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Cuando fotógrafos, empresarios y músicos se convierten en PayaSOS de Emergencia: la historia detrás de los voluntarios que llevan alegría a hospitales, albergues y prisiones
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Cuando fotógrafos, empresarios y músicos se convierten en PayaSOS de Emergencia: la historia detrás de los voluntarios que llevan alegría a hospitales, albergues y prisiones

Cuando fotógrafos, empresarios y músicos se convierten en PayaSOS de Emergencia: la historia detrás de los voluntarios que llevan alegría a hospitales, albergues y prisiones

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No hay neblina limeña lo suficientemente espesa para cubrir el color de los PayaSOS de Emergencia. En una casita de Barranco, esta familia ensamblada alista sus medias de colores, acomoda sus batas blancas y maquilla su rostro de tonos neón y brillitos que resaltan. Por supuesto, la nariz roja completa el vestuario.

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Esta vez se preparan para contagiar alegría en el malecón de la ciudad, aunque están preparados para robar sonrisas en cualquier terreno: por más de una década, realizan incursiones en hospitales, albergues, asilos, cárceles y otros lugares con poblaciones vulnerables. Donde haya desesperanza, tristeza o dolor, la llamada de urgencia siempre será atendida por ellos.

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Juan Carlos Fangacio

Aunque son ciudadanos comunes y corrientes —fotógrafos, empresarios, músicos y más— por unas horas al día escapan de la cotidianeidad para asumir la difícil tarea de contagiar felicidad. ¿Es sencillo? No. Pero una vez que se inicia el camino, confiesan, es como si una armadura desapareciera y la risa resultara terapéutica. “Aunque muchas veces las personas nos dicen que nosotros los ayudamos a sanar, lo cierto que es que a través de nuestra labor también sanamos nosotros mismos”, dice Sara Castro a esta revista, mujer y clown al frente de esta organización sin fines de lucro.

"‘Clownear’ es una palabra que expresa el hecho de ir a jugar a la calle, de divertirnos en cada lugar que pisamos: calles, hogares, hospitales. Es llevar felicidad", dice Sara Castro, fundadora de la organización sin fines de lucro. (Foto: Giancarlo Shibayama)
"‘Clownear’ es una palabra que expresa el hecho de ir a jugar a la calle, de divertirnos en cada lugar que pisamos: calles, hogares, hospitales. Es llevar felicidad", dice Sara Castro, fundadora de la organización sin fines de lucro. (Foto: Giancarlo Shibayama)
/ Giancarlo Shibayama

Volviendo en el tiempo, Castro recuerda que en 2005 tomó su primer taller de clown. Años después terminaría liderando una de las iniciativas más humanas y potentes del país. En 2012, creó formalmente PayaSOS de Emergencia, y lo que empezó con tres personas hoy reúne a más de cien, entre voluntarios, exalumnos y colaboradores.

“La alegría es un derecho humano”, dice, y lo dice en serio. Su mirada se ilumina como si siempre hubiera magia flotando. “No se trata solo de hacer reír. Se trata de acompañar. De estar. De mirar al otro con ternura aún en los momentos difíciles”, añade Carla Sotomayor, parte de la familia y bautizada como ‘Dra. Rococtita’, en la fantasía creada por los PayaSOS de Emergencia.

La familia de Payasos de Emergencia siempre está con las puertas abiertas. para sumarte, puedes escribirles a través de redes sociales:
@payasosdeemergencia. (Foto: Giancarlo Shibayama)
La familia de Payasos de Emergencia siempre está con las puertas abiertas. para sumarte, puedes escribirles a través de redes sociales: @payasosdeemergencia. (Foto: Giancarlo Shibayama)
/ Giancarlo Shibayama
Listos para todo

Los PayaSOS de Emergencia organizan talleres y cursos durante todo el año. Sin embargo, resalta la convocatoria de Formación Intensiva de Desarrollo Humanitario, que dura 10 meses y alista por completo para ser un clown humanitario. La última preparación del año se inicia en agosto y los últimos cupos los puede consultar a través de www.payasosdeemergencia.com/formacion-humanitaria.

