Jorge Ernesto Hernández Fernández, alias ‘El Español’, tenía una vida cómoda en su enorme casa alquilada por US$ 36 mil al año en el Jirón Paraíso 635, en La Molina. La casa tenía siete habitaciones, jacuzzi, piscina temperada y hasta diez gatos esfinge de 3 mil euros cada uno que paseaban por el extenso jardín. El amplio espacio le permitía organizar grandes reuniones sociales y de trabajo. Había cancha de frontón y de fútbol. El fulbito, por cierto, fue un tema crucial a la hora de cultivar conexiones laborales.
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Porque fue jugando ‘pichanga’ que ‘El Español’ había conocido al comandante PNP Engelbert Hugo Verástegui Díaz, vecino suyo en un condominio en el Callao. Y a través suyo llegó a Fray Vásquez, otro ‘pelotero’ de fin de semana. Tras seis meses de ‘pichanguear’ y uno que otro regalo, ‘El Español’ logró ganarse la confianza de Vásquez. Fue así como el sobrino del expresidente le presentó a su tío, más conocido entre ellos como ‘El Alto’.
La historia del catalán Hernández Fernández, sin embargo, empezó cuando llegó al Perú el 2016. Rápidamente incursionó en lo que eufemísticamente se llama ‘defensa posesoria’. Léase trabajos de desalojo y recuperación de terrenos, principalmente en Puente Piedra. Ese oficio lo relacionó con varias empresas de ex oficiales y policías que lidian con traficantes de terrenos. Ahí conoció a emprendimientos como Blackman Security, del comandante PNP Richard Morales, y a Police Security, de Sandro Espinoza y Óscar López Meneses. Un allegado al rubro explicó por qué ‘el español’ se había alejado de estos últimos. “Eran muy zanahorias”, habría dicho.
Hernández cobraba S/. 20 mil solo por intervenir un celular y una computadora. Y eso era la punta del iceberg. A partir de la información obtenida, empezaba el chantaje, la coacción y la extorsión. Así lo recuerda Elmer Barrio de Mendoza, el abogado de una de las primeras víctimas de ‘El Español’. Hernández Fernández se hizo conocido como hacker y espía informático. Estudiaba a sus objetivos, interceptaba sus comunicaciones y luego pasaba a la fase de intimidación y amedrentamiento. Vulneraba cuentas personales, llamadas telefónicas, conversaciones de WhatsApp y mensajería electrónica en general.
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Hernández se hizo muy cercano de su compatriota Sergio Castellanos Martínez, natural de Alicante. Su ‘tío’, Castellanos, había llegado el 2015 para dedicarse al negocio inmobiliario. Cuando ambos coincidieron este último ya tenía denuncias por usurpación agravada de inmuebles. Rápidamente se convirtieron en socios, al punto que el alquiler de la ya célebre casa de La Molina se hizo a nombre de este último. Castellanos, por cierto, fue el padrino de la inauguración de la gruta de Santa Rosa de Lima, patrona de la policía, en el ingreso de la oficina de disciplina N° 15 de la Inspectoría General de la PNP en la calle Agua Marina 273, de Bellavista. Junto a su nombre en la placa conmemorativa aparecía el ya conocido Engelbert Verástegui, además de Jorge Cassanova y Raúl Alfaro.
Verástegui, como se recuerda, fue edecán del ex ministro del Interior, Dimitri Senmache. Luego, fue defenestrado por el sucesor de Dimitri, Mariano González. Según el ‘Ministro del Amor’, éste habría presionado para que contacte al exmarino Carlos Daniel Barba Daza, investigado en el Caso Business Track. Grande fue la sorpresa de González cuando encontró después al ex edecán trabajando en el Despacho Presidencial. Un documento había autorizado ese irregular traslado. Consultado al respecto, Pedro Castillo le dijo que era “un buen muchacho”. Ahí González supo que algo turbio estaba sucediendo.
"Según el ‘Ministro del Amor’, éste habría presionado para que contacte al exmarino Carlos Daniel Barba Daza, investigado en el Caso Business Track. Grande fue la sorpresa de González cuando encontró después al ex edecán trabajando en el Despacho Presidencial"
El ex oficial PNP Jorge Fernando Cassanova Cubas también era conocido en el grupo de oficiales de Hernández. Cassanova, además, era chotano, así que pertenecía al círculo más alto de confianza presidencial. Él, a su vez, trajo al entorno a su colega Juan Esteban Asmat Bucalo. Ambos fueron jefes de la Dirección General de Inteligencia (Digimin).
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Raúl Alfaro, finalmente, había sido nombrado comandante general de la PNP a sugerencia de ‘El Español’, como declaró este último. Alfaro, por su parte, ha negado cualquier vínculo, aunque el infiltrado Barba ha ratificado lo que dice Hernández. Esto habría provocado que se le dé de baja al mayor PNP David Medina ‘Aquiles’, mano derecha de Colchado y quien estuvo investigando el caso de ascensos de generales de la policía. Trascendió que el mayor ya tenía colaboradores eficaces para testificar.
Todo el grupo de ‘El Español’ integrado por Verástegui, Cassanova, Asmat y Castellanos es actualmente investigado en fiscalía por presuntos delitos como conspiración, tráfico de influencias, obstrucción a la justicia y ofrecimiento de sicariato en agravio de los coroneles PNP Harvey Colchado y Walter Lozano, así como la fiscal superior Marita Barreto y la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
A esa red se le sumaría el asesor Henry Shimabukuro, quién facilitó la reunión entre el recomendado por ‘El Español’, Carlos Barba, y el entonces presidente Pedro Castillo. Según el testimonio de Barba, quien se hace agente y colabora en octubre del 2022, el presidente solicitó ahí la creación de un sistema de inteligencia paralelo, un aparato de contrainteligencia que neutralice a fiscales, investigadores policiales y periodistas. Es en ese contexto que Barba viajó con el congresista fujimorista Luis Cordero Jon Tay, secretario de la Comisión de Inteligencia, del 11 al 13 de octubre del 2022 a la feria ISS World Latin America, la convención donde se ofrecían “intelligence support systems for electronic surveillance, social media/dark net monitoring and cyber threat detection”. Allí se entablaron negociaciones con una empresa israelí que ofrecía el software Pegasus, capaz de meterse en Sígnala, Telegram y otras aplicaciones.
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‘El Transportador’ y el sobrino
Un colaborador eficaz de la fiscalía se ha referido al comandante Engelbert Verástegui como ‘el transportador’, en alusión a la persona que habría ayudado a la fuga del hoy prófugo Fray Vásquez, siempre con ayuda de ‘el español’. Pero no sería el único caso. Fuentes cercanas a Fiscalía aseguran que los marinos y policías en retiro del entorno de ‘El Español’ también le estaban dando ‘cobertura’ al entonces prófugo Juan Silva, y que luego lo ayudarían a escapar. Incluso deslizan que observaban de cerca a Bruno Pacheco, mientras éste estaba ya en la clandestinidad. Este círculo concomitante habría trabajado también muy cerca del mayor PNP Manuel Arellanos Carrión ‘Max’, jefe de contrainteligencia, hombre de confianza y lugarteniente del coronel PNP en retiro ‘Conejo’ Martín Gonzáles Sánchez. Como se recuerda, el ‘Conejo’ encabezó la Digimin, fue viceministro de Orden Interno. Antes fue muy cercano a Vizcarra. Y cuando fue jefe de la División de Búsqueda, por cierto, ocurrió la fuga del país el ex juez supremo César Hinostroza.