A los gatos no les gusta que le toquen los bigotes. La razón es que estos vellos se encuentran enraizados profundamente en la piel y están rodeados por nervios, células sensitivas y músculos.
Los bigotes, también llamados vibrisas, les permiten captar las mínimas vibraciones del aire que rebotan en los objetos del ambiente y así pueden percibir el tamaño y la ubicación de los obstáculos. Es decir, cumplen la función de un preciso radar.
Además, como los gatos no ven muy bien de cerca, los bigotes los ayudan a conocer mejor su alrededor. Gracias a esos pelos largos, gruesos y flexibles que se ubican en diferentes lugares de su cara, calculan las distancias cuando saltan y evalúan el tamaño y distancia de su presa. También les permite desplazarse por lugares pequeños o caminar en línea recta. Si por un camino estrecho pasan sus bigotes, saben que ellos también pasarán.
Si pierden los bigotes podrían lastimarse, ya sea si saltan, corren o se atascan si se desplazan por un espacio angosto. En caso tu mascota los pierda, no te preocupes: volverán a crecer y recuperarán su tamaño en uno o dos meses (si no se ha dañado el bulbo piloso). También es normal que los gatos expulsen los bigotes para que crezcan otros. El cambio no les traerá problemas porque no caen todos a la vez.