Hay un porcentaje alto que aún no decide su voto y no está interesado en la campaña electoral. (Ilustración: Giovanni Tazza / El Comercio)
Hay un porcentaje alto que aún no decide su voto y no está interesado en la campaña electoral. (Ilustración: Giovanni Tazza / El Comercio)

A diez semanas de las , en medio de un nuevo confinamiento, el sondeo que nos ofrece el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) presenta un panorama desolador en varios sentidos. Para el Gobierno, un golpe duro. La contundente y estrepitosa caída de la aprobación del presidente Francisco Sagasti, que en un mes pasó de 58% a 21%, resta apoyo y debilita sus medidas. Su voz pierde crédito en unos de los peores momentos que vive el país.

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Pero también se va configurando un panorama no muy promisorio para el próximo gobierno. Más allá de la pesada herencia que recibirá en términos de economía y salud, ningún candidato tendrá una mayoría en el Congreso y no es seguro, incluso, que quien gane tenga una bancada significativa, lo que puede llevarnos a recordar los días más aciagos que se abrieron a partir del 2016.

La intención de voto se ha movido solo para informarnos del claro crecimiento de Yonhy Lescano y el derrumbe de la candidatura de Julio Guzmán. Es más, parte de la ganancia de uno parece ser gracias a la pérdida del otro. Ambos son ubicados en el centro político. El candidato de Acción Popular crece asociado a la fuerte marca partidaria, pero con un discurso más radical que el del 2016. Su punto de apoyo regional es el sur, que antes lo era para Verónika Mendoza y la izquierda en general. Lescano se distanció oportunamente de Manuel Merino de Lama, lo que le ha permitido no cargar con el costo político del expresidente del Congreso y fugaz presidente de la República.

La caída de Julio Guzmán puede ser asociada al Gobierno. Es decir, aparecer como el candidato oficialista en el momento en que la aprobación del desempeño del Gobierno se desbarranca. De esta manera, es atacado desde la izquierda hasta la derecha. Guzmán ya no es el candidato que representa la novedad –aspecto tan seductor en nuestro país– y carga, además, con el desgaste que todo partido, como el Partido Morado, sufre de un Congreso sumamente criticado.

En medio de la dispersión y baja intención de voto en general, George Forsyth aún tiene la mayor probabilidad de pasar a la segunda vuelta. No se puede asegurar quién podría ser su acompañante, pues los porcentajes están dentro del margen de error para los casos de Verónika Mendoza, Keiko Fujimori, Hernando de Soto y Daniel Urresti, en ese orden.

Es en la intención de voto en el Congreso donde parece haber problemas para algunos más que otros. Victoria Nacional y Juntos por el Perú, partidos de George Forsyth y Verónika Mendoza, respectivamente, son desconocidos por la gran mayoría del electorado. En el extremo podrían no superar el umbral y perder la inscripción, con lo que podría parecer un presidente sin partido (recordándonos el período de Martín Vizcarra) o con un grupo parlamentario pequeño (período de PPK o Sagasti). En cambio, mejor posicionados aparecen el Partido Morado, Acción Popular, Somos Perú (gracias a Vizcarra) y Fuerza Popular. Pero el tablero se seguirá moviendo, pues hay un porcentaje alto que aún no decide su voto y no está interesado en la campaña electoral. Nada, pues, está dicho. Las pocas diez semanas que faltan, en el Perú, es el largo plazo.

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