Unos meses antes de que el GEIN centrara sus pesquisas en el escondite del sanguinario Abimael Guzmán -una ‘academia’ de ballet en Surquillo-, había sido capturado el camarada ‘Manuel’, encargado del Departamento de Economía de Sendero Luminoso. Los oficiales lo habían apodado ‘Cholo’, por su parecido con el ex futbolista Hugo Sotil. El senderista proporcionó datos clave, entre otros, que la manera de llegar a Abimael sería encontrar a la joven encargada de su seguridad.
El oficial Guillermo Bonilla, entonces de 28 años e integrante del GEIN, preguntó cómo era físicamente. “Pareciera miraflorina”, describió el ‘Cholo’. “Nos paseábamos por Miraflores para ver cómo eran las mujeres, y nada. Hicimos un identikit, y nada”, contó a Somos en el 2017 el hoy coronel PNP Bonilla. Hasta que dieron con la pista precisa: el carro en el que se movilizaba la senderista, un Jeta verde del año. En la urbanización Los Sauces, se abría el portón y manejaba rapidísimo. “Los primeros días no hemos podido controlarla, hasta que nos dimos cuenta de que bajaba la velocidad a medida que se alejaba de la casa”, continuó Bonilla. Esa sensación de dejar atrás el peligro fue uno de sus primeros errores.
Un día, al bajarse del auto, le tomaron una fotografía. “El oficial Marco Miyashiro vio la foto sobre el escritorio y rápido la sacó: ‘a esta mujer yo la conozco’. Movió sus papeles y la identificó”, recuerda Bonilla. Era Maritza Garrido Lecca Risco, detenida en 1989 en la Dincote junto con personas vinculadas al MRTA. Esa vez quedó libre, sin cargos.
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Nunca pudieron determinar cuál era el alias que Sendero le había asignado. Así que mientras estudiaron sus movimientos en la casa de tres pisos de la Calle 1, número 459, en Surquillo –fachada del criminal más buscado del país-, Maritza Garrido Lecca fue bautizada como ‘Lola’. Su compañero y también guardián de Abimael Guzmán en ese inmueble, era Carlos Incháustegui, llamado ‘Lolo’ por los policías.
“Nosotros teníamos la idea de que a la casa donde estuviera Abimael nadie podría entrar. Pero lo insólito era que llegaban mujeres, alumnas, mamás con sus niñas para sus clases de ballet. Esa casa era una coladera”, continuó Bonilla. Un día, ‘Lola’ salió caminando del inmueble. Sabía que la vigilaban. Ya sospechaba que alguien revisaba las bolsas de basura que sacaba todas las tardes, así que decidió botar un papel en el buzón de desagüe. Bonilla recuerda que ‘Lola’ se quedó unos segundos verificando que hubiese desaparecido, antes de marcharse. “Ese papelito fue fatal. Uno de nuestros compañeros se metió al desagüe y lo sacó, incluso con excremento. Lo limpiamos. Era oro puro. Tenía la letra de ‘Miriam’ [Elena Iparraguirre], que la conocíamos de memoria”, relató Bonilla. Con tinta negra se leía “La reunión del buró político…”, en abreviaturas. “Sesión plenaria...”. Se trataba de la cúpula: Guzmán y tres de las mujeres con las que fue detenido el 12 de setiembre de 1992.
Ese día, la bailarina Patricia Awapara y su pareja, el músico Celso Garrido Lecca –tío de Maritza- visitaron la casa de Los Sauces. Eran las 6.30 de la tarde. La senderista Garrido Lecca les abrió la puerta. Adentro, la cocina estaba llena de trastos sucios, como si hubiera habido una cena abundante, o mucha gente. Había cierta tensión y silencio. Al abrir la puerta para despedirse, decenas de agentes entraron a la casa. Maritza empezó a gritar enfurecida. Todos fueron atados de manos, boca abajo. Del segundo piso bajaron a varias mujeres. Patricia y Celso fueron llevados con la cúpula senderista a la Dincote, donde pasaron los siguientes 15 días, en que fueron puestos en libertad. Otras bailarinas fueron detenidas ese mismo días 12, en otros inmuebles, pero liberadas días después al comprobarse que no tenían vinculación con SL. Todas ensayaban en la ‘academia’ donde ‘Lola’ escondía a su líder, el sanguinario Guzmán.
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Días después de la captura, sentado en una de las oficinas del GEIN donde estaba siendo interrogado, Abimael habló brevemente sobre Maritza. “Ella es una compañera del partido que ha cumplido muy bien su función, sabe lo que ha hecho; ya ustedes saben”, respondió. Cuando Bonilla y sus compañeros le hicieron notar la serie de errores de ‘Lola’ y su conviviente ‘Lolo’, Guzmán se puso furioso, mientras fumaba sin parar. “¿Cómo a una mocosa le das la responsabilidad de tu seguridad? ¿Cuándo cometiste ese grave error? La revolución se va a venir abajo por tu culpa, porque elegiste mal”, le decíamos. Y se ponía rojo…”, recordaba Bonilla.
Maritza Garrido Lecca fue condenada a cadena perpetua y recluida en el penal de Yanamayo, en Puno. En el 2002 se anuló esa sentencia, ordenándose un nuevo proceso. El 2005 fue sentenciada a 20 años y al año siguiente, tras la revisión de su proceso, a 25. Durante todos esos años nunca delató a nadie, nunca pidió ser separada a otro pabellón, lejos de las otras senderistas, jamás se le escuchó arrepentimiento ni perdón alguno. El 11 de setiembre del 2017 dejó el penal Ancón II. Intentó dar algunas clases de danza y viajar al norte del país, casi de incógnito. Incháustegui salió libre el 2014, tras 22 años preso.
El año que Garrido Lecca salió libre, el coronel Bonilla tenía claro que ella seguiría en el mismo sendero al que dedicó su vida. “Para que la vida de ‘Lola’ sea fácil afuera, solamente le queda continuar en lo mismo porque ahí se va a sentir como pez en el agua, entre los suyos. Va a seguir activada, trabajando con ellos, como hacen ahora muchos de Sendero”. //
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