VISIÓN HOLÍSTICA

Este equipo único trabaja con un enfoque especial: el clown holístico, que integra humor, juego, escucha emocional y trabajo personal. “Para acompañar, primero tienes que conocerte. Sanarte. Despertar a tu propio niño interior”, explica Castro. Esa es la base de ALUH, su escuela de formación para payasos humanitarios, que cada año prepara a decenas de personas para salir al mundo con narices rojas y corazones listos.

Pero la risa no siempre es liviana. A veces se gana a pulso, en medio de llantos, miedos o silencio.

“Yo llegué aquí por necesidad. Estaba buscando un propósito y creo que el universo me escuchó y así coincidí con PayaSOS. Tomé la decisión y, desde ese momento, no ha dejado de ser una experiencia tan retadora como maravillosa”, reflexiona Joan Loayza, a quien conocen como ‘Dr. Crispy’. Todo se resume en el acto de ‘clownear’, como dicen ellos, algo que combina diversión, juego, sonrisa e ilusión, sin importar a quienes tengan en frente: niños, adultos, ancianos e incluso mascotas. Todos tienen derecho a sonreír.

Las visitas más frecuentes de estos clowns humanitarios son a clínicas y hospitales. sin embargo, también alegran en asilos, cárceles y otras poblaciones vulnerables. (Foto: Payasos de Emergencia)
Las visitas más frecuentes de estos clowns humanitarios son a clínicas y hospitales. sin embargo, también alegran en asilos, cárceles y otras poblaciones vulnerables. (Foto: Payasos de Emergencia)

“Lo que una sonrisa logra está también probado científicamente. El acto hace que los químicos del cerebro se estimulen, lo que cambia las sensaciones en nuestro cuerpo, la manera en que afrontamos la vida al menos ese día”, precisa a esta revista otra clown de este equipo, la fotógrafa Paola de la Rosa Toro, ‘Dra. Pimpo’.

A los juguetes, narices rojas y más recursos que utilizan estos payasos humanitarios en sus visitas se suma también la música. Este equipo, es capaz de improvisar acordes, crear canciones y poner a bailar a quienes se crucen por su camino. Para el ‘Dr. Arpegio’, Pepe Salas, las melodías también son curativas. “Me gusta pensar que con nuestras visitas logramos dibujar una puerta pequeñita en esa cajita donde estamos metidos, para empezar a ver el mundo desde el juego, el amor y la esperanza. Hay mucho por hacer”, indica.

Con 13 años de experiencia, estos payasos no encuentran ningún reto imposible: en la foto, roban sonrisas en un día cotidiano por el malecón de Barranco. (Foto: Giancarlo Shibayama)
Con 13 años de experiencia, estos payasos no encuentran ningún reto imposible: en la foto, roban sonrisas en un día cotidiano por el malecón de Barranco. (Foto: Giancarlo Shibayama)
/ Giancarlo Shibayama

En una época donde abundan los discursos derrotistas, los PayaSOS de Emergencia proponen un antídoto: jugar. Sonreír. Conectar. “Todo siempre desde el enfoque de la vocación y el servicio. El amor no espera nada a cambio, así lo sentimos. A veces mientras más alegría damos, sin notarlo en un principio quizá, algo pequeñito dentro de nuestro corazón está sanando. También recobra esperanza”, concluye Raúl García, voluntario conocido como ‘Dr. Fideo’.

En medio del dolor, el caos o la indiferencia, hay quienes se atreven a sembrar felicidad. Los PayaSOS de Emergencia, volviendo a tener corazón de niños, hacen lo suyo enfundados en batas blancas, narices rojas y medias coloridas. Ojalá algún día también tenga la fortuna de que se crucen por su camino. //

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