Solo el técnico de la selección confiaba en los Dioses. Como hace cinco años creyó en los humanos: Christian Cueva era un futbolista problema que se peleaba con su entrenador en Alianza al que Ricardo Gareca le encontró solución. Lo llamó a Videna pensando más en su futuro que en su pasado, casi sin leer lo que decían de él los diarios, y un Mundial después es su bandera, el rostro de su gestión: 61 partidos jugados, más que Paolo o Jefferson.
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