De repente, todos estamos hablando de inmunidad. Pero ¿cuánto sabemos de ella realmente?
El escritor científico y youtuber Philipp Dettmer desmiente uno de los conceptos erróneos más comunes.
La próxima vez que te despiertes sintiéndote un poco mal, piensa en el ejército de soldados que luchan contra millones de enemigos en tu nombre dentro de la fortaleza que es tu cuerpo.
Mientras los intrusos atacan a cientos de miles de sus células, tu sistema inmunitario está organizando defensas complejas, comunicándose a grandes distancias y provocando la muerte rápida de millones, o incluso miles de millones, de estos invasores.
Aunque estés levemente molesto por estar enfermo, lo que estás sintiendo —mocos, fiebre, dolor de garganta, la sensación general de estar un poco "apagado"— es en realidad el efecto de esta batalla.
El sistema inmunológico es tan complicado que si lo comparas con escalar el Everest, esto te parecerá un agradable paseo por la naturaleza.
Es el sistema biológico más complejo del cuerpo humano, aparte del cerebro.
Y ahora se habla de él más que nunca.
La pandemia ha introducido un nuevo vocabulario en nuestras vidas.
Hablamos de la inmunidad natural en personas que se han recuperado de la covid y de la inmunidad de las vacunas.
Inyecciones, refuerzos, efectos secundarios... estos son repentinamente temas de conversación tan comunes como el clima.
Pero hablar más sobre la inmunidad no significa necesariamente que la entendamos mejor.
Pongamos un ejemplo.
Quizás el concepto erróneo más extendido es la preocupación que tiene la sociedad por lograr un sistema inmunológico fuerte y "superreforzado".
Internet está lleno de productos que prometen hacer exactamente eso.
Desde café reposado hasta proteína en polvo, desde raíces místicas extraídas en la selva amazónica hasta píldoras de vitaminas, la lista es interminable.
Pero lo que mucha gente no entiende es que el sistema inmunológico puede ser peligroso.
No es algo que queramos que se desate sin límites.
En un mundo donde la superación personal es un gran negocio, la idea de recargar el sistema inmunológico es muy atractiva.
Pero no es un sistema inmunológico fuerte lo que queremos, sino uno equilibrado que mantenga todos los diferentes sistemas bajo control.
Estamos hablando de una colección compleja e interconectada de cientos de bases y centros de control por todo tu cuerpo.
Están conectados por una superautopista, una red de vasos, tan extensa y omnipresente como el sistema cardiovascular.
Además de los órganos y la infraestructura, miles de millones de células inmunitarias patrullan estas superautopistas o tu torrente sanguíneo y están listas para enfrentarse a tus enemigos cuando se les solicite.
Miles de millones más montan guardia en el tejido externo de tu cuerpo a la espera de que los invasores lo crucen.
También hay billones de armas de proteínas que puedes considerar como minas terrestres.
Tu sistema inmunológico también tiene universidades en las que las células aprenden contra quién luchar y cómo, y que cuentan con la biblioteca biológica más grande del universo, capaz de identificar y recordar cada posible invasor que puedas encontrarte a lo largo de tu vida.
En esencia, el sistema inmunológico es una herramienta para distinguir al extraño.
No importa si el otro quiere hacerte daño o no.
Si el otro no está en una lista de invitados muy exclusiva que otorga el paso libre, tiene que ser atacado y destruido porque el otro podría hacerte daño.
Los soldados de infantería que te mantienen saludable:
Probablemente ya te hayas hecho una idea: es un sistema muy complejo formado por muchos componentes diferentes.
Un sistema inmunitario que funciona bien sabe cuánta fuerza usar para luchar contra cualquier infección.
Entonces, la idea de fortalecer estos sistemas para que sean más agresivos es ridícula.
En lugar de un jugador de rugby que se estrella contra las cosas, quieres que sea una bailarina de ballet: altamente entrenada, precisa y capaz de golpear con facilidad pero bailando en armonía con la música.
Hay una antigua palabra griega, homeostasis, el equilibrio de todas las cosas, que es por la que define a lo que deberíamos aspirar que fuera nuestro sistema inmunitario.
En realidad, nadie sabe cuántas células de qué tipo y en qué nivel de actividad son necesarias para que el sistema inmunológico funcione de manera óptima.
Cualquiera que diga que sabe lo que se necesitas probablemente esté tratando de venderte algo.
Al menos por ahora, no hay formas científicamente probadas de hacer que tu sistema inmunológico sea más agresivo a través de un superalimento o una pastilla.
Y si los hubiera, sería muy peligroso usarlos sin supervisión médica.
La gente prefiere soluciones fáciles y rápidas, pero la salud depende de cosas muy aburridas que la gente no quiere escuchar. Ejercicio, una dieta equilibrada y reducir del estrés. Todos sabemos que estas son cosas buenas para nosotros, pero no queremos hacerlas.
Lo más importante es llevar una dieta que te proporcione todas las vitaminas y nutrientes que tu cuerpo necesita, basada por ejemplo en frutas y verduras.
Tu sistema inmunológico produce constantemente miles de millones de células nuevas y necesitan alimentación.
Los efectos positivos para la salud incluso del ejercicio regular moderado se conocen desde hace mucho tiempo.
Una buena circulación permite que las células y las proteínas inmunitarias se muevan de manera más eficiente y libre, lo que les permite hacer mejor su trabajo.
El ejercicio también puede ralentizar su declive en la vejez.
Llevar vidas menos estresantes tiene beneficios tangibles para nuestra salud de muchas maneras, y una de ellas es el sistema inmunológico.
Sin entrar en demasiados detalles, el estrés puede desencadenar eventos que interrumpen el trabajo y el equilibrio de ese sistema.
Entonces, ¿por qué algunas personas parecen contraer más resfriados y gripes que otras? Hay tres razones para eso.
La realidad es que no somos iguales.
Las elecciones de estilo de vida sí importan.
Tal vez fumas o no comes tan bien como los demás.
Tal vez tengas un trabajo muy estresante o un trabajo que te exponga a virus, o tal vez simplemente no te levantas del sofá.
Y luego está la genética. Todo el mundo es un poco diferente.
Una persona puede ser mejor combatiendo los virus y otra mejor combatiendo las bacterias.
Y en tercer lugar está la percepción.
Todo el mundo dice que conoce a alguien que dice que nunca se enferma, pero eso no es cierto.
Así que tal vez la próxima vez que te despiertes con la nariz mocosa o sudando un poco, piensa en el ejército de ayudantes que te mantienen con vida.
Y en lugar de maldecir tu suerte, quizás quieras dar las gracias.
Philipp Dettmer es autor de un nuevo libro IMMUNE y creador de Kurzgesagt, uno de los canales de ciencia más populares en YouTube.
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