¿Ruso, árabe, chino? ¿Violín, guitarra? ¿Física cuántica? Nuestro cerebro está preparado para aprender cualquier cosa, por difícil que sea, y además lo hace de forma rápida. Al menos, al principio.
Algunos expertos establecieron el periodo de aprendizaje más productivo en las primeras 20 horas de contacto con una materia, y tiene que ver con la capacidad de respuesta y el interés que muestra nuestro cerebro ante nuevos estímulos.
El filósofo y psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus diseñó a finales del siglo XIX lo que llamó la curva del aprendizaje. Consiste en dos variables, en el que el eje vertical representa la materia o conocimientos a adquirir y el eje horizontal las horas a invertir.
De esta manera, podemos calcular el tiempo que necesitamos para aprender algo. Se usa a día de hoy para evaluar la productividad en una empresa o para saber si una tarea es o no difícil, en función del tiempo que demoremos en realizarla.
Con su diagrama, Ebbinghaus quería ilustrar que la primera vez que entramos en contacto con una materia la mayoría de los conocimientos se adquieren en el periodo inicial.
Después de cierto tiempo, el aprendizaje se ralentiza y entramos en un periodo de perfeccionamiento que es menos productivo, porque tardamos más tiempo en conseguir objetivos.
Esto tiene que ver con un proceso del cerebro llamado habituación, la fase más primitiva del aprendizaje.
Ante un estímulo nuevo, la respuesta sensitiva y receptiva del cerebro es muy intensa. A medida que ese estímulo se repite, la respuesta del cerebro es menos potente.
Por eso el aprendizaje de algo nuevo, por difícil que sea, va en rápido ascenso, ya que partimos de cero. Después, se ralentiza.
"La regla de las 5 horas"
Ese periodo de escalada en el aprendizaje son las primeras 20 horas de contacto con una materia, según Josh Kauffman, escritor y experto en procesos didácticos y de productividad.
Uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin,usaba un método por horas para aprender cosas nuevas. Lo llamaba "aprendizaje deliberado", o como se conoce más popularmente, "la regla de las cinco horas".
Cada día de lunes a viernes, Franklin dedicaba al menos una hora a aprender algo de lo que no tuviese conocimiento antes. Al cabo de un tiempo, cuando sentía que ya había adquirido un buen nivel, pasaba a otra materia. Y así constantemente.
Si aplicásemos la regla de las cinco horas, cada cuatro semanas aprenderíamos algo nuevo con suficiente destreza, asegura Kauffman en su libro "Las primeras 20 horas. Cómo aprender cualquier cosa rápidamente".
Este sistema, con algunas variables, lo utilizan hoy en día empresarios de éxito como Elon Musk, Warren Buffett, Mark Zuckerberg u Oprah Winfrey, según han reconocido abiertamente cuando se les ha preguntado por el éxito de sus carreras.
La clave, por tanto, parece residir en dos factores: en nosotros mismos y en nuestra fuerza de voluntad para hacer tiempo y aprender algo "deliberadamente", como diría Benjamin Franklin.