De poco sirve prolongar la medida de la cuarentena si no es posible impedir las aglomeraciones de gente en los mercados. (Foto: GEC)
De poco sirve prolongar la medida de la cuarentena si no es posible impedir las aglomeraciones de gente en los mercados. (Foto: GEC)
Jaime de Althaus

De poco sirve prolongar la cuarentena si no es posible impedir las aglomeraciones de gente en los mercados. El monitoreo vía los celulares para detectar masas incorpora la tecnología, pero, si hay muchas personas, ¿qué va a hacer la policía? Mejor bloquear las calles de acceso a los mercados y dejar pasar poco a poco obligando a guardar distancia.

El problema es que hay mucha gente comprando a la vez no solo por el día a día, sino porque el 35% de los hogares urbanos carece de refrigeradora. Entonces, hay que llegar primero a los hogares, para que no salgan. Usemos la organización social. Guido Valdivia informa que en el Perú urbano hay 10.000 barrios marginales donde viven 10 millones de personas. Cada barrio tiene una directiva dotada de más legitimidad y cercanía que el alcalde. Las directivas gestionan comedores populares, wawa wasi y vasos de leche. Podrían organizar el reparto de víveres o llevarlos del mercado al cerro. También pueden transmitir información de contagiados y de necesidades de la población.

Ayudará a la menor aglomeración en los bancos la billetera electrónica (BIM), para recibir los 380 soles y pagar con el celular. Ya se viene.

La buena noticia es que ya estamos aplicando bastantes más pruebas (de 800 diarias a 8.000 anteayer) gracias al ingreso de las pruebas rápidas, que están funcionando bien: dan positivo al quinto o sexto día del , pero son más fáciles de aplicar y luego miden también si la persona está inmunizada, lo que las moleculares no hacen. De todos modos, seguimos sin entender por qué se rechazó la oferta coreana de 500 mil pruebas moleculares que habría permitido aplicarlas, para comenzar, al personal médico y policial que está en primera línea y que, en muchos casos, no quiere ir al frente de batalla porque tiene miedo de morir, sobre todo, si no está bien protegido.

Sobre esto último hay la buena noticia de que empresas exportadoras de confecciones, que estaban paradas, se han reinventado y están ya fabricando y entregando 10 millones de mascarillas y ropa hospitalaria, donando una parte. Podrían incorporarse a los talleres de confecciones que están en las casas, perfecto para seguir produciendo en cuarentena. Y soltar las apps de delivery que ayudarían a reactivar restaurantes y otros negocios.

Tener bastantes más pruebas permite pasar a una estrategia sanitaria más inteligente, fina y eficiente, y a una estrategia de reinicio gradual de algunas actividades económicas, comenzando con las menos intensivas en contactos (Elmer Cuba), testeando a sus trabajadores. No podemos esperar hasta el fin de la cuarentena. El equipo económico (MEF) está formulando una propuesta secuencial, pero el equipo científico-epidemiológico de salud no quiere ningún reinicio hasta que no se aplane la curva. Lo que ese equipo no ha hecho es medir el impacto comparativo de la reducción drástica de los ingresos en el incremento de la mortalidad infantil y senectil.

Donde está fallando claramente la estrategia es en la regulación laboral, que puede matar no solo empleos sino empresas, porque impide llegar a acuerdos de reducción transitoria de sueldos y otras formas de preservar el empleo y la empresa misma. No hay estabilidad si la nave se hunde.

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