Los vientos se expresan libremente, viajan por el mundo a su manera. De ellos nacen las zampoñas. De las montañas, de las alturas, nacen los violines; del centro de la tierra, explotando como volcanes, nacen los saxos. El arpa nace del agua, pues su color es agua. La percusión nace de una tormenta. La vida suena. La música vibra como absoluta manifestación de la naturaleza. Así se inicia “Perú mágico: Jean Pierre Magnet y Serenata en los Andes”, el regreso del músico a los escenarios con este proyecto musical, que contará, además, con novedosas imágenes de la naturaleza generadas por computadora. “He realizado un guion cuyo tema principal es cómo alucino yo la música andina a través de todos estos años”, nos dice Magnet, mientras prepara vestuarios e instrumentos en la misma sala de su casa. Aquí, la música vuela por todas partes. Además de colaborar con Miguel Rubio, director de Yuyachkani, en los aspectos teatrales del show, este contará con un grupo de danza contemporánea y 21 músicos en escena.
- ¿Qué te has propuesto conseguir con este nuevo espectáculo?
He reforzado la composición porque cada vez siento más pasión por los arreglos de cuerdas y violines. Quiero conseguir un espectáculo único que represente todos mis estilos favoritos de música. El rock, que es el idioma musical que yo considero más sincero, que sale del corazón, porque tiene la frescura de la juventud; el jazz, porque es libertad, aunque niego el rótulo de que hago fusión de música andina con jazz. La libertad que me da el jazz es la de componer lo que me salga del alma como peruano, como andino, porque me transporto. Y, finalmente, la música sinfónica, porque no tiene límites. Si escuchas a Beethoven, parece un rockero.
- Evidentemente, concebir este espectáculo ha sido muy exigente en términos de creatividad…
Lo que he hecho ahora, creativamente hablando, es lo más intenso de todo lo que he hecho en mi vida. Y es el primer capítulo, porque espero hacer cinco, cada dos años. ¡Y en 10 años voy a tener 80! [risas] Ya estoy cerca de cumplir 70. Estoy aplicando los conceptos de estos tres estilos favoritos a Serenata de los Andes, porque mi idea es amplificar la música andina. He descubierto que esa es mi misión musical en este mundo.
- En este punto de tu carrera, ¿mantienes intacta la ilusión?
Sí, ese es el tesoro que tengo. Creo que soy un privilegiado, porque cada vez tengo más ideas. De hecho, ya estoy pensando en lo que voy a hacer para el segundo capítulo de este espectáculo. Yo veo como un privilegio haber nacido en el Perú. Y te lo digo así: creo que mi otra misión en el escenario es llevar al público a las puertas del cielo.
- A estas alturas, tu imagen sosteniendo tu saxo es icónica. ¿Qué fue lo primero que te atrajo de ese instrumento?
A mí siempre me han cautivado las melodías, de ahí viene lo del saxo. Desde los nueve años me quedaba pensando en música toda la noche. Nosotros vivíamos frente al Country Club y ahí al lado había un restaurante donde había música todas las noches. Guitarra, piano, bajo, batería y saxo. Entonces yo me dormía todas las noches escuchando el concierto en vivo. Luego vino la película de Bill Haley, las de Elvis Presley y escuché a Fausto Papetti, que tocaba las melodías más famosas en saxo alto. Ahí decidí ser saxofonista. Me gustó el sonido y la forma también. Me parecía un instrumento hermoso. Así que un día, cuando tenía 10 años, busqué a mi papá en su oficina y le dije que quería hablar con él seriamente. “Lo he estado pensando mucho y quiero ser músico –le dije–. Y quiero ser saxofonista”.
La entrevista completa este sábado en la edición impresa de la revista Somos.