes de Whatsapp, hallazgo de $20 mil y un pedido para que no salga del país
- Antonio Maldonado sobre reuniones de Castillo: “La información está, el Ministerio Público no puede ser indiferente” | Entrevista