Steve Jobs habría cumplido 65 años este 24 de febrero y el mundo sigue recordándolo como uno de los más grandes visionarios de la industria tecnológica.
Defensor del espíritu innovador y la calidad en los productos, Jobs no solo fue exitoso por la creación de ideas, sino también por refinar otras ya existentes, al punto de convertirlas en el patrón base del mercado tecnológico. En esta nota hacemos un repaso a algunos de los aportes fundamentales del hombre nacido en San Francisco.
1. La consolidación de la computadora doméstica
En los años 70 los ordenadores llevaban mucho tiempo de existencia, mas ello no se había traducido en su uso para el común de la gente. Los pocos equipos domésticos que se distribuían requerían trabajo y conocimientos adicionales para ser ensamblados.
Fue en ese contexto que llegó la Apple II, cuando la compañía de los dos Steve, Wozniak y Jobs, apenas daba su primeros pasos. Mientras que el primero volcó sus esfuerzos en hacer una computadora totalmente solvente, el segundo se empeñó en que esta fuera un producto accesible para el consumidor general. Jobs deseaba que el dispositivo fuera visto incluso como un electrodoméstico.
Para tal fin, reclutó a Jerry Manock, quien había trabajado como diseñador de las calculadoras de HP y estaría a cargo de crear la cubierta de plástico del equipo. La Apple II fue la primera computadora en tener toda su carcasa hecha de este material y tenía casi todos sus componentes ensamblados, aunque permitía la conexión de periféricos.
La idea era presentar un producto que el cliente podía usar desde el inicio, incluso si este no tenía experiencia previa con equipos informáticos y así era como la compañía promocionaba su dispositivo. Conceptos como la interfaz sencilla, uso intuitivo –en la medida de lo que permitía la tecnología de ese tiempo– y la apuesta por las sensaciones serían parte indivisible de la cultura corporativa de Apple años más tarde y ya estaban presentes en esta computadora.
La Apple II salió al mercado en 1977 y su éxito permitió el despegue de la empresa, además de ser un impulso decisivo para la industria de ordenadores caseros. En el mundillo tecnológico es parte de la llamada ‘Trinidad de 1977’ junto la Commodore PET y la TRS-80, nombre con el que se denomina a las computadoras que, después de años de experimentación, lograron llevar la informática a los hogares de forma definitiva. Si las computadoras son fáciles de usar hoy en día, mucho le debemos a la forma en la que Jobs entendía el acceso a la tecnología.
2. Salvar a Pixar
Steve Jobs fue echado de Apple en 1985 y en ese periodo se percató de que Lucasfilm escuchaba ofertas por The Graphics Group, su división de tecnología por computadora. El cofundador de Apple compró el estudio por 5 millones de dólares y este pasaría a llamarse Pixar.
La empresa dio de qué hablar desde el inicio con sus primeros cortometrajes y la novedad que suponía la animación por computadora, pero los primeros años fueron difíciles en el ámbito económico. Pese a haber logrado un acuerdo con Disney y tener encaminado el primer largometraje de Pixar, las pérdidas que tenía la compañía hicieron a Jobs pensar seriamente en venderla, aunque terminó desechando la idea.
El fruto de aquel complicado trabajo fue “Toy Story” (1995), que gozó de una excelente recepción comercial y crítica, alcanzando su punto culminante con un Oscar a mejor película animada. La apuesta de Jobs cambiaría la animación para siempre.
Películas tan queridas como “Buscando a Nemo”, “WALL-E” o la misma “Toy Story” podrían nunca haber visto la luz sin la intervención de Jobs. La animación por computadora tomó un sitial privilegiado y poco a poco fue desplazando a la tradicional hasta convertirse en la referencia.
Más adelante, la compañía sería vendida a Disney por 7.400 millones de dólares, pero Jobs ya tenía un lugar ganado en la historia del cine. No solo eso, el buen andar de Pixar le dio al empresario la confianza suficiente para regresar a Apple en 1997 y salvarla de severos problemas económicos, convirtiéndola en una de las firmas más valiosas del mundo.
3. El smartphone como lo conocemos hoy en día
El iPhone fue el último gran aporte de Steve Jobs a la industria tecnológica antes de su fallecimiento y supuso un punto de quiebre en el rubro desde su aparición. Entre otras cosas, el equipo de Apple es responsable de que las pantallas táctiles sean el estándar indiscutido para los teléfonos de estos tiempos, además de dar lugar a la masificación de las aplicaciones móviles.
La leyenda cuenta que en 2004 Jobs se había percatado de que el iPod, por entonces producto estrella de Apple, podría verse desplazado en el corto plazo por las crecientes capacidades de los teléfonos inteligentes. El terreno y los millones ganados con el reproductor de música y la tienda digital iTunes no podían ponerse en riesgo, por lo que la compañía comenzó a trabajar en su ingreso al mercado de los teléfonos móviles.
Tras una experiencia poco afortunada junto a Motorola, la empresa de Cupertino se sumergió en la creación de su propio móvil inteligente. El iPhone fue finalmente presentado a inicios de 2007 y salió al mercado en junio de ese año.
Aquel concepto del teléfono como gran reproductor de medios y potente computadora de bolsillo fue plasmado por el primer iPhone como ningún otro dispositivo lo había hecho antes. Si usted lee esta nota desde el celular, paga sus recibos desde este o lo usa para ver series, sepa que en buena medida es gracias a uno de los últimos grandes trabajos de Jobs.
4. Los productos “con cultura”
Steve Jobs criticaba a Microsoft, su gran competidor, por su “falta de gusto” y “no traer mucha cultura en sus productos”. Más allá de qué tan cierto o no fuera ello, tales palabras dejan claro que para el recordado presidente ejecutivo de Apple la experiencia de usuario era crucial.
La Apple II es un primer caso a citar, por la atención que puso Jobs, no solo en la facilidad de uso, sino también en la apariencia del producto y las sensaciones táctiles y visuales que generaba.
Otro detalle digno de mención es que Apple tiene el mérito de haber familiarizado al gran público con el uso de fuentes tipográficas “proporcionalmente espaciadas”. El mismo Steve Jobs señalaba que se inspiraron en la caligrafía a mano para introducir esta característica en sus sistemas, la cual hoy en día es parte elemental de los procesadores de texto y toda clase de aplicaciones.
¿Más ejemplos? Está el iPod. No fue el primer reproductor de MP3 del mercado, pero sí el más codiciado de su tiempo. En un momento en el que los dispositivos de este tipo eran limitados y parecían más primitivos de lo que deberían, el iPod llegó con una rueda táctil que simplificaba la navegación y una pequeña interfaz con mayores posibilidades de exploración. Eso y que la mencionada rueda era sumamente agradable –por no decir adictiva– para el pulgar, lo convirtieron en un pequeño dispositivo de culto.
Es cierto que el paso del tiempo llevó a que Apple pensara en sus productos como objetos de deseo, algo que puede no gustar a muchos; sin embargo, es justo decir que la alta estima del consumidor siempre se sostuvo en lo que la marca de la manzana le garantizaba: un objeto cuidadosamente diseñado.
¿Aprecia que su computadora sea potente y también tenga un bonito aspecto? ¿Se siente cómodo cuando su celular vibra al usar el teclado táctil? Todo eso tiene mucho que ver con la visión de Steve Jobs, más allá de que los dispositivos en cuestión sean de una marca ajena a Apple.